Una idea de normalidad
La negociaci¨®n y el pacto son el instrumental que puede evitar la par¨¢lisis y la convocatoria de unas nuevas elecciones. Adem¨¢s, son la ¨²nica v¨ªa para integrar la pluralidad de intereses leg¨ªtimamente representados en el Parlamento
La del chupinazo con la que arrancan las fiestas en tantos pueblos de Espa?a. La de charanga y procesiones. La de comparsa de gigantes y cabezudos y suelta de ganado bravo. La de churros y t¨®mbola. La de orquestas y fuegos artificiales. La de chamizos que re¨²nen a comer a cuadrillas para disgregarse el resto del a?o por ideas, geograf¨ªa o proyectos vitales. Esta descripci¨®n con tintes costumbristas es una realidad de las m¨²ltiples que adopta nuestro pa¨ªs en agosto. Una descripci¨®n reconocible por contener trazos de lo que representa para una mayor¨ªa el veraneo. Se trata, en suma, de un peque?o microcosmos que condiciona el inter¨¦s de muchos por asuntos alejados de la actividad pol¨ªtica y que contrastar¨¢, a lo largo de la semana, con la actividad en el Congreso de los Diputados. Una normalidad esta otra de naturaleza institucional y propia del discurrir natural de la vida democr¨¢tica.
La sesi¨®n constitutiva que se vivir¨¢ el pr¨®ximo jueves en la C¨¢mara baja permitir¨¢ tomar juramento o promesa a los diputados electos, con f¨®rmulas variopintas para acatar la Constituci¨®n, y en ella se elegir¨¢n los miembros de sus ¨®rganos de gobierno. En ausencia de mayor¨ªas absolutas, este proceso adquiere una significaci¨®n de consecuencias determinantes para la sostenibilidad de la legislatura. Su resultado final depende del ¨¦xito de una compleja negociaci¨®n de la que casi nada se sabe. Ser¨¢ en unos d¨ªas cuando descubramos qu¨¦ partidos tendr¨¢n representaci¨®n en la Mesa del Congreso, qu¨¦ perfil pol¨ªtico asumir¨¢ su presidencia y cu¨¢ntos grupos parlamentarios podr¨¢n formarse. La foto resultante ofrecer¨¢ adem¨¢s algunas evidencias en torno a la mayor¨ªa capaz de respaldar una investidura viable. Una mayor¨ªa diferente a la que, en su caso, tendr¨¢ representaci¨®n en el Gobierno. Y es en esta circunstancia donde vale la pena detenerse.
De hecho, una de las lecciones que deja la legislatura pasada tiene que ver precisamente con la confusi¨®n que gener¨® para amplias capas de la poblaci¨®n la mayor¨ªa parlamentaria con la que el Ejecutivo llevaba a t¨¦rmino su programa de legislatura y aquella otra que representaba la coalici¨®n de gobierno. El PP cultiv¨® esta confusi¨®n con cierto ¨¦xito durante la campa?a electoral, trasladando la idea de que Bildu ha gobernado con S¨¢nchez. No juzgo ahora el (des)cr¨¦dito pol¨ªtico que todav¨ªa representa este u otros partidos a la hora de configurar mayor¨ªas en nuestro pa¨ªs; eso requiere un tratamiento monogr¨¢fico. Sin embargo, conviene precisar la diferente naturaleza que tiene para la gobernanza de un pa¨ªs la l¨®gica que inspira la vida parlamentaria y la que debe exigirse para el funcionamiento interno del Gobierno. Hacerlo es un compromiso en t¨¦rminos de pedagog¨ªa pol¨ªtica que ayuda a entender las distintas condiciones y exigencias con las que se ordenan los pactos de investidura, los de legislatura y aquellos que determinan el acuerdo en una coalici¨®n de gobierno como la que puede vislumbrarse entre PSOE y Sumar.
En los dos primeros supuestos se tratar¨ªa de negociar una mayor¨ªa robusta en lo esencial (investidura), pero d¨²ctil en lo program¨¢tico (agenda legislativa) hasta el punto de permitir espacios para la discrepancia entre socios o la apertura a acuerdos con otros. Nada que ver con las exigencias de cohesi¨®n en el funcionamiento que debe imponerse a la mayor¨ªa minoritaria que pueda conformar el Gobierno. Una y otra mayor¨ªa exigen, en todo caso, claridad en la negociaci¨®n, generosidad en el acuerdo y lealtad para llevarlo a t¨¦rmino. La negociaci¨®n y el pacto son el instrumental que puede evitar la par¨¢lisis y la convocatoria de unas nuevas elecciones. Adem¨¢s, son la ¨²nica v¨ªa para integrar la pluralidad de intereses leg¨ªtimamente representados en el Parlamento. A esta realidad, marcada por la exigencia de acordar entre diferentes, la llamamos complejidad cuando salta a las instituciones, pero es pura normalidad en la vida de cualquier ciudadano. Hacer que aquello que es normal en la calle sea tambi¨¦n normal en el Congreso resulta sensato. Y ahora, con permiso de sus se?or¨ªas, que siga la fiesta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.