Azul oscuro casi negro: la derecha europea en tiempos de auge ultra
La influencia de los partidos extremistas sobre los conservadores tradicionales es tangible y plantea claros riesgos de erosi¨®n de derechos y del proyecto europeo
La cooperaci¨®n entre derecha y ultraderecha avanza con fuerza en Europa. En octubre del a?o pasado, se instal¨® en Suecia un Ejecutivo de partidos conservadores con el apoyo externo de uno ultra; y en Italia, otro con los ultras de Giorgia Meloni al mando y populares en el Ejecutivo. En junio, en Finlandia se conform¨® otra coalici¨®n de Gobierno que incluye en puestos ministeriales a la derecha extrema. Los sondeos apuntan a que una coalici¨®n de derecha popular y ultra es una opci¨®n probable para el pr¨®ximo Gobierno de Espa?a, y ya es una realidad en varias comunidades aut¨®nomas. El l¨ªder de los populares espa?oles ha declarado en una entrevista con el diario El Mundo que ¡°ser¨ªa bueno para la UE que Meloni acabara en el PPE¡± (Partido Popular Europeo).
Por otra parte, la ultraderecha revalid¨® su mandato en Hungr¨ªa en abril de 2022, tiene visos de obtener otro mandato en Polonia en las elecciones previstas a finales de este a?o, est¨¢ disparada en Alemania y tiene casi aniquilada a la derecha supuestamente moderada en Francia.
El auge de la derecha extrema y su influencia en la derecha tradicional ¡ªest¨¦n o no en coalici¨®n¨D representan la historia pol¨ªtica m¨¢s trascendental de nuestro tiempo en Europa. Se ha alertado abundantemente de los riesgos que entra?a. ?Qu¨¦ ha ocurrido realmente en los ¨²ltimos meses? En Espa?a, este s¨¢bado es d¨ªa de reflexi¨®n y es un buen momento para hacer un repaso a algunas se?ales significativas procedentes del resto de Europa acerca de c¨®mo evolucionan partidos conservadores en este contexto. Por supuesto, hay diferencias entre las distintas ultraderechas, y las hay en c¨®mo reaccionan los populares y partidos similares, pero es evidente que tambi¨¦n hay tendencias comunes.
El barco con aspecto de gran prisi¨®n de cemento que hemos visto atracar esta semana en el Reino Unido es un recordatorio de que no es necesaria una dependencia inmediata de formaciones ultras para que su influencia se haga notar en los partidos conservadores tradicionales. Los tories brit¨¢nicos se fueron radicalizando hace a?os bajo la fuerte presi¨®n del UKIP, que los indujo a convocar el refer¨¦ndum del Brexit que abri¨® la espita nacionalista inglesa y tantos ciudadanos ahora lamentan. Despu¨¦s de la desaparici¨®n del rival, siguen siendo un partido que defiende ideas como rebotar a Ruanda a solicitantes de asilo ¡ªdecisi¨®n considerada ilegal por un tribunal brit¨¢nico (y, debe recordarse, parecida a una que plantearon los socialdem¨®cratas en Dinamarca)¡ª; propone otras medidas extremas y est¨¢ c¨®modo con ese barco que, aunque no encerrar¨¢ a las personas, representa un mensaje de gran dureza. La mano dura en materia migratoria es un rasgo recurrente.
En Suecia, la nueva coalici¨®n de Gobierno tiene pactado endurecer las tradicionalmente generosas condiciones de asilo. A la vez, ha prescindido por primera vez en d¨¦cadas de un ministerio espec¨ªfico y aut¨®nomo de Medio Ambiente. En el nuevo esquema, la cartera se gestiona por debajo del paraguas del Ministerio de Energ¨ªa, Industria y Negocios. Se trata de uno entre otros s¨ªntomas de un viraje en esta materia. Muy significativa, entre ellos, ha sido la oposici¨®n del Partido Popular Europeo a la ley de restauraci¨®n de la naturaleza de la UE. Desmarc¨¢ndose de la mayor¨ªa europe¨ªsta, vot¨® junto a los ultras. Perdi¨®, por el apoyo que la ley recibi¨® de otros grupos y de algunos diputados que no siguieron la disciplina de partido. El PPE tambi¨¦n se opuso a una legislaci¨®n en materia de pesticidas. Se detecta un intento de moderar el empuje verde y disputar a los ultras el papel de referencia para agricultores y ganaderos.
En Finlandia, el ultraderechista titular de la cartera de Econom¨ªa tuvo que dimitir a los pocos d¨ªas de asumir el cargo por el esc¨¢ndalo desatado al conocerse sus bromas en el pasado con conceptos como el Heil Hitler. Un recordatorio de ciertos graves problemas en la instalaci¨®n en puestos de mando de las instituciones democr¨¢ticas de individuos con historiales bochornosos.
