Vox y Podemos o la falacia de la simetr¨ªa
Unos, con sus errores, profundizan en la democratizaci¨®n de la sociedad. Otros constri?en la convivencia
Si la direcci¨®n del Partido Popular ha validado la firma de decenas de pactos con Vox es porque, adem¨¢s de poder extender su poder institucional tras las elecciones del 28 de mayo, ha considerado que su electorado no le iba a penalizar por tener como socio estable a la principal fuerza del nacionalpopulismo reaccionario y reconquistador. A lo largo de la semana, empezando por la Comunidad Valenciana, esta din¨¢mica no ha parado de replicarse de Este a Oeste de nuestro pa¨ªs. Pero para la normalizaci¨®n de este hito hist¨®rico en la trayectoria democr¨¢tica del centroderecha espa?ol ha sido necesario consolidar previamente una coartada ideol¨®gica entre la opini¨®n moderada.
Durante la legislatura que acaba, d¨ªa tras d¨ªa, se fue imponiendo el silogismo de la simetr¨ªa de los extremos: si la banda de Pedro S¨¢nchez ha pactado con todos los enemigos de la patria, ya sean comunistas o golpistas reincidentes, ?por qu¨¦ no podemos pactar nosotros con la amenaza opuesta que encarnan nuestros fachas de toda la vida? Este silogismo no ha sido impugnado por la intelectualidad liberal. Al contrario. Su apuesta ha sido la elaboraci¨®n de argumentos sof¨ªsticos cuya consecuencia ¨²ltima es la imposici¨®n del silogismo de la simetr¨ªa como un sentido com¨²n. Pero el problema es que esta simetr¨ªa es una falacia interesada y es peligrosa porque ha ido blanqueando unas posiciones que cuestionan desde dentro nuestro modelo de sociedad. ¡°Hay buenas razones para sostener que no son lo mismo Vox y Podemos, no son igualmente extremos¡±, escribi¨® Daniel Innerarity hace ya un cierto tiempo en un art¨ªculo clarificador. Esa idea se est¨¢ concretando ya en pol¨ªticas. Enumero tres.
El primer ejemplo, en apariencia menor, fija posici¨®n en un eje tan determinante para el futuro como es la respuesta a la emergencia clim¨¢tica. Una de las primeras medidas que implementar¨¢ el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento de Elche ser¨¢ la supresi¨®n de tres carriles bici construidos durante la pasada legislatura. El coste de esa intervenci¨®n urban¨ªstica, que hab¨ªa reducido el tr¨¢fico en el centro de la ciudad, ascendi¨® a 370.000 euros. En parte, las obras se financiaron a trav¨¦s de los fondos de un programa de la Estrategia Europea 2020 que apuesta por el desarrollo sostenible y la descarbonizaci¨®n de ciudades e industrias. Ahora la supresi¨®n de los carriles, que tendr¨¢ un coste considerable, se realizar¨¢ sin plantear una alternativa medioambiental, una medida que, en nuestro contexto, solo puede describirse como un atrasismo militante.
De la misma manera, y este segundo ejemplo es mayor, otra forma expl¨ªcita de antieurope¨ªsmo es la confrontaci¨®n en clave soberanista planteada por Castilla y Le¨®n en materia de legislaci¨®n ganadera. Ya puede el vicepresidente de esa Comunidad ningunear a un comisario europeo y agitar la conspiranoia de la agenda globalista en Bruselas, pero ese populismo que percute sobre la angustia real que sufren los ganaderos no busca soluciones, sino que se transforma en agitaci¨®n demag¨®gica y ya ha provocado altercados violentos en Salamanca. Algo va mal si incluso un hombre tan cabal como el diputado Igea, con solitaria desaz¨®n, llego a calificar de fascista al Gobierno regional.
Y algo va mucho peor, tercer ejemplo, cuando la violencia contra las mujeres, que es una forma de autoritarismo criminal, se minimiza en los acuerdos al subsumir esa lacra en marcos de comprensi¨®n del fen¨®meno que dificultan su abordaje desde la pol¨ªtica democr¨¢tica. Lo hemos visto en la Comunidad Valenciana o en el pacto que lleva a Vox al Ayuntamiento de Gij¨®n y que incluye la participaci¨®n del partido en ¡°la designaci¨®n de la persona titular de la Direcci¨®n General de Pol¨ªticas de Igualdad¡±.
No son lo mismo, dec¨ªa Innerarity, estos extremos no se tocan. Unos, con sus errores, profundizan en la democratizaci¨®n de la sociedad. Otros, como ha explicado Eduardo Madina en diversas ocasiones, constri?en la convivencia en la ciudad democr¨¢tica porque restringen derechos, en especial de las minor¨ªas. Pero es necesario hacerlos equiparables. Igual de malos. Porque solo imponiendo la falacia de la simetr¨ªa puede normalizarse esta indiscutible involuci¨®n civil.
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