Anatom¨ªa de una estrategia de polarizaci¨®n: objetivo, ¡°derogar el sanchismo¡±
Espa?a se adentra en una nueva fase de una espiral polarizadora parecida a la de otras democracias, pero m¨¢s inquietante por las caracter¨ªsticas de fondo de la situaci¨®n del pa¨ªs
Espa?a se encamina hacia las elecciones legislativas del 23 de julio en un escenario pol¨ªtico de profunda polarizaci¨®n. Dos conceptos acu?ados por la derecha ¡ª¡±la derogaci¨®n del sanchismo¡± y ¡°elegir entre S¨¢nchez y Espa?a¡±¡ª marcan con fuerza el escenario y representan ejemplos cristalinos del aumento de un tipo espec¨ªfico, y muy problem¨¢tico, de polarizaci¨®n: la afectiva. Esta din¨¢mica, com¨²n a varios pa¨ªses occidentales, trasciende el tradicional conflicto ideol¨®gico y se despliega en el territorio de las emociones, del est¨ªmulo del sentimiento de pertenencia a un grupo y rechazo visceral a otros. En este terreno, prospera la construcci¨®n de identidades partidistas que se convierten en el prisma principal de lectura de la realidad. Los polit¨®logos se?alan que se trata de una lacra especialmente nociva para la eficacia de una democracia.
Espa?a comparte con otros pa¨ªses estos rasgos, pero hay dos elementos que motivan una especial inquietud. En primer lugar, seg¨²n se?alan varios expertos consultados para este an¨¢lisis, hay s¨ªntomas de que el problema empeora. Adem¨¢s, Espa?a presenta una situaci¨®n de contexto en algunos sentidos m¨¢s inflamable que otros pa¨ªses comparables, por las caracter¨ªsticas de su estructura partidista y por cuestiones de fondo sin cerrar, con debilidades cr¨ªticas en varios de sus pilares ¡ªcuesti¨®n territorial, forma de Estado, un pasado irresuelto¡ª.
¡°En Espa?a hemos asistido en los ¨²ltimos a?os a un proceso de consolidaci¨®n de dos bloques ideol¨®gicos, pero todav¨ªa no est¨¢bamos en un momento de polarizaci¨®n afectiva muy fuerte. Ahora s¨ª se est¨¢ generando eso¡±, dice Luis Miller, cient¨ªfico titular del CSIC y autor de Polarizados. La pol¨ªtica que nos divide (Deusto), libro publicado en abril en el que el autor ya afirmaba que el pa¨ªs iba rumbo a las elecciones m¨¢s polarizadas en 40 a?os.
¡°Tengo la sensaci¨®n de que nos dirigimos a unas elecciones muy polarizantes desde el punto de vista afectivo y es preocupante, porque suelen ser procesos perniciosos, que se retroalimentan¡±, coincide Mariano Torcal, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universitat Pompeu Fabra y autor de De votantes a ¡®hooligans¡¯. La polarizaci¨®n pol¨ªtica en Espa?a (Catarata).
En cuanto al marco de los partidos, puede notarse que Alemania y otros pa¨ªses de la Europa central y n¨®rdica tienen una cultura de coaliciones que aten¨²a la polarizaci¨®n; Italia dispone de un s¨®lido historial de casos en los que los distintos bandos cierran filas en momentos cr¨ªticos; Francia tiene, al menos de momento con la presencia de Emmanuel Macron, una configuraci¨®n tripolar. As¨ª, Espa?a parece aproximarse m¨¢s al frentismo de las pol¨ªticas de Estados Unidos y el Reino Unido, pero sin la solidez que otorgan siglos de historia democr¨¢tica y con un sistema electoral que produce grupos parlamentarios sumisos a la voluntad de la direcci¨®n del partido, dificultando el pluralismo y el disenso interno.
