Pens¨¢ndolo bien, da risa: por qu¨¦ los humoristas pescan cada vez m¨¢s en la filosof¨ªa
El ¨¦xito de un cierto tipo de mon¨®logos y la nueva atenci¨®n que la academia presta al humor refrescan su vieja e ¨ªntima relaci¨®n con el pensamiento
¡°La vida es la becaria de la muerte. Se lo curra mucho sabiendo que no llegar¨¢ el contrato fijo¡±, suelta el humorista Ra¨²l P¨¦rez disfrazado del cantante Leiva en el programa Ilustres ignorantes (Movistar+). Y se nos escapa una carcajada. En el imperio de la queja y el conformismo, la an¨¢rquica isla del humor es puerto seguro. Un territorio en el que eres bienvenido y repudiado a la vez. Un sitio donde te da la risa, un placer que cuando su mierda es suficientemente buena da que pensar.
El humor abre la puerta a un paisaje in¨¦dito, y eso interesa. Ahora y antes tambi¨¦n, porque, contrariamente a lo que se cree, durante siglos la risa ha sido atento objeto de uso y estudio entre fil¨®sofos. ¡°La filosof¨ªa fue creada como respuesta a la tragedia antigua y tiene muchos v¨ªnculos con lo c¨®mico¡±, advierte Lydia Amir, doctora en Filosof¨ªa de la Universidad de Tel Aviv. En libros como Philosophy, Humor, and the Human Condition. Taking Ridicule Seriously (Filosof¨ªa, humor y la condici¨®n humana; 2019, sin edici¨®n en espa?ol) y Humor and the Good Life in Modern Philosophy (Humor y la vida buena en la filosof¨ªa moderna; 2015, sin edici¨®n en espa?ol), Amir nos descubre una ruta filos¨®fica casi secreta donde S¨®crates se envenena burl¨¢ndose de sus verdugos, y Plat¨®n, conocido por expulsar a los c¨®micos de la Rep¨²blica, define la verdadera comedia como aquella que desenmascara la ignorancia propia.
En ese camino, Arist¨®teles consider¨® el uso correcto de la risa una virtud social y catalog¨® el verdadero ingenio como un rasgo de persona honorable y libre; los c¨ªnicos hac¨ªan performances como ir con un farol encendido a plena luz del d¨ªa ¡°buscando un hombre honesto¡±, y Epicuro aconsejaba re¨ªr, filosofar y cuidar el hogar, todo a la vez.
En el Renacimiento, Erasmo de Rot?terdam escribi¨® un libro de chistes y para Montaigne ¡ªque afirmaba que el absurdo era ¡°una propiedad uniformemente distribuida¡±¡ª el humor permite contemplar los asuntos bajo una luz diferente, lo que ayuda a entender que todo tiene ¡°muchos ¨¢ngulos y muchos brillos distintos¡±. Por su parte, Spinoza ve¨ªa en la risa el esfuerzo cuidadoso no de burlarse, sino de comprender las pasiones humanas, y Kant la describi¨® como ¡°una emoci¨®n que nace de la s¨²bita transformaci¨®n de una ansiosa espera en nada¡±.
Seg¨²n Amir, la progresiva separaci¨®n entre filosof¨ªa y humor se dio cuando la primera se encerr¨® entre muros acad¨¦micos y apost¨® por la racionalidad y la noci¨®n de claridad. ¡°El humor es, en esencia, ambiguo, y por eso se opt¨® por dejar la risa aparte a la hora de filosofar¡±, explica al tel¨¦fono.
Ahora, esa misma academia parece estar reabriendo sus puertas, porque esta primavera la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Panamericana de Ciudad de M¨¦xico y la Universidad de Kent (Inglaterra) han impartido encuentros relacionados con la filosof¨ªa y el humor. ¡°Tradicionalmente se consideraba la risa como algo popular ¡ªalejado de la pureza, como las emociones¡ª, pero ahora la filosof¨ªa empieza a bajarse del pedestal¡±, explica por videoconferencia Javier Vilanova, profesor de L¨®gica y Filosof¨ªa Te¨®rica de la Complutense. ¡°El viejo prejuicio intelectualista contra el humor est¨¢ dando paso a un inter¨¦s por sus estrategias cognitivas y pedag¨®gicas, para aprender a pensar desde la risa filos¨®fica¡±, afirma Saleta de Salvador Agra, profesora de Filosof¨ªa del Lenguaje de la misma universidad.
