Otra puerta cerrada
La confiscaci¨®n de la Universidad Centroamericana por el r¨¦gimen de Daniel Ortega, bajo acusaci¨®n de terrorismo, supone un cerrojazo al humanismo en Nicaragua
He visto la fotograf¨ªa que circula en las redes del padre Adolfo L¨®pez de la Fuente asom¨¢ndose a la puerta de la casa comunal de los jesuitas, donde viv¨ªa en Managua. Ahora, a sus 98 a?os, lo han expulsado de all¨ª. Aparece como yo lo recuerdo, junto a esa misma puerta, en su papel de portero voluntario de la villa El Carmen, situada dentro de los predios de la Universidad Centroamericana. Tras la confiscaci¨®n de la universidad, acusada de terrorismo, los expulsaron a todos bajo fuerza policial.
Ven¨ªa a abrir la puerta, la peque?a cruz colgando del cuello de la guayabera gastada de tanto lavarla, la barba cana, los ojos alertas tras los gruesos lentes; sonre¨ªa al verme, y casi siempre callaba. No s¨¦ si su oficio de portero se lo hab¨ªa impuesto ¨¦l mismo, o era parte de sus obligaciones, asignadas por la comunidad. Fernando Cardenal me contaba que en la casa de los jesuitas en Medell¨ªn uno de sus deberes era salir a comprar el pan del desayuno todas las ma?anas.
Tulita, mi esposa, que trabaj¨® cerca del padre C¨¦sar Jerez cuando fue rector de la universidad, y que viv¨ªa ¨¦l mismo en la villa El Carmen, recuerda que cada uno de los curas recib¨ªa su mesada, una suma modesta de dinero para sus gastos personales. Cigarrillos para quien fumara, una entrada al cine para quien quisiera ir al cine.
Tengo en la memoria esa villa El Carmen, un tanto escondida del tr¨¢fago del campus jesuita entre ¨¢rboles, amoblada con mecedoras, de las que en Nicaragua llamamos ¡°sillas abuelita¡±, un peque?o televisor, un comedor como de pensi¨®n de barrio. Una casa de hombres solos y hacendosos, nadie dir¨ªa que llena de eminencias acad¨¦micas, con dos y tres doctorados, investigadores cient¨ªficos, te¨®logos, soci¨®logos, historiadores. Humanistas.
El padre Adolfo, por ejemplo, ese que abr¨ªa la puerta. Nacido en Neguri, Bilbao, estudi¨® matem¨¢ticas e ingenier¨ªa, se especializ¨® luego en malacolog¨ªa, autor del libro Moluscos de Nicaragua (Bilvalvos). Defensor de la biodiversidad, se opuso a la fallida construcci¨®n del canal interoce¨¢nico, porque devastar¨ªa la riqueza del Gran Lago. Su hermano Julio, jesuita e ingeniero tambi¨¦n, muerto hace diez a?os, y experto en ondas cuadradas, elabor¨® un conjunto de mapas que detallan la radiaci¨®n solar en Nicaragua, 25 a?os consagrados a estudiar el tema.
Nunca estudi¨¦ con los jesuitas. Me bachiller¨¦ en un colegio de secundaria laico, y fui a estudiar Derecho a la Universidad Nacional en Le¨®n, laica por excelencia, bajo el rectorado de un liberal humanista, Mariano Fiallos Gil. Los Somoza apoyaron la creaci¨®n de la Universidad Centroam¨¦rica en Managua, para neutralizar a la de Le¨®n, cuyo lema, creado por el rector Fiallos, era A la libertad por la Universidad. Pero muy pronto la de Managua se volvi¨® un foco de agitaci¨®n estudiantil igualmente candente, luego un centro irradiador de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, y en abril de 2018 un refugio para los j¨®venes perseguidos a muerte, bajo el valiente rectorado del padre Jos¨¦ Idi¨¢quez, quien vive desterrado en M¨¦xico.
Cuando me cerraron las puertas de mi propia alma mater, la Universidad Centroam¨¦rica me abri¨® las suyas, y fui acogido como si me hubiera graduado all¨ª. La mejor universidad del pa¨ªs, la m¨¢s abierta, la m¨¢s libre, cuando todas las universidades p¨²blicas hab¨ªan ca¨ªdo bajo el yugo monocorde de la arcaica ideolog¨ªa oficial.
Empec¨¦ a conocer a los jesuitas a trav¨¦s de Fernando Cardenal, hermano de Ernesto Cardenal, curas los dos, y con quienes conspir¨¦ para el derrocamiento de Somoza. Los castig¨® Roma suspendi¨¦ndolos ad divinis, y Fernando tuvo que hacer de nuevo el camino desde cero, como novicio, para ser readmitido en la orden, el primer caso en la historia de la Compa?¨ªa de Jes¨²s. A Ernesto el papa Francisco le devolvi¨® su condici¨®n de sacerdote secular, poco antes de su muerte.
Fernando, igual que muchos jesuitas, proclamaba la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, en auge en Am¨¦rica Latina en la segunda mitad del siglo pasado, convertida en los setenta en uno de los puntales ideol¨®gicos de la revoluci¨®n sandinista, y en fuente de conflictos dentro de la Iglesia, cuando al llegar al papado Juan Pablo II se declar¨® en contra de sus postulados.
Cercano fue tambi¨¦n para m¨ª el padre C¨¦sar Jerez. Guatemalteco, nacido en el pueblo ind¨ªgena de San Mart¨ªn Jilotepeque, estudi¨® teolog¨ªa en Fr¨¢ncfort y obtuvo el doctorado en Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Chicago. Un idealista maduro y centrado, pero inflexible en su convicci¨®n ¨¦tica, no se conceb¨ªa a s¨ª mismo sino al servicio de la transformaci¨®n social. Un gran conversador, con un agudo sentido del humor. ¡°Hay gente de la oligarqu¨ªa en Guatemala que se extra?a de que un indio sanmartineco, como yo, hable alem¨¢n y hable ingl¨¦s¡±, se re¨ªa, gozoso. Inolvidables y ejemplares Xavier Gorostiaga y Amando L¨®pez, rectores tambi¨¦n de la universidad, Amando asesinado brutalmente en San Salvador por el Ej¨¦rcito en 1989, junto con otros cinco sacerdotes de la orden. Y el padre ?lvaro Arg¨¹ello, que cre¨® de la nada el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroam¨¦rica, donde queda, librada a su suerte, la colecci¨®n documental m¨¢s importante del pa¨ªs. Nada menos que su memoria.
Otra puerta cerrada al humanismo. Un pa¨ªs de puertas clausuradas. Se cierran puertas, el ruido se desvanece, y solo queda la oscuridad.
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