Las uvas de la ira siguen engordando
La lecci¨®n de justicia social y protecci¨®n medioambiental de la obra maestra de Steinbeck resuena con fuerza en el mundo contempor¨¢neo

Observando el panorama contempor¨¢neo, viene a la cabeza el poderoso mensaje de justicia social y cuidado medioambiental de esa catedral de la literatura que es Las uvas de la ira (1939), de John Steinbeck. Todo suena tan vigente. Viene a la cabeza la plaga de las tormentas de polvo propiciadas por una explotaci¨®n absurda de las tierras con el cultivo de algod¨®n. Los representantes de los propietarios que llegan en coche a las plantaciones hablan con los arrendatarios sin bajarse del veh¨ªculo, terrible gesto de superioridad, para comunicarles que se tienen que marchar. Los tractores, que pueden m¨¢s que 20 pares de brazos, que trabajar¨¢n la tierra. Y la frustrada voluntad de pelear. El que quer¨ªa ir a golpear al responsable de la decisi¨®n no sabe ad¨®nde ir, porque el banco en cuesti¨®n es complejo, y hay capas y capas de mando y desde un campo de Oklahoma no se llega a ver el punto final. La voluntad de resistir tambi¨¦n es frustrada. El tractor abatir¨¢ las chozas de los agricultores. Lo que sigue es la emigraci¨®n, con sus riesgos de abuso y explotaci¨®n, en el viaje y en la llegada.
Las tormentas de polvo de Steinbeck son hoy un, mucho peor, cambio clim¨¢tico. Despu¨¦s de meses en los que la sequ¨ªa ha azotado grandes partes de Europa, asistimos a la llegada de lluvias torrenciales que han provocado da?os catastr¨®ficos en Italia y quiz¨¢ puedan causar muchos problemas en Espa?a tambi¨¦n. La sequ¨ªa y los brutales fen¨®menos adversos cada vez m¨¢s frecuentes son dos caras de la misma moneda: el cambio clim¨¢tico provocado por el hombre. Migraciones forzosas por estos motivos ya se producen en muchos lugares del mundo, y quiz¨¢ no es lejano el d¨ªa en el que empiecen en la misma Europa. Mientras, toca constatar ciertas reticencias de populares y liberales europeos en la lucha sin cuartel a las emisiones da?inas.
El tractor de Steinbeck es hoy el avance tecnol¨®gico, sobre todo la inteligencia artificial. Puede que acaben creando m¨¢s nuevos puestos de los que destruyan. Pero incluso si es as¨ª, los nuevos no ser¨¢n para aquellos que perdieron los viejos. Como dijo un experto en una reciente conferencia del Foro Econ¨®mico Mundial, lo m¨¢s normal no ser¨¢ que la inteligencia artificial arrebate un puesto de trabajo. Ser¨¢ que candidatos que sepan usarla desplacen a los que no. Toca ayudar a grandes segmentos del mercado laboral a prepararse para el nuevo entorno y perfilar mecanismos de respaldo para los perdedores. Conviene empezar ya.
Y los problemas socioecon¨®micos que se?alaba Steinbeck tambi¨¦n persisten. Como es notorio, las rentas de trabajo han perdido mucho peso en la tarta del PIB en las ¨²ltimas d¨¦cadas en la UE, mientras que los beneficios lo han ganado. La crisis de 2008 la pagaron en enorme medida las clases menos pr¨®speras. Eso, y los efectos colaterales, crearon una gran bolsa de descontento que explica en gran medida las victorias, a?os despu¨¦s, del Brexit, de Cinco Estrellas y Liga, o de Trump al otro lado del oc¨¦ano.
La UE aprendi¨® la lecci¨®n y afront¨® de manera muy diferente la crisis pand¨¦mica, con pol¨ªticas expansivas. Hoy, se ha evitado el descalabro econ¨®mico que muchos tem¨ªan por el impacto de la guerra en Ucrania. Pero la erosi¨®n del poder adquisitivo ha dado otro gran salto y las cuentas justas tienden a crear malestar.
Evitar cat¨¢strofes medioambientales, desgarros sociales o peligrosas dependencias geopol¨ªticas, todo a la vez, requerir¨¢ grandes esfuerzos. Har¨¢ falta mucha inversi¨®n p¨²blica y una actitud del sector privado con altura de miras, en su propio inter¨¦s. En nombre de principios de justicia social o incluso solo porque la estabilidad del proyecto com¨²n y la prosperidad dependen de que no estalle m¨¢s adelante una ira que d¨¦ alas a extremos. El New Deal de Roosevelt, que apoyaba Steinbeck; la gran construcci¨®n del Estado de bienestar en Europa; el plan pospandemia de la UE; episodios de nobles cooperaci¨®n de las partes sociales. Hay ejemplos de la senda que deber¨ªan seguirse sin titubeos. Hay que buscar ese ¡°t¨¦rmino medio de la sensatez que haga habitable el porvenir¡±, como escrib¨ªa Antonio Mu?oz Molina en estas p¨¢ginas, en referencia a la cuesti¨®n medioambiental. Lo mismo vale para las socioecon¨®micas. La historia nos lo explica. La gran literatura nos lo hace sentir.
¡ª?Hay mucha gente que siente lo mismo?, pregunt¨® Tom Joad a su madre, en referencia al sentimiento de ira por la injusticia.
Varias elecciones de la ¨²ltima d¨¦cada muestran que hay bastante. Hay que evitar que sea demasiada, y eso no lo lograr¨¢ el libre mercado por s¨ª solo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
