En defensa de la democracia
La radicalizaci¨®n de la derecha y su connivencia con la ultraderecha apuntan a un desbordamiento de los par¨¢metros en los que se ha desenvuelto la vida pol¨ªtica espa?ola desde la Transici¨®n
Conforme nos aproximamos a la cita electoral del 23-J, m¨¢s se?ales de alarma se encienden. No s¨®lo la ciudadan¨ªa que se identifica con opciones pol¨ªticas de izquierdas, sino toda persona con apego a la democracia, deber¨ªa captar la transcendencia de estos comicios. No est¨¢ en juego una simple alternancia entre dos grandes propuestas, progresista y conservadora, en el marco de un orden constitucional asumido por todos. Esta vez, la radicalizaci¨®n de la derecha y su connivencia con la ultraderecha apuntan claramente a un desbordamiento de los par¨¢metros en los que se ha desenvuelto la vida pol¨ªtica en Espa?a desde la Transici¨®n.
No se trata del consabido grito ¡°que viene el lobo¡± como recurso electoralista. El lobo merodea realmente en torno a nuestras instituciones y trata de normalizar sus aullidos en la sociedad. Una oleada de populismo, de intolerancia y xenofobia se extiende por todas las naciones. No estamos ante un asalto violento y directo al Estado, como los que conoci¨® Europa en los a?os treinta del siglo pasado, dando paso a terribles reg¨ªmenes totalitarios. Hoy asistimos a un proceder m¨¢s sutil: ocupar las instituciones, vaciarlas de sustancia democr¨¢tica, desarticular a la sociedad civil. Estamos ante el peligro de un grave retroceso en los derechos alcanzados por las clases trabajadoras, de los avances en materia de igualdad entre hombres y mujeres, del Estado de bienestar y las libertades¡ Todo ello en provecho de una reducida ¨¦lite que acumula riqueza y entiende afrontar los retos competitivos del siglo desde gobiernos de rasgos autoritarios, capaces de encorsetar y manipular la desaz¨®n social.
La campa?a desatada contra el Gobierno de Pedro S¨¢nchez por el PP de Alberto N¨²?ez Feij¨®o, espoleado por Vox, no deja lugar a dudas. Nadie ha escuchado una propuesta liberal en ning¨²n ¨¢mbito. No se ha o¨ªdo ninguna cr¨ªtica razonada acerca de la acci¨®n reformista del Ejecutivo de izquierdas. No ha habido nada de lo que cab¨ªa esperar en una disputa electoral. Todo han sido descalificaciones y deshumanizaci¨®n del adversario. Hip¨¦rboles y mentiras a chorro, emponzo?ando la atm¨®sfera. En plena pandemia, el Gobierno de coalici¨®n fue declarado ¡°ileg¨ªtimo¡± y ¡°filoetarra¡±. Durante estos a?os, la derecha ha bloqueado la renovaci¨®n de las m¨¢s altas instancias judiciales. Hoy, siguiendo la estela de Donald Trump, Feij¨®o siembra sospechas acerca de la propia limpieza del proceso electoral. La democracia no se sostiene sin credibilidad social hacia las instituciones. Sus engranajes necesitan el lubricante del respeto y la veracidad para no griparse. Pues bien, eso es lo atacan vehementemente las derechas. Tras unos a?os estresantes para la ciudadan¨ªa, pretenden excitar su enojo y nublar la raz¨®n, anular la conversaci¨®n democr¨¢tica. Se trata de ocultar a todo precio el meritorio balance del Gobierno en materia laboral, econ¨®mica y medioambiental; de ignorar su papel destacado en Europa o denostar la reconducci¨®n, por la v¨ªa del di¨¢logo, del conflicto territorial en Catalu?a. El PP se cuida de exponer su programa, una agenda de recortes en los servicios p¨²blicos y regalos fiscales a los m¨¢s hacendados, en la que reconocer¨ªamos f¨¢cilmente las recetas neoliberales fracasadas, aplicadas en anteriores crisis. En lugar de eso, recurre a la emotividad. Azuza el miedo, difuso entre la poblaci¨®n, ante un futuro repleto de incertidumbres. Cabalga la ira social que suscitan las desigualdades, designando como chivo expiatorio a los sectores m¨¢s desprotegidos¡ Cegar la v¨ªa de la pol¨ªtica y polarizar a la sociedad: as¨ª pretenden las derechas hacerse con el poder.
El fin determina los medios y estos revelan la meta que se persigue. Los m¨¦todos antidemocr¨¢ticos solo pueden propiciar una finalidad iliberal. El ejemplo h¨²ngaro pod¨ªa parecernos lejano. Mucho m¨¢s cerca, unos meses de Gobierno de Giorgia Meloni en Italia bastan para entender por d¨®nde van las cosas: ataque a las prestaciones sociales, cuestionamiento de los nuevos derechos civiles, crueldad en la pol¨ªtica migratoria¡ Un Gobierno para los ricos que inocula odio al diferente entre los humildes. Sin cambios legislativos notables, el Estado va perdiendo su funci¨®n vertebradora de la sociedad y se desliza hacia una funci¨®n coercitiva, de mantenimiento del orden. Un orden cada vez m¨¢s injusto.
No podemos permitir que las derechas empujen al pa¨ªs a semejante din¨¢mica. Hay que cerrarles el paso. Y hay que hacerlo para profundizar en la senda emprendida estos ¨²ltimos a?os. Ning¨²n reproche a los errores que haya podido cometer el Gobierno de izquierdas ¡ªy que en ning¨²n caso desmienten su valiosa aportaci¨®n¡ª deber¨ªa llevar a una abstenci¨®n, a un voto en blanco o a un voto de ¡°protesta¡± ante la grave disyuntiva que se nos plantea: seguir apostando por el progreso social, la convivencia en Espa?a y la construcci¨®n europea¡ o emprender viaje hacia un r¨¦gimen de corrupci¨®n y autoritarismo. ?Que nadie falte a la cita del 23-J! Hay que llenar las urnas de votos progresistas. De ello depende el futuro de la democracia.
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