Valencia sienta el verdadero precedente
El pacto entre PP y Vox alimenta la esperanza de derrotar a esa Espa?a pluriling¨¹¨ªstica y de identidades m¨²ltiples a la que a las derechas espa?olas siempre les ha costado representar
No por esperado, ha resultado menos trascendente. El acuerdo entre PP y Vox para formar gobierno en la Comunidad Valenciana marca el precedente m¨¢s veros¨ªmil para la victoria de las derechas el 23-J por dos razones.
Por un lado, es el primer caso en el que ha funcionado la f¨®rmula virtuosa que los sondeos de opini¨®n privados llevan dibujando en el imaginario del electorado espa?ol desde hace tres a?os: sin Ciudadanos, la derecha dividida es capaz de alcanzar la entente cordial m¨¢s eficiente, con la cual PP y Vox pueden avanzar electoralmente a la vez sin perjudicarse uno a otro, pero tambi¨¦n sin que uno pueda prescindir del otro. Es la f¨®rmula con la que sue?a la nueva derecha medi¨¢tica espa?ola: el PP se consolida como partido principal, pero con un Gobierno suficientemente anclado a la derecha para que se comprometa a destruir el legado de la izquierda, algo que ni Rajoy ni Aznar pudieron o supieron hacer, seg¨²n se lamenta esta desde hace m¨¢s de veinte a?os.
Desde luego, no sirve el caso de Castilla y Le¨®n, donde Vox se hizo con la representaci¨®n de Ciudadanos a costa de un PP declinante, lo que pudo haber costado la mayor¨ªa a la derecha. Tampoco sirven los precedentes andaluz o madrile?o. Ciertamente, N¨²?ez Feij¨®o preferir¨ªa seguir la senda de Moreno Bonilla (a quien incluso votantes de centroizquierda accedieron a concederle la mayor¨ªa para no depender de la ultraderecha) o de D¨ªaz Ayuso (cuya f¨®rmula se basa m¨¢s bien en una movilizaci¨®n sin precedentes de la derecha madrile?a, rompiendo su techo auton¨®mico). Esos escenarios a¨²n resultan improbables con los datos en la mano.
Por otro lado, el acuerdo valenciano resulta trascendente por algo que estos otros antecedentes no permit¨ªan calibrar a¨²n: esa f¨®rmula virtuosa sirve para derrotar la alianza del PSOE con las fuerzas perif¨¦ricas. El pacto valenciano alimenta tambi¨¦n la esperanza de derrota contra esa Espa?a pluriling¨¹¨ªstica y de identidades m¨²ltiples a la que a las derechas espa?olas siempre les ha costado representar. No hay que olvidar que los votantes valencianos de Vox son mayoritariamente favorables a acabar con las comunidades aut¨®nomas y casi la mitad se sienten solo espa?oles o m¨¢s espa?oles que valencianos, algo que les diferencia incluso de los votantes del PP.
Ese es el mensaje que ilustra el pacto PP-Vox en Valencia: si la aversi¨®n de los votantes del Bot¨¤nic (la coalici¨®n entre PSOE, UP y Comprom¨ªs) a Vox no fue suficiente para movilizarlos, probablemente tampoco lo sea para que toda la izquierda que vot¨® en 2019 lo haga de nuevo el pr¨®ximo 23-J. Los efectos mec¨¢nicos del sistema electoral har¨¢n el resto para manufacturar la mayor¨ªa parlamentaria.
El acuerdo deja abierto el interrogante sobre los l¨ªmites que marcar¨¢ el PP ante la ultraderecha. Hasta ahora, Vox apenas ha sido disruptivo en las pol¨ªticas clave gestionadas por los gobiernos del PP. Incluso cuando ha intentado serlo (sobre el aborto o la educaci¨®n sexual en escuelas), Vox ha chocado con la inexperiencia de sus dirigentes al plantear tales cuestiones y, sobre todo, con la solidez irreversible de la mayor¨ªa social espa?ola, algo que el PP conoce bien. Pero ?qu¨¦ papel podr¨ªa desempe?ar Vox cuando gane influencia sobre temas sensibles como la identidad y la lengua? Ser¨¢ significativo comprobar si el partido de Abascal querr¨¢ hacer bandera de ello ya antes del 23-J, pensando en unos pocos votos de m¨¢s, o bien si preferir¨¢ esperar a despu¨¦s, pensando m¨¢s bien en la eficacia de su agenda.
Todo ello parecer¨ªa dar motivos para que el PSOE insista en su argumento principal: esto es lo que nos espera si la izquierda no se moviliza. Desde esa perspectiva, el PP valenciano asume el riesgo de precipitar m¨¢s acuerdos con Vox en los pr¨®ximos d¨ªas.
Sin embargo, el verdadero riesgo ser¨¢ que la izquierda abuse de una amenaza que quiz¨¢ ya no sea concebida como tal. ?Hasta qu¨¦ punto no hemos normalizado ya la presencia de Vox en las instituciones de tal modo que hayamos dado por descontado la ineluctabilidad del pacto valenciano y de su extensi¨®n al resto de instituciones? Si as¨ª fuera, no cabr¨ªa esperar mayores consecuencias electorales por ello.
En ese sentido, el dilema planteado por Pedro S¨¢nchez para justificar la disoluci¨®n anticipada de la legislatura (o la mayor¨ªa actual o la alternativa de derechas) contribuy¨® a normalizar definitivamente, ante los ojos del electorado, la posibilidad de una coalici¨®n a nivel estatal entre PP y Vox.
Por esa raz¨®n, la clave de la leve (pero determinante) desmovilizaci¨®n que se intuye en el electorado de izquierdas no proviene tanto de su supuesta incapacidad para anticipar las consecuencias de un Gobierno Frankenstein de derechas, sino m¨¢s bien a la percepci¨®n de su inevitabilidad, imbuida por la incapacidad de los partidos gobernantes de explicar para qu¨¦ deben seguir gobernando juntos. ?Sabr¨¢ explicar la izquierda espa?ola que tambi¨¦n est¨¢ en condiciones de lograr su propia f¨®rmula virtuosa, que no es otra que la que ha deparado la mayor¨ªa parlamentaria de estos ¨²ltimos cinco a?os?
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