En Italia, no se ha visto a los populares de Forza Italia impugnar las armas pol¨ªticas contra la decisi¨®n de Giorgia Meloni de obstaculizar el reconocimiento de los hijos de parejas homosexuales por parte de ambos genitores. Las autoridades est¨¢n actuando ya en la ciudad de Padua para eliminar del registro a la madre no biol¨®gica en una treintena de casos de parejas lesbianas.
En Francia, aunque con s¨ªntomas de debilitamiento, permanece el cord¨®n sanitario frente a la derecha ultra. Sin embargo, cabe destacar que varios pol¨ªticos de la derecha supuestamente moderada que pugnaban por la candidatura a las ¨²ltimas elecciones presidenciales asumieron la idea de convocar un refer¨¦ndum para establecer la primac¨ªa del derecho franc¨¦s sobre el comunitario en materia de inmigraci¨®n, un aut¨¦ntico torpedo en la l¨ªnea de flotaci¨®n del proyecto europeo.
En Alemania, tambi¨¦n la CDU mantiene el cord¨®n sanitario. De nuevo, sin embargo, hay s¨ªntomas llamativos. El l¨ªder de la formaci¨®n, Friedrich Merz, calific¨® de ¡°brillante¡± un discurso pronunciado en un acto de partido por Claudia Pechstein, polic¨ªa y excampeona de patinaje, quien, en uniforme, carg¨® contra demandantes de asilo, las familias no tradicionales y el lenguaje de g¨¦nero neutral. El ala liberal del partido qued¨® pasmada. Esta semana, Merz dijo otra cosa que llam¨® mucho la atenci¨®n: que la CDU ¡°deber¨ªa ser una alternativa para Alemania con sustancia¡±. El discurso oral no dej¨® claro si era Alternativa con may¨²scula del partido ultra ¡ªAlternative f¨¹r Deutschland¡ª o si con min¨²scula, de una alternativa en abstracto, pero la coincidencia fue tan llamativa que la cosa dej¨® a muchos boquiabiertos.
Son ejemplos que apuntan hacia d¨®nde van las cosas en los campos de batalla m¨¢s problem¨¢ticos: inmigraci¨®n, medio ambiente, pasado, integraci¨®n europea, derechos civiles, valores.
Por supuesto, en el campo progresista europeo tambi¨¦n se acumulan fallos de bulto y riesgos serios. Es un error subestimarlos o minimizarlos. Jean-Luc M¨¦lenchon tambi¨¦n plante¨®, si ganaba las presidenciales, incumplir los tratados europeos si estos entorpec¨ªan su programa de Gobierno; unos socialistas franceses moribundos por el c¨²mulo de errores en lustros anteriores pactaron con ¨¦l en las legislativas. No es el ¨²nico ejemplo que puede citarse.
Sin embargo, a escala europea, se acumulan los indicios de que los riesgos procedentes del otro sector son mayores en dos ¨¢reas fundamentales: la erosi¨®n de derechos civiles y del proyecto europeo com¨²n. La defensa de las minor¨ªas o de colectivos en situaci¨®n desfavorecida es atributo fundamental de calidad democr¨¢tica y la puesta en com¨²n de competencias nacionales es condici¨®n imprescindible para que las democracias europeas prosperen en la arena global.
En el Consejo Europeo, las capitales con rasgos eur¨®fobos (Budapest, Varsovia) o distintos grados de euroescepticismo (Roma, Praga, Helsinki¡) no est¨¢n lejos de la minor¨ªa de bloqueo del 35%. Populares y ultras previsiblemente no quedar¨¢n muy lejos de la mayor¨ªa en las pr¨®ximas elecciones europeas. ?Cu¨¢nto se dejar¨¢n influenciar en Bruselas los conservadores por el empuje de los ultras y las coaliciones que mantienen con ellos? ?Y en medidas nacionales? ?M¨¢s barcos como los del Reino Unido? ?Menos derechos y protecci¨®n para la comunidad LGBTI? ?Menos apoyo a las mujeres en el camino hacia la plena igualdad?
Hay diferencias nacionales. Nada tiene que ver la situaci¨®n de Hungr¨ªa o Polonia con la de los pa¨ªses de Europa occidental. En algunos, el fen¨®meno es m¨¢s inquietante; en otros, menos. Pesan la historia, el arraigo de cultura democr¨¢tica, igualitaria, y otros factores. Pero en el cuadro de conjunto europeo, se observan varios rincones en el que el azul popular se va poniendo oscuro, casi negro. Y puede acabar desti?endo tambi¨¦n el azul de la bandera europea.
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