El ¡®Gobierno Frankenstein¡¯ no es un chollo
Las cr¨ªticas de la derecha a los pactos m¨²ltiples del PSOE acaban por destacar su propia incapacidad de pactar. En realidad, a los nacionalismos no les ha ido tan bien durante la legislatura pasada

La derecha demoniza al ¡°Gobierno Frankenstein¡± mediante una ristra de mitos que no son reales. Se vende la idea de que los socios peque?os del Gobierno le tienen arrodillado ante sus designios, o logran enormes cesiones pol¨ªticas. Se afirma que contar con varios aliados provoca un sistema m¨¢s inestable. Pero no es cierto que los partidos nacionalistas e independentistas tuvieran en la pasada legislatura semejante chollo en su relaci¨®n con Pedro S¨¢nchez.
Es la narrativa con que la derecha busca desprestigiar el paradigma de fragmentaci¨®n pol¨ªtica. Se ha esparcido un mantra basado en asegurar que la cultura de ceder, del pacto, es un dem¨¦rito democr¨¢tico y no una grandeza del parlamentarismo. Voces progresistas compran ese argumentario, aunque solo est¨¢ orientado a tapar las carencias del Partido Popular y Vox. La derecha sabe que s¨®lo en bloque monol¨ªtico podr¨ªa derrotar a izquierda e independentistas. Por eso, hablan de que gobierne la lista m¨¢s votada, de ilegalizar partidos o de poner barreras de voto para que los nacionalistas no logren representaci¨®n.
Sin embargo, la realidad del Congreso demuestra que el Frankenstein no ha sido semejante bicoca para los llamados ¡°enemigos de Espa?a¡±, o al menos, no como se exagera desde PP y Vox. Como en todo juego pol¨ªtico, el Gobierno dispone de instrumentos ¡ªtanto jur¨ªdicos, como reglas informales de negociaci¨®n¡ª para atenuar la fuerza de los grupos que le apoyan externamente. S¨¢nchez los ha practicado, y los socios parlamentarios no siempre han salido bien parados del trueque.
Primero, porque los grupos peque?os perdieron poder de negociaci¨®n con un sistema tan fragmentado como el de la legislatura de 2019. Ante tantos socios donde elegir ¡ªTeruel Existe, BNG, Bildu, ERC, Junts, PDeCAT, ERC, PRC, M¨¢s Pa¨ªs, Coalici¨®n Canaria, Nueva Canarias¡¡ª es probable que cada partido peque?o tienda a venderse m¨¢s barato si quiere rascar algo. Un ejemplo fueron Presupuestos del a?o 2021, cuando La Moncloa sugiri¨® inicialmente que pod¨ªa jugar a dos bandas, entre Ciudadanos o ERC, provocando que las expectativas de ambos cayeran.
No es algo exclusivo del nuevo tiempo pol¨ªtico, ni de la izquierda. Ya en la legislatura de 1996, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar decidi¨® ampliar sus alianzas a Convergencia i Uni¨®, el PNV y Coalici¨®n Canaria, m¨¢s socios de los que necesitaba. El fin era limitar la capacidad de CiU de obtener cesiones. Ello rompe la premisa de que cualquier grupo peque?o tiene capacidad de chantaje per se, o de que los socios minoritarios siempre tengan la sart¨¦n por el mango.
Pese a ello, ser parte del nutrido Frankenstein puede seguir siendo rentable por la visibilidad que ofrece a la hora de apuntalar estrategias dom¨¦sticas. Es el caso de la competici¨®n en el Pa¨ªs Vasco. A Bildu le conviene m¨¢s haber garantizado que no pondr¨¢ trabas a una investidura de S¨¢nchez, aunque esa certeza pueda restarle fuerza pactista. La izquierda abertzale, incluso, ha aceptado un trato desigual en Navarra con tal de seguir siendo socio del PSOE. Por ejemplo, al PSN no le convino cederles la alcald¨ªa de Pamplona para no generar m¨¢s revuelo ante el 23-J; en cambio, Bildu facilitar¨¢ la investidura de Mar¨ªa Chivite, pese a aparecer excluido del acuerdo de gobierno.
Segundo, no es cierto que las cesiones de La Moncloa hayan favorecido los propios fines independentistas. En el caso de ERC, de la mesa de di¨¢logo no se ha saldo con ning¨²n refer¨¦ndum, y de ah¨ª la ca¨ªda de los republicanos en los pasados comicios. La reforma de la malversaci¨®n ¡ªtan criticada¡ª no tuvo los efectos esperados. La propia Esquerra amaga ahora con impugnar la Ley de Vivienda, que ellos mismos apoyaron en el Congreso, al considerar que invade competencias de la Generalitat.
Sin embargo, esta legislatura no pinta igual para S¨¢nchez. De reeditarse un nuevo gobierno apoyado por independentistas, la mayor¨ªa num¨¦rica ser¨ªa mucho m¨¢s ajustada, y las exigencias ser¨ªan mayores. Junts tiene p¨¢nico de hundirse electoralmente si no saca nada sustancial que vender a sus fieles, como pago por facilitar una eventual investidura.
Tercero, es una falacia afirmar la debilidad legislativa del Ejecutivo Frankenstein. Desde que la fragmentaci¨®n entr¨® por la puerta, se ha registrado un incremento del uso de la figura del decreto-ley en nuestro pa¨ªs. Muchos socios a menudo se han quejado del abuso de esta f¨®rmula porque hurta parte del debate parlamentario, y convierte la democracia en un procedimiento mayoritario de ¡°lo tomas o lo dejas¡±. El Gobierno ha aprobado varias reformas mediante ese procedimiento, que es pol¨ªticamente reprochable, pero le ha permitido no deshacerse en tantas renuncias.
En consecuencia, el repudio de la derecha actual a la pluralidad parlamentaria solo es un s¨ªntoma de sus propias flaquezas. Nuestro pa¨ªs est¨¢ dividido hoy entre quienes intentan encajar la nueva realidad territorial y quienes la rechazan. Lo recuerda el PNV estos d¨ªas, que no quiere ni hablar con Alberto N¨²?ez Feij¨®o por miedo a cargar con el sambenito de estar cerca de la ultraderecha y su intransigencia. Los relatos a veces acaban devorando a quienes los instigan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
