Armas malditas, malditas guerras
Solo la guerra en defensa propia puede ser justa, pero es casi imposible librar la guerra con medios que sean justos
Joe Biden ha autorizado la entrega de bombas de fragmentaci¨®n o de racimo demandadas por Ucrania, una decisi¨®n que contraviene la prohibici¨®n de su uso, fabricaci¨®n, almacenamiento y transferencia firmada por 120 pa¨ªses en 2008 y que entr¨® en vigor en 2010. EE UU, Ucrania y Rusia no se han adherido a la convenci¨®n y han seguido utiliz¨¢ndolas, especialmente estos dos ¨²ltimos pa¨ªses, en los combates en los que est¨¢n enzarzados desde la invasi¨®n del primero por el segundo.
Este tipo de bomba dispersa los explosivos, buena parte de los cuales quedan sin detonar y luego act¨²an como minas terrestres, especialmente peligrosas para los civiles, pero tambi¨¦n para los ej¨¦rcitos que las utilizan. Los firmantes del convenio, entre los que se encuentran 22 socios de la UE y 21 de la OTAN, se han comprometido tambi¨¦n a la destrucci¨®n de sus arsenales, que en el caso de Espa?a se produjo hace ya m¨¢s de diez a?os, cuando Carme Chac¨®n era ministra de Defensa.
Para Rusia no es un problema, acostumbrada como est¨¢ a cruzar los umbrales de la legalidad y de los c¨®digos de decencia, en esta y en todas las guerras. Ha vulnerado la Carta de Naciones Unidas; transgredido el Acta Final de Helsinki, de donde sali¨® la Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa; incumplido los tratados y memorandos que hab¨ªa firmado, con Ucrania y con los pa¨ªses de la UE y de la OTAN; bombardeado a la poblaci¨®n civil; detenido, torturado y ejecutado a ciudadanos indefensos y secuestrado a millares de ni?os; destruido infraestructuras vitales para la vida en Ucrania, escuelas y hospitales, museos y teatros, el mayor embalse fluvial del pa¨ªs, y prepara ahora la destrucci¨®n de la central nuclear de Zaporiyia. Tambi¨¦n ha blandido la amenaza nuclear para disuadir y alejar a los aliados de Kiev.
No hay guerras justas, si no es en defensa propia, cuando se combate por la supervivencia, como es el caso de los ucranios. As¨ª lo reconoce la Carta de Naciones Unidas, de la que Rusia es fundador, firmante y garante como miembro permanente del Consejo de Seguridad. Adem¨¢s de injustas porque lo son los motivos de quienes las desencadenan, tambi¨¦n son injustas por la forma de librarlas: incluso quien se defiende justamente es virtualmente imposible que no utilice m¨¦todos injustos. Tal es el caso de las bombas de racimo, utilizadas profusamente por Mosc¨² y solicitadas ahora por Kiev ante el agotamiento de su munici¨®n. Todas las partes, incluso la que tiene la raz¨®n moral, suelen cometer cr¨ªmenes de guerra, aunque normalmente en distinto grado, seg¨²n si es el agresor o el agredido.
Una vez desatada la escalada de muerte, nada para la guerra si no es el agotamiento del combustible humano que alimenta el maldito caldero. Urge la paz. Una paz justa, que castigue a los culpables y devuelva el control del territorio, las fronteras y la plena soberan¨ªa a Ucrania. Cuanto m¨¢s larga la guerra, mayor el horror.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.