Simple cuesti¨®n de humanidad
Basta mirar alrededor: hasta el dolor de los m¨¢s d¨¦biles puede convertirse en arma electoral
Hay un v¨ªdeo de apenas 15 segundos que circula por Twitter y que es en s¨ª mismo un tratado de indignidad. Se ve una playa del Cabo de Gata repleta de ba?istas a la que de pronto arriba una patera, los ocupantes la abandonan y, algunos con visible dificultad, tratan de superar la pendiente de arena que les separa de la orilla. Se ve que son inmigrantes, por el color de la piel y porque no transportan fardos, sino peque?as bolsas o mochilas donde suelen llevar la documentaci¨®n, un tel¨¦fono m¨®vil, algo de ropa, tal vez alg¨²n alimento. Lo s¨¦ porque los he visto muchas veces. Desde aquella tarde de febrero de 1992 que Juli¨¢n Mart¨ªnez, el entonces redactor jefe, me envi¨® a la costa de Almer¨ªa para entrevistar a una mujer marroqu¨ª detenida tras llegar en patera. Luego los he visto atravesar Centroam¨¦rica para llegar a M¨¦xico, y despu¨¦s brincar a los Estados Unidos, y tambi¨¦n dejarse la vida frente a Lampedusa. Centenares de ata¨²des ¨Cmuchos de ellos blancos¡ª alineados en el hangar de un aeropuerto, sin un nombre con el que enterrarlos, sin unas se?as donde poder enviar un p¨¦same.
Los he visto porque era mi trabajo, pero los hemos visto todos porque en esta ¨¦poca de hiperconexi¨®n uno puede alegar cualquier cosa en su defensa, pero no ausencia de informaci¨®n. No se trata de terroristas, ni de narcotraficantes, son simplemente los parias de la tierra, aquellos que solo tienen una ficha ¡ªla de su propia vida¡ª con la que jugarse su futuro y el de sus hijos. Nada m¨¢s ser elegido papa, Jorge Mario Bergoglio decidi¨® ir a la isla italiana frente a la que se hab¨ªa producido un gran naufragio, y se pregunt¨®: ¡°?Qui¨¦n de nosotros ha llorado por las j¨®venes madres que llevaban a sus hijos sobre las barcas?¡±. Era una pregunta ret¨®rica, y aunque no lo hubiera sido, la respuesta tambi¨¦n habr¨ªa sido el silencio. O algo peor: lo que en ese v¨ªdeo de 15 segundos colgado en Twitter repite una mujer en tono airado, mientras presencia la llegada de los inmigrantes, su huida a trav¨¦s de las dunas...
¡ª??Y ahora qu¨¦ pasa con la barca¡!?
No se trata de pol¨ªtica, ni de religi¨®n ¡ªni siquiera el Papa pidi¨® rezar, tan solo sentir el dolor de aquellas madres que se hundieron abrazadas a sus hijos¡ª, ni tampoco de un falso buenismo. Es simple cuesti¨®n de humanidad. Ahora, en este clima electoral en el que los plat¨®s parecen cuadril¨¢teros y los moderadores higi¨¦nicos cronometradores de insultos y mentiras, es in¨²til invocar a una reflexi¨®n medianamente sosegada. Basta mirar a nuestro alrededor para comprobar en qu¨¦ nos estamos convirtiendo. Ah¨ª est¨¢ si no la ¨²ltima indignidad, ese insulto que hace fortuna y que fue esculpido como arma electoral contra Pedro S¨¢nchez, pero que se ha convertido en motivo de dolor para las v¨ªctimas del terrorismo y que, a pesar de ello, se sigue utilizando, incluso por aquellos que deber¨ªan entender mejor que nadie la indecencia de la frase. Consuelo Ord¨®?ez, hermana del concejal del PP de San Sebasti¨¢n asesinado en 1995 por Francisco Javier Garc¨ªa Gaztelu, Txapote, ha pedido ¡ªjunto a varias asociaciones de v¨ªctimas de ETA¡ª que se deje de utilizar el exabrupto. Pero no hay caso. Hasta la mujer que almorzaba con Gregorio Ord¨®?ez en el restaurante en que fue asesinado ha dicho que bueno, que entiende que a Consuelo le moleste, pero que como eslogan es imbatible. Tampoco N¨²?ez Feij¨®o ni quienes ¨¦l fich¨® como moderados y ahora ans¨ªan un cargo han sido capaces de decir basta ya, no todo vale.
En Lampedusa, un carpintero fabrica peque?as cruces y juguetes muy r¨²sticos con los restos de las barcas azules que naufragaron frente a la orilla. Aqu¨ª se estampan camisetas con el nombre de un terrorista para insultar a un rival pol¨ªtico.
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