Per¨², un pa¨ªs donde nadie quiere hacer pol¨ªtica
Ni un solo l¨ªder o lideresa, movimiento, partido o agrupaci¨®n ha sabido aprovechar el descontento ciudadano e interpretar las ansias de cambio para ofrecer un futuro diferente
Durante a?os, pese a nuestra precariedad institucional y a nuestras poco arraigadas convicciones democr¨¢ticas, los peruanos hemos venido conjurando nuestras decepciones pol¨ªticas en las urnas.
Desde que en el a?o 2000 cayera la dictadura gobernada por Alberto Fujimori y en 2001 Alejandro Toledo inaugurara el nuevo periodo democr¨¢tico con su victoria presidencial, cada cinco a?os los peruanos hemos pasado por ciclos repetidos de ilusi¨®n¨Cdesencanto¨Cindiferencia¨Cdeseos de borr¨®n y cuenta nueva atizados por cada nueva elecci¨®n.
Cada nuevo presidente elegido ¨Cen particular Toledo en 2001 y Ollanta Humala en 2011¨C parec¨ªa encarnar la promesa de refundaci¨®n del pa¨ªs que amplios sectores populares, desatendidos hist¨®ricamente, ven¨ªan reclamando.
La ilusi¨®n ¨Cuna vez enfrentados al incumplimiento de promesas electorales, los m¨²ltiples esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y decisiones de gobierno que distintos sectores interpretaban como traici¨®n¨C daba paso r¨¢pidamente a la decepci¨®n, esta a la rabia y, de ah¨ª, a la indiferencia.
En estos m¨¢s de 20 a?os de vida democr¨¢tica, un buen n¨²mero de los peruanos quisimos creer que era posible vivir de espaldas a la pol¨ªtica y sus l¨ªderes durante la mayor parte de los cinco a?os que transcurr¨ªan entre una elecci¨®n general y otra. A esto, por supuesto, contribuy¨® el desarrollo econ¨®mico que durante buena parte de estas dos d¨¦cadas llev¨® a que muchos peruanos y peruanas abandonaran la pobreza ¨Cal menos moment¨¢neamente¨C y a que el pa¨ªs, quiz¨¢ por primera vez en su historia, pareciera empezar a construir algo semejante a una clase media.
Los peruanos y peruanas, orgullosos del ¨¦xito econ¨®mico y convencidos de que ten¨ªan asegurado un futuro mejor para sus hijos (seg¨²n la Encuesta de Percepci¨®n de Desigualdades de OXFAM y el Instituto de Estudios Peruanos publicada en julio de 2022, 81% los peruanos sigue pensando que ¡°la situaci¨®n econ¨®mica de sus hijos menores cuando sean adultos¡± ser¨¢ mejor que la propia), optamos por despreciar en distintos grados de intensidad al elenco pol¨ªtico habitual, renegar de la pol¨ªtica en general y, con excepciones en momentos puntuales (como el estallido social en contra del gobierno de Manuel Merino impuesto desde el Congreso en 2020), hacer como si esta no existiera o no pudiera interferir con nuestro d¨ªa a d¨ªa.
Eso, hasta que el ciclo de cinco a?os se acercaba a su fin y las nuevas elecciones generales asomaban en el horizonte. Con ello los sectores m¨¢s pol¨ªticamente motivados se reactivaban y sus candidatos vend¨ªan, nuevamente, la promesa de la refundaci¨®n o reforma estructural del pa¨ªs. Eso s¨ª, siempre dentro de los m¨¢rgenes de la Constituci¨®n de 1993 (hasta hace muy poco un cambio total de Constituci¨®n era una demanda muy minoritaria), un respeto por las m¨ªnimas normas y convenciones democr¨¢ticas, y sin alienar al electorado que prefer¨ªa no ver el status quo demasiado agitado. Incluso Ollanta Humala, satanizado como un agente del chavismo en su primera candidatura, tuvo que cambiar literalmente la camiseta roja por una inofensiva camiseta blanca como s¨ªmbolo de su ¡°moderaci¨®n¡± para derrotar a Keiko Fujimori y ser elegido en 2011.
Esa repetici¨®n de ciclos de cinco a?os a la que nos hab¨ªamos acostumbrado ¨Cprogresiva degradaci¨®n pol¨ªtica, pandemia y desaceleraci¨®n econ¨®mica mediante¨C ha llegado a su final.
Ya no es solo que ninguno de los dos ¨²ltimos presidentes elegidos haya conseguido concluir el mandato ordenado por la Constituci¨®n, sino que la decepci¨®n ciudadana con el sistema democr¨¢tico del pa¨ªs ha alcanzado un punto de no retorno. Para comprobarlo, basta echar un vistazo a los resultados de dos encuestas de reciente publicaci¨®n.
