Abandonad toda esperanza
La avalancha de sondeos en los medios cr¨ªticos con el Gobierno no persegu¨ªa un objetivo meramente descriptivo de la opini¨®n del electorado, sino que pretend¨ªa (y ha conseguido) generar lo que han llamado un ¡°consenso demosc¨®pico¡±: la victoria del PP
Desde el anuncio de la convocatoria electoral avanzada, el pasado 29 de mayo, se han publicado en Espa?a 140 encuestas con estimaci¨®n de voto, lo que representa una media de casi tres encuestas diarias. Nunca antes se hab¨ªa dado un fervor demosc¨®pico de tal magnitud. En el mismo per¨ªodo anterior a la convocatoria de noviembre de 2019 el n¨²mero de encuestas con estimaci¨®n de voto publicadas fue de 55, menos de la mitad. Y para la convocatoria de abril de ese mismo a?o se publicaron 47.
?A qu¨¦ se debe este fervor demosc¨®pico? Hay alguna explicaci¨®n muy simple. Por un lado, hoy se publica m¨¢s que antes. Internet ha permitido una explosi¨®n de prensa escrita (en formato digital, obviamente). De las 22 cabeceras que han publicado encuestas en el ¨²ltimo mes y medio, solo nueve son de peri¨®dicos en papel, otros nueve son peri¨®dicos exclusivamente digitales, y el resto corresponden a televisiones (dos), radios (una, Onda Cero) e institutos de sondeos p¨²blicos (CIS).
Por otro lado, los costes de realizaci¨®n de los sondeos han bajado de forma evidente en los ¨²ltimos a?os, tambi¨¦n gracias a la introducci¨®n de metodolog¨ªa digital para la captaci¨®n y entrevista de los encuestados. Esto hace que contratar un sondeo no suponga un gasto inasumible para cualquier medio de comunicaci¨®n como era antes.
Y en tercer lugar debe tenerse en cuenta el rendimiento que el medio saca al sondeo, tanto en forma de notoriedad y de aumento de tr¨¢fico en la web (de clickbaits), como por la capacidad que tiene de nutrir otros productos del propio medio (art¨ªculos de opini¨®n, piezas de an¨¢lisis).
Todo ello explicar¨ªa el porqu¨¦ de la explosi¨®n de sondeos que estamos viviendo en los ¨²ltimos a?os, sobre todo a partir de 2018. Y la fecha no es fortuita. Porque m¨¢s all¨¢ del n¨²mero de las encuestas publicadas tambi¨¦n ha cambiado el impacto que esas encuestas tienen en el cuerpo electoral, y eso es tal vez lo m¨¢s importante.
Desde hace unos a?os, pongamos desde 2015, pero es dif¨ªcil delimitar un momento espec¨ªfico, vivimos un cambio profundo por lo que respecta a la relaci¨®n entre los electores y la oferta electoral. En parte el cambio se debe a la propia mutaci¨®n de la oferta a partir de 2015, con la aparici¨®n de los nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos, posteriormente Vox), y en parte se debe al relevo generacional, al reemplazo de unos electores que mostraban una preferencia partidista bastante estable por otros que no tienen un partido preferido, sino que deciden el destino de su voto en funci¨®n de elementos de tipo coyuntural.
El cambio es muy evidente en los datos del CIS (s¨ª, del CIS): m¨¢s del 40% de los electores de 65 a?os o m¨¢s dice que vota siempre al mismo partido, mientras que el 70% de los que tienen menos de 55 a?os afirman que votan a uno u otro partido (o no votan) seg¨²n lo que m¨¢s les convenza en ese momento. La mutaci¨®n es evidente y, como sucede cuando un cambio va a caballo del relevo generacional, no puede m¨¢s que afianzarse en los a?os venideros. Cada vez, pues, habr¨¢ m¨¢s electores coyunturales, que depositar¨¢n su confianza en un partido dependiendo de lo que m¨¢s les ¡°convenza¡± en ese momento.
?Y qu¨¦ les convence? Pues principalmente lo que busca este nuevo elector (nuevo, que no necesariamente joven) es maximizar los efectos de su voto. No le importa tanto votar a un partido concreto o a otro como hacer que su voto sirva para algo, ya sea para hacer ganar a una opci¨®n o para evitar que otra no consiga ganar. El suyo es un voto estrat¨¦gico, no partidista, es un voto que pretende conseguir alguna cosa y que decide a qu¨¦ candidatura va en funci¨®n de las posibilidades que el elector les presupone a los diferentes partidos. ?Posibilidades para qu¨¦? Para alcanzar su objetivo, ya sea contribuir a la victoria o ayudar a impedir la victoria.
Y aqu¨ª es donde entran las encuestas, porque ?qui¨¦n puede proporcionar a este elector los elementos que les permitan calcular las posibilidades de los diferentes partidos? Obviamente, los sondeos. Las estimaciones de los estudios demosc¨®picos definen el marco de lo que es o no es posible. Ese es su poder. Las predicciones de las encuestas llegan a ese elector estrat¨¦gico (ya sea directa o indirectamente a trav¨¦s de cualquier canal al que este elector est¨¢ expuesto) y le instruyen sobre las posibilidades de las diferentes fuerzas, lo que al final acaba vehiculando su decisi¨®n, orient¨¢ndola hacia uno u otro candidato, puesto que no todos tienen las mismas posibilidades ni sirve votar a cualquiera si se quiere que tu voto obtenga el ¡°rendimiento¡± que deseas.
Esta capacidad de delimitar el marco de lo posible es probablemente lo que explique el porqu¨¦ del crecimiento exponencial en la publicaci¨®n de sondeos en los ¨²ltimos a?os. Si se consideran las 437 encuestas publicadas en los dos ¨²ltimos a?os, el 66% han aparecido en medios cr¨ªticos con el actual Gobierno, por un 20% en medios que simpatizan con ¨¦l. Esta avalancha de sondeos en los medios cr¨ªticos con el Gobierno no persegu¨ªa un objetivo meramente descriptivo de la opini¨®n del electorado, sino que pretend¨ªa (y ha conseguido) generar lo que han llamado un ¡°consenso demosc¨®pico¡±, es decir, definir los l¨ªmites de lo que es posible. En este caso la victoria del PP en las pr¨®ximas elecciones generales. Cualquier otro escenario queda fuera del marco, por tanto, es imposible, impensable incluso y obviamente indefendible. Cualquier estimaci¨®n que se salga del ¡°consenso¡± va a ser se?alada como tendenciosa y de poco fiar, y cualquier empresa se lo pensar¨¢ dos veces antes de ir contracorriente, arriesg¨¢ndose a ser desprestigiada.
El objetivo final de todo ello no es (s¨®lo) empresarial sino eminentemente pol¨ªtico. Las encuestas, en esta nueva tesitura, no buscan acertar el resultado, buscan condicionarlo, convertir la elecci¨®n en una profec¨ªa autocumplida. El marco grabado a fuego por el ¡°consenso demosc¨®pico¡±, la victoria inevitable del PP, busca un efecto en el elector, susurra al o¨ªdo de ese elector estrat¨¦gico la frase que presid¨ªa la puerta del infierno dantesco: lasciate ogne speranza. No hay nada que hacer, el PP va a ganar las elecciones, lo dicen todas las encuestas (bueno, menos aquellas de las que no hay que fiarse, por sesgadas). Abandona toda esperanza, da igual que vayas a votar el 23, la izquierda no tiene ninguna posibilidad, tu voto no va a servir para nada as¨ª que ah¨®rrate el viaje, vete a la playa, nosotros ya hemos ganado. Y efectivamente as¨ª ser¨¢.
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