La iniciativa est¨¢ teniendo buena acogida entre los estudiantes porque el humor es una herramienta de comunicaci¨®n infalible y quiz¨¢s tambi¨¦n porque tiene mucha pr¨¦dica la figura del humorista que analiza la vida cotidiana llevando la paradoja ¡°hasta el absurdo y el colapso¡±, seg¨²n Vilanova.
El ¨¦xito del g¨¦nero del stand up comedy es una buena muestra de esto ¨²ltimo. Una persona y un micro en un escenario que, en una especie de catarsis colectiva, hace re¨ªr al p¨²blico con dosis de cruda cr¨ªtica a lo establecido y a las miserias humanas. George Carlin, estrella del g¨¦nero, dec¨ªa que la comedia es la exploraci¨®n popular de la verdad. El c¨®mico canario Ignatius Farray parece estar de acuerdo. ¡°Los tres asuntos que buscan la verdad son la filosof¨ªa, la comedia y las novelas policiacas, pero, como hac¨ªa S¨®crates y su may¨¦utica, solo se puede llamar verdad cuando surge a trav¨¦s de un di¨¢logo compartido¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica.
Para Farray, autor de Meditaciones (Temas de Hoy, 2022), el p¨²blico paga una entrada para que el monologuista se asome al abismo y hable sobre lo que muchas veces no nos atrevemos a mirar a la cara. Un poco como los fil¨®sofos en soledad. En esa tesitura est¨¢ el deber de ¡°ir un poco al l¨ªmite, empujar para encontrar nuevos espacios de libertad. Hacer el trabajo sucio¡±, dice.
En ese encuentro, a veces se ponen sobre la mesa asuntos que nos interpelan como comunidad, como cuando la monologuista australiana Hannah Gadsby explic¨® en un show la brutal violencia que sufri¨® en su tierra natal por ser lesbiana: ¡°Cog¨ª todo lo que sab¨ªa sobre la comedia, lo despiec¨¦ y cre¨¦ un monstruo a partir de ese cad¨¢ver¡±, explic¨® en este peri¨®dico a Jaime Rubio Hancock, autor de El gran libro del humor espa?ol (Arpa).
Con humor despiadado, muchas veces el c¨®mico nos descubre por qu¨¦ somos racistas sin saberlo, por qu¨¦ no aprendemos de los errores o c¨®mo encarar la muerte. Como hace Farray, afirmando que entre la muerte y ¨¦l hay ¡°una tensi¨®n existencial no resuelta¡±, que en su l¨¢pida pondr¨¢ ¡°Se ve¨ªa venir¡± y que quiz¨¢s justo antes de la hora fatal ¡°se har¨¢ el muerto¡±, de modo que la muerte igual se quede dudando, como diciendo: ¡°A ver si le estoy dando yo la mano al mismo dos veces¡±.
Yo leo a Kierkegaard
Hace mucho que el d¨²o c¨®mico Faemino y Cansado hace re¨ªr con la repetici¨®n ¡ªy celebraci¨®n¡ª de su coletilla ¡°Qu¨¦ va, qu¨¦ va, qu¨¦ va, yo leo a Kierkegaard¡±. La afirmaci¨®n encierra algo m¨¢s que un sketch, porque el fil¨®sofo dan¨¦s escribi¨®: ¡°Me olvid¨¦ de re¨ªr. M¨¢s tarde, cuando abr¨ª los ojos y vi la realidad, empec¨¦ a re¨ªr y no he parado desde entonces¡±.
Para Kierkegaard, lo tr¨¢gico y lo c¨®mico son en realidad lo mismo, una contradicci¨®n, pero mientras que lo primero es doliente, lo segundo es una incongruencia mirada en perspectiva y, por tanto, indolora. De esta manera, la persona que ve algo con humor encuentra una salida: es consciente de la contradicci¨®n y no sabe qu¨¦ hacer al respecto, pero ya no se atormenta.
En esa l¨ªnea, la profesora Amir plantea una ¨¦tica de la compasi¨®n a trav¨¦s del humor: su tesis es que en el ser humano todos los deseos se contradicen entre s¨ª, son incongruentes con la realidad, lo que le lleva a una situaci¨®n tr¨¢gica, de una rigidez total. La sensibilidad c¨®mica, en cambio, sabe ver y sabe convivir con la dualidad de las cosas. ¡°Darnos cuenta de esa incoherencia irresoluble da serenidad¡±, apunta Amir, qui¨¦n invita a adoptar una postura autorreflexiva ridiculiz¨¢ndonos, ¡°pero con suavidad, con perd¨®n¡±. Una tabla de salvaci¨®n ¡ªprecaria, bendita¡ª al alcance de todos.
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