Para ser relevante en la UE, Espa?a debe reconstruir su centro pol¨ªtico
Puede que una gran coalici¨®n sea una posibilidad distante, pero un Gobierno en minor¨ªa de PP o PSOE con el apoyo del otro ser¨ªa lo mejor para los intereses nacionales dentro y fuera del pa¨ªs
Las elecciones generales del pasado 23 de julio han metido en un aprieto a la Espa?a que ya se ve¨ªa en el chiringuito. Pero, a diferencia de los chiringuitos, los aprietos pol¨ªticos de Espa?a no son ¨²nicos en Europa. Al igual que en muchos otros pa¨ªses europeos, nuestros l¨ªos parlamentarios tienen menos que ver con el auge ¡ªo ca¨ªda¡ª de un ¨²nico partido que con el hundimiento del centro y la polarizaci¨®n de los grandes partidos de centroderecha y centroizquierda. Desde el naufragio del sistema bipartidista en 2015, nuestro pa¨ªs ha tenido que acostumbrarse a lidiar con coaliciones fr¨¢giles, gobiernos inestables y elecciones frecuentes. Esto no es un problema: los gobiernos les duran a la mayor¨ªa de nuestros vecinos europeos unos dos a?os de media. Presidentes y primeros ministros caen y se vuelven a levantar. Algunos duran menos que una lechuga. Otros pa¨ªses se pasan meses sin gobierno. En algunos sitios, gobernaba Berlusconi. En otros lo hizo Tsipras. Hay incluso sitios donde la izquierda y la derecha se ponen de acuerdo para gobernar en coalici¨®n. Casi todo lo que nos pasa en Espa?a, ya ha pasado antes en otro sitio. Casi todo. El siguiente paso es darse cuenta del precio que los parlamentos polarizados y regionalistas pagan en t¨¦rminos de influencia mundial (que le pregunten al Reino Unido). Y decidir si estamos dispuestos a pagarlo, o preferimos volvernos al centro.
El problema de Espa?a en Europa no es Vox, ni Podemos/Sumar, ni los gobiernos inestables o las repeticiones electorales. Nuestro problema es que tenemos una tendencia, cada vez m¨¢s preocupante, a borrarnos del mapa cuando m¨¢s se nos espera y se nos necesita. No hablo de la presidencia rotatoria de la UE. La presidencia funcionar¨¢ bien; tanto el Gobierno espa?ol como sus funcionarios han sido meticulosos a la hora de prepararla y la ejercer¨¢n con diligencia. La UE tambi¨¦n seguir¨¢ funcionando: la presidencia rotatoria es una responsabilidad modesta y dise?ada para soportar vaivenes pol¨ªticos de todo tipo. Desde 2009, los pa¨ªses que ocupan la presidencia rotatoria trabajan en equipos de tres, denominados ¡°tr¨ªos¡±. Cada tr¨ªo acuerda las prioridades y programas de la presidencia con meses o a?os de antelaci¨®n. El Consejo de Ministros puede intervenir si una presidencia se tuerce. Y otros Estados miembros pueden ayudar al pa¨ªs de turno en caso de necesidad. En 2010, un Gobierno en funciones belga dirigi¨® una de las primeras presidencias rotatorias tras el Tratado de Lisboa de forma brillante. En 2022, Francia ejerci¨® con ¨¦xito su presidencia en medio de una campa?a electoral, y la extrema derecha entr¨® de forma inesperada el Gobierno sueco dos meses antes de que Estocolmo asumiera la presidencia rotatoria en enero de 2023.
Sea quien sea que lleve a t¨¦rmino nuestra presidencia (un Gobierno en funciones, o uno nuevo si S¨¢nchez consigue sacar adelante una investidura), Espa?a ha perdido una oportunidad de oro en un momento important¨ªsimo para la Uni¨®n en el que nuestro pa¨ªs ten¨ªa la intenci¨®n de brillar. Esto le viene fatal tanto a Madrid como a la UE.
Espa?a estar¨¢ distra¨ªda durante los pr¨®ximos meses, que para la UE ser¨¢n casi existenciales. En este tiempo, los pa¨ªses europeos tendr¨¢n que decidir si aceptan a Ucrania (y seis pa¨ªses m¨¢s) en el club; c¨®mo reformar la gobernanza europea para poder gestionar una Europa de m¨¢s de 30 miembros; qu¨¦ hacer con las actuales e ineficientes leyes sobre inmigraci¨®n y reglas fiscales; o en qu¨¦ bando estamos en la cada vez m¨¢s intensa guerra fr¨ªa entre unos Estados Unidos post (y quiz¨¢ pre) Trump y la China de Xi.
Con Berl¨ªn fuera de juego por las luchas internas de la coalici¨®n de Gobierno y su complejo papel en la respuesta europea a la guerra de Ucrania, Varsovia a la gre?a con Bruselas, y el Gobierno de extrema derecha de Roma intentando encontrar su sitio en Europa, los debates europeos han estado dominados principalmente por Par¨ªs y la presidenta de la Comisi¨®n, Ursula von der Leyen. La covid-19 y la guerra de Ucrania han hecho que la Uni¨®n se vuelva m¨¢s multipolar. La UE necesita el mayor n¨²mero posible de puntos de vista para poder desenvolverse en un mundo cada vez m¨¢s dividido.
Las elecciones del 23-J han puesto de relieve el defecto m¨¢s da?ino de Espa?a: el perpetuo desacuerdo sobre la identidad nacional. La crisis de identidad de Espa?a impregna el sistema pol¨ªtico del pa¨ªs, que a menudo es reh¨¦n de intereses regionalistas y tiene poca cabida para los partidos de centro, a pesar de que la mayor¨ªa de los espa?oles prefieren las posturas moderadas. Tambi¨¦n limita el protagonismo de Espa?a en la UE. Un pa¨ªs con problemas de identidad no puede aspirar a tener m¨¢s peso en Europa, y mucho menos a liderarla. S¨¢nchez y Feij¨®o, o quien venga despu¨¦s, tienen m¨¢s puntos de acuerdo entre ellos que con sus hipot¨¦ticos socios de coalici¨®n. Puede que una gran coalici¨®n sea una posibilidad distante, pero un gobierno en minor¨ªa de uno de esos partidos con el apoyo del otro ser¨ªa mejor para los intereses de Espa?a dentro y fuera del pa¨ªs, al menos hasta que Espa?a pueda reconstruir su perdido centro pol¨ªtico.
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