Kosovo, conflicto congelado
La desestabilizaci¨®n en los Balcanes solo interesa a Putin para debilitar la unidad occidental en defensa de Ucrania
Las guerras balc¨¢nicas que destruyeron la Yugoslavia socialista y provocaron un cuarto de mill¨®n de muertos (y dos millones y medio de desplazados) durante la d¨¦cada de los noventa del siglo pasado no deber¨ªan volver a ser terreno de disputa pol¨ªtica en ning¨²n sentido, y menos todav¨ªa en plena guerra de Ucrania. La inestabilidad de los Balcanes representa una oportunidad para el Kremlin con la que distraer esfuerzos de la Uni¨®n Europea y los aliados en defensa de Kiev. Aunque Serbia es un pa¨ªs candidato al ingreso en la Uni¨®n Europea desde 2012, mantiene posiciones muy pr¨®ximas a las de Vlad¨ªmir Putin y son extensas las simpat¨ªas de su poblaci¨®n hacia la Rusia ortodoxa y paneslava. Es abierta la hostilidad hacia Estados Unidos y la Alianza Atl¨¢ntica, a las que se considera responsables de la desaparici¨®n de la federaci¨®n yugoslava, en la misma l¨ªnea en que Putin considera la implosi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica como la mayor tragedia del siglo XX.
El final de las guerras balc¨¢nicas dej¨® dos conflictos congelados, en los que est¨¢n implicadas las minor¨ªas serbias de dos de los nuevos Estados surgidos de la antigua Yugoslavia, uno en Bosnia, donde cuentan con una conflictiva Rep¨²blica Serbia de Bosnia federada con la Federaci¨®n de Bosnia-Herzegovina como resultado de los acuerdos de Dayton, y otro en Kosovo, Estado no reconocido por Serbia ¡ªni tampoco por Espa?a¡ª en el que unos 40.000 serbios que viven en el norte quieren seguir vinculados pol¨ªtica y administrativamente a Belgrado.
El potencial conflictivo de ambos territorios, que mantienen v¨ªnculos con Rusia, es muy preocupante en Kosovo, donde ha habido graves enfrentamientos de los secesionistas serbios con las fuerzas de paz de la OTAN con mandato de Naciones Unidas, que ha tenido que ampliar el contingente con 700 soldados adicionales. No hay duda sobre la responsabilidad de los radicalismos nacionalistas, tanto el serbio como el albanokosovar, en la actual exacerbaci¨®n del conflicto. Hay un irredentismo en Belgrado, alentado por Mosc¨², que pretende recuperar los territorios de poblaci¨®n serbia de las rep¨²blicas vecinas, y est¨¢ el nacionalismo kosovar que quiere imponerse sobre la minor¨ªa serbia en vez de abrir un camino de reconciliaci¨®n y reconocimiento de sus derechos. Ayer, en la cumbre de Moldavia, Serbia y Kosovo volvieron a chocar abiertamente.
Si las autoridades de Belgrado est¨¢n atentas al Kremlin, las de Pristina han tratado de imponer unos alcaldes surgidos de unas elecciones municipales celebradas a espaldas de los serbios, en las que particip¨® el 3% de los censados. La recriminaci¨®n contundente de EE UU va en la direcci¨®n necesaria. Este conflicto puede interesar a los prop¨®sitos desestabilizadores del Kremlin, pero la firmeza de la actitud occidental debe impedir que Putin pueda extender tambi¨¦n a los Balcanes la guerra que ha provocado en Ucrania.
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