En cuanto al marco estructural, por supuesto los dem¨¢s tambi¨¦n afrontan problemas explosivos (territoriales en el Reino Unido; raciales en EE UU; integraci¨®n migratoria en Francia; etc¨¦tera) pero la conjunci¨®n a la vez de la cuesti¨®n territorial, de la forma de Estado y de un pasado irresuelto configuran en Espa?a un escenario especialmente problem¨¢tico.
El fen¨®meno y sus consecuencias han sido ya objeto de muchos estudios. Como se?ala el propio Torcal en su libro, o Ezra Klein en su Por qu¨¦ estamos polarizados (Capit¨¢n Swing), la polarizaci¨®n afectiva refuerza la configuraci¨®n de votantes que priman la defensa del grupo por encima de todo, con escasa propensi¨®n a buscar la verdad, reconocer errores de, o exigir responsabilidades a sus l¨ªderes, o aceptar compromisos con la otra parte. De ah¨ª, las multitudes trumpistas que siguen creyendo que Biden rob¨® las elecciones, o las multitudes brexiteras que abrazaron el ¡°que se jodan los expertos¡±.
A continuaci¨®n, un intento de radiografiar la actual fase pol¨ªtica espa?ola desde este punto de vista. Es una realidad compleja, determinada por una pl¨¦tora de elementos concomitantes o reactivos. El balance de responsabilidades es un juicio que pertenece al ¨¢mbito de la opini¨®n, pero es posible enfocar algunas realidades f¨¢cticas clave en esta espiral y observarla en comparativa con lo que ocurre en otros pa¨ªses relevantes.
La legitimidad democr¨¢tica
Los lemas ¡°hay que elegir entre S¨¢nchez y Espa?a¡± y ¡°derogar al sanchismo¡±, que configuran el marco en el que el PP de Alberto N¨²?ez Feij¨®o plantea la precampa?a, son un emblema cristalino de la polarizaci¨®n afectiva, en la que el mensaje pol¨ªtico busca generar una oleada emotiva reactiva, personalizando el foco, difuminando los contenidos.
En el primer caso, se sugiere que el adversario es la ant¨ªtesis de la patria, un elemento destructor de la misma; en el segundo, se recurre a un vocablo con reminiscencia de reg¨ªmenes autoritarios para impugnar una geometr¨ªa de poder ¡ªla que incluy¨® a Unidas Podemos en la coalici¨®n de gobierno y a ERC y EH Bildu en la mayor¨ªa parlamentaria¡ª y la parte de la acci¨®n gubernamental que se considera fruto podrido de esa geometr¨ªa.
Un sondeo de 40dB. publicado por EL PA?S apunta que ¡°acabar con el sanchismo¡± es la principal raz¨®n de quienes tienen intenci¨®n de votar al PP.
¡°Lo que hace la derecha es plantear una idea que me parece absolutamente horrible, que es: se est¨¢ instalando un r¨¦gimen cuya legitimidad democr¨¢tica es cuestionable que se llama el sanchismo. No se puede jugar a apelar a la ilegitimidad de los actores pol¨ªticos por intereses particulares¡±, considera Torcal.
El anterior l¨ªder del PP, Pablo Casado, declar¨® que S¨¢nchez era un presidente ileg¨ªtimo y le tach¨® ¡ªadem¨¢s de ¡°ileg¨ªtimo¡±¡ª de ¡°traidor¡± y ¡°okupa¡±; su sucesor, Feij¨®o, ha sostenido que ¡°S¨¢nchez es leg¨ªtimamente presidente, pero no es leg¨ªtimo lo que est¨¢ haciendo¡±. Leg¨ªtimo, seg¨²n la RAE, significa ¡°conforme a leyes¡±.
Feij¨®o tambi¨¦n ha afirmado que el Gobierno de S¨¢nchez ¡°erosiona los cimientos de la democracia¡±, mientras la l¨ªder del PP en la Comunidad de Madrid, Isabel D¨ªaz Ayuso, habl¨® abiertamente de ¡°intento de pucherazo¡± ante las elecciones del 28-M. Se trata de acusaciones de alto voltaje emocional.
