?Qu¨¦ significa hoy ser de derechas o de izquierdas? Necesitamos un nuevo renacimiento del lenguaje
La pol¨ªtica es acci¨®n, pero tambi¨¦n es verbo y las palabras crean o destruyen
Escribo desde Brasil, pero podr¨ªa hacerlo desde China. Hoy el mundo se ha achicado y los problemas y el lenguaje, sobretodo a trav¨¦s de las redes sociales, se est¨¢ unificando.
Limit¨¢ndonos a la pol¨ªtica, hoy necesitar¨ªamos, por ejemplo, un nuevo Lacan capaz de destripar los viejos vocablos de izquierda y derecha, de conservador y progresista, de moderno y antiguo. Las palabras han quedado tan petrificadas que acabamos enred¨¢ndonos en ellas como en un laberinto sin salida.
Y el peligro es que palabras hasta ayer vistas como sagradas o demon¨ªacas hoy acaban perdiendo su significado. El lenguaje se va modificando al ritmo de la evoluci¨®n del mundo. Y nadie puede dudar que estamos en una ¨¦poca de cambio radical, donde ni los mejores profetas son capaces de hacer un diagn¨®stico de lo que va a pasar no digo ma?ana sino esta misma tarde. Y eso en todo el planeta.
Y como desde la creaci¨®n del mundo, todo inicia por el lenguaje, por las palabras a las que la Iglesia, por ejemplo, les confiri¨® hasta una fuerza sacramental . ?Qu¨¦ significa hoy, por ejemplo, ¡°inteligencia artificial¡±, para quedarnos en la ¨²ltima palabra de moda que ni los cient¨ªficos acaban de entender?
Si esa fuerza del lenguaje es tan creativa, tan indispensable y a la vez tan peligrosa en nuestras relaciones, lo es tambi¨¦n en pol¨ªtica. Por ejemplo, palabras como democracia, libertad, derechas e izquierdas, conservadores y progresistas, fascistas y af¨ªn al nazismo.
Y si fueron las palabras las que crearon el mundo, ser¨¢n tambi¨¦n ellas quienes lo enriquecen o empobrecen, quienes lo santifican o satanizan. La pol¨ªtica es acci¨®n, pero tambi¨¦n es verbo y las palabras crean o destruyen.
Nada tan banal y manido en pol¨ªtica como conservador y progresista, derechas o izquierdas, democracia u oscurantismo, libertad o esclavitud. El lenguaje es rico en palabras y significados pero tambi¨¦n se petrifica, mientras la realidad es creativa.
Ser hoy de izquierdas o de derechas no lo es, por ejemplo, en muchas partes del mundo, sin¨®nimo de progreso u oscurantismo, menos a¨²n de buenos o malos, de modernos o anticuados.
La fuerza de las palabras es tal que ellas pueden engendrar paz o guerra. Un padre muy politizado le explicaba a su hijo que el coraz¨®n est¨¢ siempre ¡°a la izquierda¡±, que es donde estar¨ªa la vida. Y sin embargo, a lo largo de los siglos y hasta en la Biblia, la izquierda estuvo entrelazada con aspectos negativos. Cuando nos levantamos de mal humor, solemos decir que nos hemos despertado ¡°con el pie izquierdo¡±.
En la Biblia, sea la jud¨ªa que la cristiana, los justos est¨¢n siempre a la derecha de Dios y los malvados a su izquierda. ?C¨®mo explicarles, por ejemplo a las iglesias evang¨¦licas hoy tan involucradas en pol¨ªtica que para Dios todos somos iguales?
Y no hablamos s¨®lo de ling¨¹¨ªstica, ya que las palabras acaban tomando el lugar de los hechos, de la realidad. Hoy en que la extrema derecha, sobretodo la fascista y nazista, empieza a levantar de nuevo la cabeza por todas partes ante el asombro de los dem¨®cratas, existe a la vez un peligro en acecho: el de atribuir el concepto de conservador a esa derecha disgregadora y de progresista a la simple modernidad.
