Pagar a los j¨®venes no por ser j¨®venes
Los lectores escriben de la propuesta de Yolanda D¨ªaz de dar 20.000 euros a quienes cumplan 18 a?os, la diversidad de opiniones en EL PA?S, la importancia de quienes cuidan a nuestros hijos y mayores y la Ley de Memoria Democr¨¢tica
Sumar, con Yolanda D¨ªaz al frente, la misma que ha dado una de las mejores muestras de c¨®mo hacer la mejor de las pol¨ªticas posibles, la del consenso, ha propuesto una paga universal para los j¨®venes. Personalmente, estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de ofrecer un colch¨®n econ¨®mico para que todos los j¨®venes puedan formalizar ese momento de inflexi¨®n en la vida, que es la autonom¨ªa y la independencia. Es una medida para construir una nueva sociedad, realmente distinta a la actual y m¨¢s acorde con las necesidades de futuro. Se trata de una ley fundamental. Todos los nuevos ciudadanos que se incorporan a la responsabilidad de cuidar del mundo comprobar¨¢n que indistintamente de su condici¨®n social contamos con ellos. Mi ¨²nica queja es que esa paga universal no llegue como fruto del m¨¦rito. No cuestiono su universalidad, pero podr¨ªa considerarse m¨¢s como el resultado del esfuerzo realizado. Creo que este criterio es m¨¢s adecuado y supera la dial¨¦ctica izquierda derecha.
Albert Codina Camallonga. Barcelona
Razonamiento y respeto
En estos malhumorados tiempos de bander¨ªas, insultos, descalificaciones, falta de di¨¢logo y exposici¨®n razonada de las propias y leg¨ªtimas opiniones es muy reconfortante ver como EL PA?S, diario del que soy suscriptor desde hace muchos a?os, da cabida en sus p¨¢ginas a articulistas y columnistas que declaran n¨ªtidamente sus posiciones pol¨ªticas. As¨ª tenemos los lectores la posibilidad de saber d¨®nde est¨¢ cada uno de ellos y tambi¨¦n de elegir a qui¨¦n leemos. Agradezco a EL PA?S que cuente entre sus muchos colaboradores a reconocidos escritores como Antonio Mu?oz Molina y Fernando Savater, quienes, en mi opini¨®n, pueden representar a posiciones distantes del espectro pol¨ªtico actual de nuestra Espa?a. Como lector de este diario, me identifico claramente con uno de ellos.
Santiago A. Mu?oz Valero. Las Matas (Madrid)
La huelga de las ¡°sin papeles¡±
Parece un sinsentido: las personas ¡°sin papeles¡± no pueden trabajar, y sin relaci¨®n laboral no cabe reivindicaci¨®n alguna. Pero estas personas trabajan. Trabajan sin condiciones ni reivindicaciones. A ellas confiamos las labores m¨¢s delicadas y exigentes de nuestros hogares como es el cuidado de nuestros hijos m¨¢s peque?os y la asistencia a nuestros mayores. El inicio y el fin de nuestros m¨¢s queridos, en sus manos. Es parad¨®jico que releguemos estas atenciones tan exquisitas a personas tan poco valoradas profesionalmente. Me pregunto qu¨¦ pasar¨ªa si nuestras agradecidas ¡°sin papeles¡± tomaran conciencia de la dependencia que, en nuestra organizada vida, tenemos de su trabajo. Imagino el caos social de un paro indefinido de estas trabajadoras sin trabajo.
Loles Silvestre Castell¨®. Valencia
Nunca m¨¢s se supo, hasta ahora
Mi abuela de 92 a?os a¨²n recuerda emocionada el d¨ªa en que entraron en su casa y se lo llevaron. No volvi¨® a verlo vivo. No supo cu¨¢ndo, c¨®mo ni por qu¨¦. Hoy, gracias a la Ley de Memoria Democr¨¢tica, hemos tenido acceso al pasado. Y mi abuela ha podido desbridar la herida y saber algo m¨¢s del final de su padre.
Nuria Iglesias Rom¨¢n. Madrid
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