¡°Con ese tipo de ret¨®rica de fondo, ?qu¨¦ pasar¨ªa si, en contra de los pron¨®sticos, la derecha no logra una victoria?¡±, se pregunta con inquietud Torcal. Los asaltos a las instituciones en EE UU y Brasil invitan a la cautela. En Espa?a, aunque menores, ya se han producido episodios de incidentes f¨ªsicos ante sedes institucionales.
La ret¨®rica de golpes sustanciales a la democracia no se ve reflejada en acciones o expedientes formales desde la Comisi¨®n Europea ¡ªbajo el mando de la popular Ursula von der Leyen¡ª como los activados contra Polonia o Hungr¨ªa. El exministro del PP Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo cit¨® recientemente un informe de la Comisi¨®n sosteniendo que el Ejecutivo comunitario denuncia la ¡°erosi¨®n de la democracia en la era S¨¢nchez¡±. En realidad, el documento se limita a se?alar factores ¡ªla fragmentaci¨®n normativa, la limitada evaluaci¨®n ex post de las pol¨ªticas y el uso frecuente de procedimientos de emergencia para aprobar leyes¡ª que debilitan la calidad de la legislaci¨®n.
Las evaluaciones de centro de estudios especializados, como The Economist Intelligence Unit (EIU), poco sospechoso de simpat¨ªas con el progresismo radical, tampoco avalan tesis de desgaste democr¨¢tico sustancial. EIU otorg¨® a Espa?a en 2022 una evaluaci¨®n de democracia plena, a la par con Francia, mejor que EE UU o Italia, y con una nota sustancialmente en l¨ªnea con la media de la ¨²ltima d¨¦cada.
Manuel Arias Maldonado, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de M¨¢laga, autor, entre otros libros, de La democracia sentimental (P¨¢gina ind¨®mita) y columnista del diario El Mundo, considera ¡°desafortunado¡± el recurso al concepto de sanchismo. ¡°Tiene una contundencia que me parece poco c¨ªvica, pero me parece que podemos encontrar manifestaciones igualmente inc¨ªvicas en la izquierda. Yo preferir¨ªa que el debate fuera un poco m¨¢s civilizado¡±.
Sin aceptar la etiqueta de ¡°derogar el sanchismo¡±, Arias Maldonado describe dos rasgos a su juicio censurables del liderazgo de S¨¢nchez: ¡°Por un lado, una alianza contra natura de un partido de Estado, o que sol¨ªa ser un partido de Estado, el PSOE, con las llamadas fuerzas destituyentes. Por el otro, una manera de concebir el poder, seg¨²n la cual no le importa vulnerar normas t¨¢citas de la democracia liberal para consolidar su probabilidad de permanecer en el poder, un af¨¢n por colonizar las instituciones democr¨¢ticas, el abuso del recurso al decreto ley, el no dar adecuadamente explicaciones en el Congreso. Se vulneran normas t¨¢citas. No es ilegal pero, obviamente, atenta contra determinados principios orientadores del liberalismo constitucional¡±.
Los Gobiernos de S¨¢nchez han aprobado 138 decretos leyes en cinco a?os y medio (y un real decreto legislativo), frente a los 107 de los Gobiernos de Rajoy (junto a 10 reales decretos legislativos) en seis a?os y medio. Esto debe ponerse en el contexto de la crisis pand¨¦mica que tuvo que afrontar uno (2020 y 2021 son los a?os que suben la media) y la mayor¨ªa absoluta de la que dispuso el otro en su primera legislatura. En este apartado, cabe notar que Emmanuel Macron ha sido criticado por orillar el Parlamento, muy especialmente en el caso de la reforma de las pensiones, imponi¨¦ndola por decreto, sin voto parlamentario, mediante el art¨ªculo 49.3 de la Constituci¨®n.