En verdad las cosas no son tan sencillas. Como ha escrito aqu¨ª en Brasil, en el diario O Estado de S?o Paulo, Nicolau da Rocha Cavalcanti, confundir conservador o liberal con bolsonarista, ser¨ªa hacer un gran regalo a la extrema derecha. Seg¨²n ¨¦l, si ser conservador o liberal en alg¨²n aspecto de la vida, desde las costumbres a las ideas, fuera sin¨®nimo de derechas, aqu¨ª en Brasil, el bolsonarismo ya habr¨ªa ganado la batalla, dado que m¨¢s de la mitad de los brasile?os, sobretodo los m¨¢s pobres y menos escolarizados, ¡°revelan simpat¨ªa por alguna bandera conservadora¡±, sobretodo en materia de costumbres y moralidad.
Si el bolsonarismo ra¨ªz con fuertes ribetes nazis acabara siendo visto como el espejo de la simple derecha o de los conservadores, el peligro inmediato ser¨ªa el sacralizar los extremismos.
No es lo mismo confesar, como hizo Bolsonaro, que antes de tener un hijo gay preferir¨ªa que acabara muerto bajo las ruedas de un cami¨®n, lo que lo identifica como un b¨¢rbaro, a simplemente preferir, sin necesidad de ser homof¨®bico, tener un hijo ¡°normal¡±, otra palabra capaz de envenenar el lenguaje.
Tengo amigos a quienes aprecio por sus cualidades humanas, su altruismo, su respeto por las diferencias que se consideran conservadores o liberales en pol¨ªtica. Y al rev¨¦s todos conocemos personas que cacarean de ser de izquierdas y acaban enmara?adas en redes de corrupci¨®n y te?idos de intransigencia, incapaces de entender la riqueza de la diversidad.
Atrapado, cuando joven, en las redes del franquismo cruel y antidemocr¨¢tico, y estando en el extranjero, tard¨¦ muchos a?os en poder votar. Y mis votos fueron siempre de izquierdas porque al entrar en la cabina de las urnas me persegu¨ªa el fantasma de los fascismos, franquismos y nazismos.
Mi bandera no era la de izquierdas o de derechas, sino la de la libertad de pensamiento. Y en esa libertad entraban tambi¨¦n mi aprecio por ciertos valores conservadores y libertarios a la vez que hab¨ªa recibido de mis padres. Los dos eran maestros de escuelas rurales y pobres. Eran tiempos en Espa?a de sangrienta Guerra Civil e ideol¨®gica y mis padres fueron castigados a varios meses sin sueldo porque, al parecer, los alumnos que sal¨ªan de sus esuelas, al llegar al bachillerato ¡°hac¨ªan demasiadas preguntas a los profesores¡±. Y, claro, en el franquismo ra¨ªz, preguntas e interrogaciones, dudas y novedades, eran sin¨®nimo de degeneraci¨®n.
Por ello, hoy con muchos a?os y experiencias a mis espaldas si me preguntan si soy progresista o conservador, responder¨ªa, como andaluz que pas¨® su infancia en Galicia, ¡°pues depende¡±. Soy, eso s¨ª muy cuidadoso con la fuerza de las palabras que al final de cuentas nos desnudan e identifican.
Hay algo que puede tener valor universal y que nos define hoy en medio al torbellino que nos rodea de cambio de ¨¦poca donde ni los mayores gur¨²s de los nuevos lenguajes, son capaces de decirnos donde aterrizaremos.
Y en medio a todo ello, me quedo, a la hora de juzgar hasta pol¨ªticamente a alguien, con el viejo lenguaje de mis antepasados, los que a¨²n cultivaban la tierra, cuando dec¨ªan de alguien ¡°ese es una buena persona¡±. ?Progresista o conservadora? ¡°Por los frutos los conocer¨¦is¡±, dec¨ªa el joven y sabio jud¨ªo, Jes¨²s de Nazaret, que acab¨® revolucionando la Historia.
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