El virus nos da una clase de ciencias

Escrib¨ª tantas veces que la covid aportar¨ªa investigaciones relevantes durante a?os que ahora me siento fatal si les hurto a ustedes sus resultados. Ya s¨¦ que nadie quiere ni o¨ªr hablar de la pandemia, menos a¨²n del conocimiento que se deriva de ella, pero creo que mi obligaci¨®n ¨Dy tal vez tambi¨¦n la suya, desocupado lector¡ª es prestar siquiera una hebra de atenci¨®n a los efectos que el SARS-CoV-2 est¨¢ teniendo en la reflexi¨®n cient¨ªfica. Recuerden que la gran fortaleza de la ciencia es que se autoinflige una cr¨ªtica cruenta, puntiaguda y permanente. Eso es lo que le permite descartar errores, corregir teor¨ªas y poner en graves aprietos al conocimiento recibido.

Un n¨²mero creciente de m¨¦dicos y cient¨ªficos, por ejemplo, se est¨¢n empezando a convencer de que hay casos raros de covid larga, una afecci¨®n neurol¨®gica perdurable, que est¨¢n asociados a la vacunaci¨®n, y empiezan a llamarlos long vax. Los s¨ªntomas aparecen d¨ªas o semanas tras la vacunaci¨®n e incluyen fatiga, jaqueca y alteraciones cardiovasculares, a veces la sensaci¨®n de recibir un calambre el¨¦ctrico, a veces la famosa ¡°niebla mental¡± que han descrito muchos pacientes.

Una cuesti¨®n de ¨¦tica period¨ªstica. Adjudicar un efecto adverso a la vacunaci¨®n habr¨ªa sido un riesgo en 2021 o 2022, porque las vacunas han salvado muchos millones de vidas en medio mundo. Pero ya es hora de pasar p¨¢gina. Insisto en que son casos raros, mucho m¨¢s infrecuentes que los casos de covid larga que causa la mera infecci¨®n con el virus, pero las observaciones ameritan un estudio m¨¢s sistem¨¢tico. A medio plazo habr¨¢ muchos pacientes que se beneficien de ¨¦l. El miedo a las redes t¨®xicas de los antivacunas es un p¨¦simo consejero. Contra la mentira no se lucha con silencios, sino con argumentos.

Otra cuesti¨®n que acaba de aclararse es la utilidad de las aplicaciones m¨®viles para rastrear. La percepci¨®n generalizada es que les dimos mucha pompa y circunstancia y que luego no sirvieron de nada. Pero la realidad no se aviene. Durante 2020, el primer a?o de la pandemia, unos 50 pa¨ªses desplegaron estos sistemas. Si un positivo de covid se acercaba a una persona sana por m¨¢s de 15 minutos, el sano recib¨ªa una notificaci¨®n. Siempre que los dos se hubieran descargado la aplicaci¨®n, naturalmente. Los cient¨ªficos brit¨¢nicos estiman ahora que esta herramienta salv¨® miles de vidas en su pa¨ªs. Ning¨²n plan antipand¨¦mico actual, ni siquiera el de la OMS, hace la menor menci¨®n a estas aplicaciones. Es un error.

Hablando de la OMS, su nuevo jefe cient¨ªfico, el m¨¦dico brit¨¢nico Jeremy Farrar, reci¨¦n aterrizado despu¨¦s de 10 a?os en el Wellcome Trust, una de las mayores fundaciones biom¨¦dicas del mundo, asegura que se mantendr¨¢ concentrado en la covid para que la sanidad mundial no retroceda en la mala direcci¨®n. Farrar quiere estar m¨¢s cerca de los pa¨ªses, con la intenci¨®n declarada de aportarles la ciencia necesaria para que tomen sus propias decisiones. Si tan solo consiguiera eso ya habr¨ªa que hacerle un monumento. Si la ciencia informara las decisiones pol¨ªticas sobre asuntos clave ¨Dsalud, educaci¨®n, cambio clim¨¢tico¡ª los gobiernos prestar¨ªan menos atenci¨®n a la basura t¨®xica circulante. Me temo, sin embargo, que estamos muy lejos de ese mundo.