En cuanto a los nombramientos pol¨¦micos, destacan el de Jos¨¦ F¨¦lix Tezanos al frente del CIS, instituci¨®n que, seg¨²n coincide la gran mayor¨ªa de expertos, se ha instalado, en favor del PSOE, muy lejos en las proyecciones electorales con respecto a la horquilla de las encuestadoras privadas, o el de la entonces ministra de Justicia saliente, Dolores Delgado, como fiscal general. Otra de las cr¨ªticas frecuentes en la impugnaci¨®n del sanchismo es la que subraya c¨®mo el presidente, en varias circunstancias, ha acabado haciendo cosas que prometi¨® que no har¨ªa ¡ªpor ejemplo, habl¨® de ¡°¨ªntegro cumplimiento¡± de la pena de los condenados por el proc¨¦s¡ª.
Pero es la conformaci¨®n de la geometr¨ªa de poder con partidos como Unidas Podemos, ERC y Bildu lo que se configura como el detonante central de la impugnaci¨®n del sanchismo. UP, cuyos dirigentes hablan de ¡°r¨¦gimen del 78¡å, emprendieron una larga campa?a de corte populista con el indefinido concepto de la ¡°casta¡±; ERC ¡ªcuyos dirigentes, tras el intento ilegal de secesi¨®n de 2017, manifestaron repetidamente que volver¨¢n a hacerlo¡ª y Bildu ¡ªsus dirigentes siguen reticentes a condenar el terrorismo de la banda ETA¡ª.
¡°Durante mucho tiempo no hubo intentos radicales de cambiar el sistema¡±, reflexiona Miller. ¡°Pero en la ¨²ltima fase hay una serie de pactos que significan un intento de mover el pa¨ªs en una direcci¨®n, intentos de cambiar el statu quo. Se toca entonces el principal elemento emocional que divide a la sociedad espa?ola, que es la cuesti¨®n territorial. Hay dos o tres medidas del Gobierno que activan emocionalmente a la derecha. Las reformas de la malversaci¨®n y la sedici¨®n, y tambi¨¦n la ley del solo s¨ª es s¨ª. Y la reacci¨®n de la derecha es furibunda. Y ah¨ª hay dos elementos que utiliza la derecha tanto a nivel de partidos como medios de comunicaci¨®n. La polarizaci¨®n no sucede, se hace¡±, dice Miller, que, como Torcal, fue ponente en el pasado mes de abril en la primera reuni¨®n del seminario Democracia y polarizaci¨®n, organizado, a puerta cerrada, por la Fundaci¨®n Ortega-Mara?¨®n.
Torcal subraya como la aparici¨®n de partidos ¡°desafiantes¡± suele ser un factor desencadenante de din¨¢micas polarizadoras. Podemos irrumpi¨® en 2014 con claros rasgos populistas y polarizadores; en 2017 el proc¨¦s alcanz¨® su apogeo; y en 2019 se dispara Vox, con planteamientos de extrema derecha m¨¢s radicales que los de Le Pen o Meloni en muchos aspectos.
La geometr¨ªa de poder del Ejecutivo de S¨¢nchez ¡ªque incorpora a varios elementos que desaf¨ªan los cimientos del sistema y que Alfredo P¨¦rez Rubalcaba defini¨® como ¡®Gobierno Frankenstein¡¯¡ª y algunas de sus medidas claramente conectadas con esa geometr¨ªa provocan una sacudida. La mayor¨ªa de Gobierno aprob¨® un gran n¨²mero de leyes en la legislatura, muchas de las cuales con respaldo expl¨ªcito de Bruselas o de la patronal. Pero las reformas ad hoc del C¨®digo Penal ¡ªpercibidas por tantos, no solo en la derecha, como meras concesiones a los independentistas a cambio de su apoyo, m¨¢s que como medidas desinflamatorias, seg¨²n la ret¨®rica gubernamental¡ª, iniciativas con graves errores como la ley del solo s¨ª es s¨ª, o muy pol¨¦micas como la ley trans, dieron pie a la gran reacci¨®n.