Hace unos d¨ªas la Corporaci¨®n Latinobar¨®metro public¨® la nueva edici¨®n del informe del mismo nombre, que mide, entre otras cosas, el apoyo y satisfacci¨®n con la democracia en 17 pa¨ªses de la regi¨®n. Como ocurr¨ªa ya en el Bar¨®metro de las Am¨¦ricas de la Universidad de Vanderbilt publicado en 2022, el Latinobar¨®metro muestra que el apoyo a la democracia en el Per¨² es una moneda al aire: 50% de los encuestados responde que ¡°la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno¡±, un 27% indica que le da igual y un 17% preferir¨ªa un gobierno autoritario.
La cosa empeora si atendemos a la satisfacci¨®n de los peruanos y peruanas con el estado actual de su democracia. Solo el 8% de los encuestados dice sentirse satisfecho, frente a un 91% que dice no estarlo. De forma similar, solo el 9% de los peruanos cree que ¡°los partidos pol¨ªticos funcionan bien¡±, mientras que el 90% se?ala lo contrario.
Esa insatisfacci¨®n, por supuesto, hace pinza con el rechazo que los peruanos y peruanas sienten por quienes ejercen el poder en este momento. Seg¨²n la m¨¢s reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), el 81,6% de la ciudadan¨ªa desaprueba a la presidenta Boluarte, a la vez que el 90.4% hace lo mismo con el Congreso.
Esto, sumado a la rabia por la impunidad y falta de respuestas pol¨ªticas con que vienen operando el Ejecutivo y el Congreso, se ha venido traduciendo en protestas intermitentes a lo largo de los ¨²ltimos siete meses ¨Cla ¨²ltima edici¨®n tuvo lugar la semana pasada y congreg¨® a entre 20 y 30 mil personas en distintos puntos del pa¨ªs¨C, que, sin embargo, no han alumbrado una sola propuesta que vaya m¨¢s all¨¢ de pedir la renuncia de Dina Boluarte y el inconstitucional cierre del Congreso.
Las banderas y consignas en las protestas son las mismas desde finales de 2022 y principios de 2023, cuando la Polic¨ªa y las Fuerzas Armadas reprimieron de forma violenta a manifestantes en distintos puntos del pa¨ªs provocando la muerte de 49 personas. Y, pese al alt¨ªsimo rechazo de la presidenta Boluarte y sus aliados de ocasi¨®n en el Congreso y pese a que, seg¨²n la misma encuesta del IEP, el 80% de la ciudadan¨ªa opina que ¡°lo m¨¢s conveniente para el pa¨ªs¡± es que haya ¡°elecciones antes de 2026¡å (es decir que Boluarte y el Congreso culminen sus mandatos antes de la fecha establecida por la Constituci¨®n), no hay una sola persona en el pa¨ªs que haya planteado qu¨¦ ocurrir¨ªa si lleg¨¢ramos a esa situaci¨®n.
Ni un solo l¨ªder o lideresa, movimiento, partido o agrupaci¨®n que haya sabido aprovechar ese descontento ciudadano e interpretar esas ansias de cambio para ofrecer un futuro diferente. Nadie con intenciones de hacerse y responder la pregunta m¨¢s b¨¢sica: ?nuevas elecciones para qu¨¦?
Esto, en un pa¨ªs donde hoy, seg¨²n la encuesta del IEP, el descontento y af¨¢n de cambio es tal que una amplia mayor¨ªa, 69%, est¨¢ dispuesta a apretar el bot¨®n nuclear de una convocatoria a una Asamblea Constituyente.
Como dec¨ªa al inicio, hasta hace poco esas ansias de cambio y refundaci¨®n, pese a las m¨²ltiples decepciones que tra¨ªamos a cuestas, terminaban siendo conjuradas en las urnas con la elecci¨®n de un nuevo presidente. A estas alturas, visto lo visto, la ciudadan¨ªa peruana no parece tener la paciencia ni confianza en sus instituciones y clase pol¨ªtica para eso, y est¨¢ dispuesta a abrazar soluciones m¨¢s dr¨¢sticas.
Pese a ello, para bien y para mal, no parece que haya nadie capaz de encauzar ese anhelo. No hay nadie dispuesto a dar forma, pensar y plantear qu¨¦ ocurrir¨ªa al d¨ªa siguiente de que se cumplan los deseos ciudadanos y el establishment pol¨ªtico actual abandone las instituciones. Ante la profunda par¨¢lisis e insatisfacci¨®n pol¨ªtica peruana, parad¨®jicamente, nadie est¨¢ dispuesto a hacer pol¨ªtica.
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