Un apunte de campa?a
Si tuvi¨¦ramos que elegir un asunto que ha capitalizado la campa?a precipitada que se resolver¨¢ el pr¨®ximo 23 de julio dir¨ªamos que ha sido el periodismo
Las campa?as electorales tienen la asombrosa capacidad de resolverse por asuntos impostados. Los queridos ni?os son conducidos de la mano hacia una reducci¨®n de la realidad patio de juego. Una campa?a electoral se parece mucho al Museo del Louvre. En ¨¦l los turistas atraviesan las salas sin mirar ning¨²n cuadro por estupendo que sea hasta llegar a la Mona Lisa que es la que les han dicho que merece el viaje. Si tuvi¨¦ramos que elegir un asunto que ha capitalizado la campa?a precipitada que se resolver¨¢ el pr¨®ximo 23 de julio dir¨ªamos que ha sido el periodismo. Suena raro en un mundo que ha salido de una crisis sanitaria, que est¨¢ sumido en un escenario medioambiental que causa constantes desastres naturales, que est¨¢ inmerso en una guerra de conquista territorial que no respeta ni el m¨¢s m¨ªnimo rinc¨®n de refugio de civiles, que ha padecido por ello una inflaci¨®n y un delirante cambio de destino de los recursos econ¨®micos. Todo eso no deja de ser el bosque, pero hemos ido a parar al ¨¢rbol en cuya corteza vamos a grabar a navaja qui¨¦n nos quiere y qui¨¦n no.
El periodismo como hito de campa?a era inesperado. Pero se ha colocado en primera l¨ªnea por la crisis que afecta al sector, un cambio de paradigma que vino precedido por una transici¨®n tecnol¨®gica brutal. Resulta incomprensible que el presidente de un gobierno haya eludido durante la legislatura los medios de comunicaci¨®n que le eran hostiles. Si precisamente la hostilidad de los medios entre s¨ª y contra las cabeceras pol¨ªticas es la salsa de la democracia, pues ofrece a los ciudadanos una lupa constante para apreciar la realidad. Por supuesto que una lupa teledirigida por intereses particulares, pero si se preserva la multiplicidad de enfoques ganamos todos. Cuando alg¨²n pol¨ªtico se?ala a un medio o un profesional como culpable de su descr¨¦dito est¨¢ en realidad se?alando una carencia propia, porque todo el mundo comprende que eres alguien expuesto a la cr¨ªtica, incluso a la mentira y la malicia, pero con armas suficientes para combatirlas. Los medios hostiles son pues oportunidades de lucimiento de tu autenticidad y tus dotes en la esgrima.
De entre todos los se?alamientos profesionales que hemos padecido en las ¨²ltimas semanas hay uno que ha quedado sin defensa corporativa. Cuando el l¨ªder de la oposici¨®n ha renegado de la televisi¨®n p¨²blica, incluso neg¨¢ndole capacidad de organizar un debate de candidatos, nadie ha acudido en defensa de ese pilar de la libertad informativa. Porque sin medios p¨²blicos falta una pata imprescindible que dejar¨ªa ¨ªntegro al negocio lo que es un servicio b¨¢sico. Cuando lo atacan no lo hacen porque pretendan reformarlo y liberarlo de ataduras pol¨ªticas. Basta ver el ejemplo de Feij¨®o en la televisi¨®n gallega, por no remontarnos a la gesti¨®n en Telemadrid o Canal Nou que hizo ese partido cuando goz¨® de mayor¨ªas confortables y los condujo a la ruina y la demolici¨®n. Nadie ignora que incluso la mayor¨ªa de los periodistas m¨¢s destacados de los medios privados salieron de emisoras p¨²blicas donde aprendieron el oficio y recibieron el regalo del carisma. Menospreciar su importancia es un insulto institucional tan grave como degradar a jueces o profesores. En los medios p¨²blicos hay profesionales no solo capaces, sino libres y hasta ind¨®mitos al sometimiento que les llega del poder de turno. Para valorar a los periodistas conviene tener presente aquella receta de Lichtenberg: ¡°No hay que juzgar a las personas por sus opiniones, sino por aquello en que sus opiniones los convierten¡±.
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