¡°Ante la realidad de esa f¨®rmula de gobierno, una derecha que se encontraba fragmentada, con problemas de corrupci¨®n, luchas internas y un partido ultra que compite con ella, adopta una estrategia polarizante con Casado. Feij¨®o parec¨ªa portador de un planteamiento m¨¢s moderado, pero despu¨¦s se encuentra con disyuntivas parecidas, con el ¨¦xito arrollador de Ayuso, la constante competencia de Vox, y tambi¨¦n asume una estrategia polarizante¡±, dice Torcal.
La erosi¨®n de los partidos ¡®mainstream¡¯
Giovanni Capoccia, profesor de pol¨ªtica comparada en la Universidad de Oxford, se?ala una din¨¢mica com¨²n en muchos pa¨ªses. ¡°Hemos asistido a una paulatina erosi¨®n de la fuerza de los partidos tradicionales, considerados responsables de errores de gesti¨®n en el pasado, y la aparici¨®n de nuevas fuerzas, a menudo radicales. Las redes sociales han contribuido a difundir sus mensajes y a la creaci¨®n de c¨¢maras de eco¡±, que refuerzan las din¨¢micas polarizadoras.
Capoccia subraya como elemento decisivo para el sistema c¨®mo se articula la respuesta de los partidos mainstream ante el surgir de los llamados desafiantes. Una opci¨®n es reaccionar tendiendo puentes entre ellos e intentando responder manteniendo su perfil moderado (como en Alemania); otra es tratar de cortarles el paso asumiendo parte de su ret¨®rica (como intentaron, sin ¨¦xito, los Republicanos ante Le Pen en Francia). En Italia, un ¡°desafiante¡±, Hermanos de Italia, ha alcanzado el poder. En Espa?a, el PSOE se ha apoyado en varios de ellos para la gobernabilidad, y el PP ha demostrado con pactos locales y regionales que est¨¢ dispuesto a conformar Ejecutivos con la ultraderecha.
En el juego de la polarizaci¨®n afectiva a menudo se establecen equidistancias, y en caso espa?ol, desde la derecha se se?ala un supuesto paralelismo entre aliarse con Vox y con UP. El juicio, inevitablemente, es subjetivo, pero entre los elementos objetivos puede se?alarse que, mientras sus planteamientos son a menudo radicales y polarizadores, UP no ha asumido instancias que amenacen derechos civiles y pol¨ªticos. Es contraria a la OTAN y al apoyo militar a Ucrania, pero es europe¨ªsta ¡ªsin impugnaciones en este sentido tan radicales como las de Jean-Luc M¨¦lenchon en Francia¡ª; Vox es eur¨®fobo ¡ªmucho m¨¢s que Meloni¡ª, defiende ideas que supondr¨ªan no ya un viraje conservador, sino directamente retr¨®grado, en muchos elementos m¨¢s extremos que partidos de su familia en Europa occidental.
Gonzalo Velasco, profesor del departamento de Humanidades de la Universidad Carlos III y autor de Pensar la polarizaci¨®n (Gedisa), coincide en que Espa?a avanza en la espiral polarizadora. Advierte de sus reparos ante el t¨¦rmino polarizaci¨®n, precisamente porque puede inducir a una cierta visi¨®n de equidistancia en si mismo, al visualizarse dos polos. Velasco cree que en Espa?a, al igual que en varios otros pa¨ªses, es mayoritariamente responsable la derecha.
Velasco se?ala un fen¨®meno transnacional que incide en estas cuestiones. ¡°Los vientos de la pol¨ªtica econ¨®mica global soplan m¨¢s a favor de un cierto keynesianismo, de medidas proteccionistas, sociales, de un intervencionismo del Estado, en definitiva, en una direcci¨®n favorable al ideario socialdem¨®crata y que contrasta con el del consenso de Washington dominante en d¨¦cadas anteriores. En este contexto, el discurso de las derechas ya no es tan econ¨®mico, sino que tiene a que ver con las guerras culturales. Y en Espa?a, la derecha pol¨ªtica juega con algo que no est¨¢ en otros pa¨ªses: que el debate nacional no est¨¢ cerrado, transici¨®n pol¨ªtica no fue acompa?ada por transici¨®n cultural. Esto es esencial¡±.
