Al borde del precipicio
Se ha ido por el desag¨¹e el capital de estabilidad y previsibilidad que se le presum¨ªa a la autocracia, exactamente lo que m¨¢s valora ese vecino chino que le declar¨® una amistad sin l¨ªmites
Nada es lo que parece. Todo es decorado y mentira. La ¨²nica verdad permanece oculta. Ni siquiera conocemos el n¨²mero de las v¨ªctimas mortales de los enfrentamientos del s¨¢bado. Vlad¨ªmir Putin les rinde homenaje con un minuto de silencio pero amnist¨ªa en el minuto siguiente a los responsables de su muerte. No cuentan los muertos all¨ª donde reina la muerte.
La victoria reivindicada es la guerra civil que se ha evitado. Hay que prestar atenci¨®n al significado de tal proeza. La columna de Yevgueny Prigozhin lleg¨® a 200 kil¨®metros del Kremlin, sin que nadie les cerrara el paso por tierra. Algunos de los aviones y helic¨®pteros que intentaron hacerlo desde el aire fueron derribados, en un balance peor que un d¨ªa en Ucrania.
Se ha evitado una matanza que hubiera obligado a desguarnecer el frente de Ucrania. Era la derrota segura, quiz¨¢s en unas pocas horas. Se entiende el alt¨ªsimo precio pagado para impedirla. La autoridad presidencial est¨¢ por los suelos. La guerra inicialmente innombrable ha penetrado en territorio ruso. La perciben sus ciudadanos. Se ha ido por el desag¨¹e el capital de estabilidad y previsibilidad que se le presum¨ªa a la autocracia, exactamente lo que m¨¢s valora ese vecino chino que le declar¨® una amistad sin l¨ªmites. Rusia est¨¢ en guerra.
A Putin le queda el consuelo de que no ha sido el enfrentamiento civil cl¨¢sico que precede a la ca¨ªda del r¨¦gimen. Vencedor en Chechenia, Georgia, Siria y, sobre todo, en Crimea, ahora va de derrota en derrota. Es un perdedor acreditado. Incluso la cruenta y p¨ªrrica victoria de Bajmut se ha convertido en ajena, puesto que la obtuvo el ahora exilado Prigozhin al frente de sus mercenarios.
Puede que nadie crea sus bravatas nucleares, aunque la destrucci¨®n de la presa de Nova Kajovka y la amenaza sobre la central nuclear de Zaporiyia se?alan la inquietante pulsi¨®n apocal¨ªptica que late en su cabeza. Ahora el temor nuclear se ha trasladado al caos y al descontrol que puedan resultar de su ca¨ªda o incluso de una implosi¨®n de la Federaci¨®n Rusa.
La jornada del mot¨ªn fue buena para Ucrania, pero pudo ser mejor todav¨ªa. Distrajo la atenci¨®n de Mosc¨², pero no distrajo sus tropas. Putin ha disuelto sus legiones m¨¢s temidas y crueles. Poco podr¨¢n aportar los legionarios que se encuadren en su ej¨¦rcito burocratizado y corrupto. No sabemos qu¨¦ har¨¢n los desplazados a Bielorrusia, ni tampoco los desplegados en ?frica y en Siria, ni si estar¨¢n bajo control de Prigozhin o de Sergu¨¦i Shoig¨², un ministro de Defensa que podr¨ªa tener mando directo sobre territorios africanos, como un antiguo virrey imperial.
Putin sale debilitado, pero todav¨ªa no ha perdido. Solo ha evitado una ca¨ªda decisiva. Est¨¢ rodeado de perdedores. Aleksandr Lukashenko, el pacificador y aparente ganador de la jornada, es solo un superviviente a su servicio. Se aguanta gracias a Putin y caer¨¢ con Putin. Una vez la guerra civil asoma su hocico inhumano, es dif¨ªcil que no regrese con mayor ¨ªmpetu y derrame m¨¢s sangre.
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