Arias Maldonado adopta un matiz diferente con respecto a los otros expertos en el an¨¢lisis de la evoluci¨®n de la polarizaci¨®n en Espa?a, al considerar que no es hoy ¡°cualitativamente¡± diferente del pasado, pero s¨ª coincide en que la reconfiguraci¨®n del espacio pol¨ªtico ¡ªy el creciente peso de las redes sociales¡ª han llevado a un clima de ¡°mayor agresividad¡±.
El pasado
El Gobierno de S¨¢nchez recibe cr¨ªticas por actividades consideradas polarizantes, no solo en las concesiones a los independentistas o a posiciones extremas de UP, sino tambi¨¦n por su acci¨®n en relaci¨®n con el pasado de Espa?a, un elemento problem¨¢tico espec¨ªfico de la realidad espa?ola con respecto a la de pa¨ªses del entorno. Aunque la historia fascista no est¨¢ satisfactoriamente digerida en Italia, en muchos elementos el proceso de metabolizaci¨®n ha tenido m¨¢s recorrido, empezando por el hecho de que la Constituci¨®n italiana fue redactada con esp¨ªritu antifascista, y las heridas est¨¢n m¨¢s cerradas.
¡°En lo referido a la Ley de Memoria Democr¨¢tica s¨ª creo que hay una obvia intencionalidad polarizadora, una acci¨®n pol¨ªtica que tiene tonalidades a menudo contrarias el esp¨ªritu de la Transici¨®n¡±, dice Arias Maldonado.
En Espa?a en su laberinto (Almuzara), Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa-Margallo y Fernando Eguidazu inciden en ese argumento, criticando ¡°la divisi¨®n interesada de la sociedad en dos mitades, los dem¨®cratas ¡®herederos de la Rep¨²blica¡¯, es decir, la izquierda; y los legatarios del franquismo, obviamente la derecha¡±.
En los ¨²ltimos d¨ªas, se han vertido acusaciones acerca de maniobras para ejecutar exhumaciones en coincidencia con periodos electorales. En este aspecto, debe recordarse que el calendario ha sido influido tambi¨¦n por elementos ex¨®genos a la voluntad del Ejecutivo. En el caso de Primo de Rivera, fue la familia la que eligi¨® la fecha para que coincidiera con el aniversario de su nacimiento; En el caso de Franco, el retraso se produjo por la batalla judicial de los herederos del dictador para impedirlo. Ahora, con las exhumaciones en el Valle de Cuelgamuros ocurre algo parecido: grupos antimemorialistas presentaron recursos en cascada para tratar de impedirlo. El Supremo rechaz¨® el ¨²ltimo recurso en marzo.
Casanova, catedr¨¢tico en la Universidad de Zaragoza, considera que el pasado reciente es un importante elemento diferencial entre Espa?a y pa¨ªses democr¨¢ticos del entorno de Europa Occidental. ¡°Espa?a comparte varios rasgos con otros pa¨ªses occidentales¡±, considera, ¡°pero hay un componente espec¨ªfico, que no es tanto la Guerra Civil en s¨ª misma, sino m¨¢s bien la larga duraci¨®n del fascismo, la escasa tradici¨®n democr¨¢tica de la derecha, una reluctancia por parte de ella a condenar el franquismo, a afrontar ese pasado irresuelto, que alimenta un mayor componente de odio hacia quienes ellos creen que no son Espa?a¡±, dice.
¡°As¨ª, la derecha percibe como un acto de revancha de los perdedores de la Guerra Civil movimientos para que el Estado afronte un pasado irresuelto. No asume que buscar restos de v¨ªctimas es un acto de dignidad que la democracia tiene que abordar. No reconocen hasta el final la dignidad de las v¨ªctimas porque su cord¨®n umbilical es con los vencedores. El error fundamental es que hay un sector importante de gente que cree que mirar adelante significa que el pasado cercano, traum¨¢tico e irresuelto, no debe aparecer nunca¡±, dice.
Casanova considera que desde la izquierda algunos, equivocadamente, hacen un elogio desmesurado, sin matices, de la trayectoria democr¨¢tica de la Rep¨²blica, y que la Ley de Memoria Democr¨¢tica tiene algunas carencias, pero cree que esta supone un avance en un camino que otros pa¨ªses ya han recorrido. ¡°La derecha no lo ve de esa manera sustancialmente porque no condena el franquismo, no entra en su cultura pol¨ªtica¡±, dice, considerando que ese es el problema central. En este apartado, cabe recordar el enorme trabajo de la sociedad alemana para mirar a la cara su pasado nazi, y dejarlo atr¨¢s, as¨ª como, aunque ahora el ascenso al poder de Hermanos de Italia agite las aguas, la Rep¨²blica italiana est¨¢ asentada en una Constituci¨®n y una construcci¨®n de esp¨ªritu claramente antifascista.
La retroalimentaci¨®n
Uno de los rasgos problem¨¢ticos de la polarizaci¨®n afectiva es que tiende a la retroalimentaci¨®n. Los expertos coinciden en ver s¨ªntomas de que el PSOE tambi¨¦n est¨¢ entrando, aunque con menor intensidad, en ese terreno.
¡°En este primer tramo electoral, parece tener una reacci¨®n un tanto sim¨¦trica. Sois trumpistas, est¨¢is del lado de la mentira¡ Es una reacci¨®n que nadie se est¨¢ creyendo mucho. Probablemente trata de movilizar. Pero su responsabilidad en esta espiral no es tanta, a mi juicio¡±, dice Velasco. Torcal tambi¨¦n ve se?ales de que se avanza ¡°en una direcci¨®n de retroalimentaci¨®n¡±. El PSOE intent¨® poner en valor su gesti¨®n, pero los resultados fueron insatisfactorios y parece estar en marcha una reconsideraci¨®n. ¡°Aunque es un poco m¨¢s elegante [que la idea de ¡°derogar el sanchismo¡±], creo que es polarizadora esta idea de la mejor Espa?a frente a la peor derecha¡±, dice Arias Maldonado. Toca la fibra esencial del nosotros / ellos. Nosotros somos la mejor Espa?a y se deja intuir quienes ser¨ªan la peor.
El riesgo evidente, generalizado, es que la espiral siga y se engrosen las filas de los que Torcal define como los votantes hooligans.
Capoccia se?ala otro riesgo espec¨ªfico, evidenciado por un reciente estudio publicado en el Journal of Democracy: se detecta entre los votantes de derecha extrema ¡ªy entre los abstencionistas¡ª una preocupante disponibilidad a sobreseer sobre valores democr¨¢ticos a cambio de ver garantizada la defensa de otros valores identitarios. Es, pues, un problema sectorialmente localizado, pero desde luego no beneficia una din¨¢mica generalizada de polarizaci¨®n.
En Por qu¨¦ estamos polarizados, Ezra Klein recuerda el c¨¦lebre discurso de Barack Obama, en calidad de senador, en la conferencia dem¨®crata de 2004. En ¨¦l, alertaba en contra de quienes intentan dividirnos. La primera persona del plural abarcaba a todos, y los otros no eran una parte, sino solo los promotores de la polarizaci¨®n. Cabe tambi¨¦n recordar la an¨¦cdota de Angela Merkel quien, con todo lo cuestionable que fueron algunas de sus decisiones de Gobierno, mantuvo en el plano partidista posiciones que resultan hoy merecedoras de mucha atenci¨®n. No solo mantuvo un f¨¦rreo cord¨®n ante la ultraderecha, sino que, en una ocasi¨®n en la que alguien quiso subir una bandera de Alemania al escenario de un mitin de la CDU, cogi¨® el estandarte y lo baj¨® enseguida. Alemania es de todos, con eso no se hace partidismo.
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