Roma se reconcilia con Cardenal
El Papa rehabilita al sacerdote nicarag¨¹ense al que Juan Pablo II prohibi¨® administrar los sacramentos en 1984 por apoyar la revoluci¨®n sandinista
Ernesto Cardenal, el sacerdote nicarag¨¹ense que el 4 de marzo de 1983 fue humillado p¨²blicamente por Juan Pablo II en el aeropuerto de Managua en castigo por formar parte del Gobierno de Daniel Ortega, ha sido rehabilitado por el papa Francisco. En una carta que ha estado a punto de llegar demasiado tarde ¡ªel sacerdote y poeta tiene ya 94 a?os y se encuentra hospitalizado a causa de una grave infecci¨®n renal¡ª, Jorge Mario Bergoglio le informa del levantamiento de la suspensi¨®n a divinis (prohibici¨®n de administrar los sacramentos) que Karol Wojtyla le impuso en 1984.
Aunque el Vaticano a¨²n no ha informado de la noticia, el nuncio apost¨®lico en Nicaragua, el polaco Stanislaw Waldemar Sommertag, ya se la ha adelantado personalmente a Cardenal y se ha ofrecido a concelebrar con ¨¦l su primera misa en 35 a?os. De igual forma, el obispo auxiliar de la archidi¨®cesis de Managua, Silvio Jos¨¦ B¨¢ez, se acerc¨® el pasado jueves al hospital donde se encuentra el poeta, se postr¨® ante su cama y le dijo: ¡°Le pido su bendici¨®n como sacerdote de la Iglesia cat¨®lica¡±.
La fotograf¨ªa de ese momento, que el arzobispo B¨¢ez ha subido a las redes sociales sin dar cuenta de su relevancia, parece el reverso de aquella ya m¨ªtica de Wojtyla con el dedo ¨ªndice levantado y Cardenal con una rodilla en tierra. Juan Pablo II ven¨ªa de visitar M¨¦xico, donde ya hab¨ªa condenado la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, de la que Cardenal era un referente. Seg¨²n escribi¨® el pasado verano en el suplemento Ideas el periodista Juan Arias, que entonces era corresponsal de EL PA?S en el Vaticano y viaj¨® en el avi¨®n de Juan Pablo II a M¨¦xico y Centroam¨¦rica, ¡°al Pont¨ªfice, que hab¨ªa vivido en Polonia la dureza del comunismo sovi¨¦tico, se le hac¨ªa dif¨ªcil entender que la revoluci¨®n sandinista fuese entonces del brazo de la parte m¨¢s abierta y social de la Iglesia. Y el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal era entonces el ministro de Cultura¡±.
Seg¨²n recuerda Juan Arias, Wojtyla, que ya lleg¨® a Managua tenso y visiblemente irritado, se encontr¨® al descender del avi¨®n con una gran pancarta que rezaba: ¡°Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revoluci¨®n¡±. A los pies del avi¨®n, en un d¨ªa de much¨ªsimo calor, le esperaba Daniel Ortega, quien le lanz¨® un discurso de media hora exaltando la revoluci¨®n. Cada vez que el Papa intentaba dejar claro su rechazo frontal a la llamada Iglesia Popular, la multitud lo interrump¨ªa al grito de ¡°entre cristianismo y revoluci¨®n no hay contradicci¨®n¡±. Jes¨²s Ceberio, el entonces corresponsal de EL PA?S para M¨¦xico y Centroam¨¦rica, cont¨® en su cr¨®nica desde Managua que, ¡°ante su impotencia para terminar la homil¨ªa, Juan Pablo II dirigi¨® en un momento una mirada de ira a los tres miembros de la Junta de Gobierno que ocupaban la derecha del altar. Mientras tanto, en el lado izquierdo, el comandante Daniel Ortega coreaba ostensiblemente los gritos de la multitud y parec¨ªa dirigir el ritmo con sus palmadas¡±.
El peor parado de aquella encerrona a Wojtyla fue Ernesto Cardenal. ¡°Yo estaba a su lado¡±, recuerda Juan Arias, ¡°cuando se acerc¨® el Papa, Cardenal hinc¨® una rodilla en el suelo y tom¨® su mano para bes¨¢rsela. Juan Pablo II se la retir¨®. Y cuando el sacerdote le pidi¨® la bendici¨®n, el Papa, se?al¨¢ndolo amenazador con el ¨ªndice de su mano derecha, le dijo: ¡°Antes tiene que reconciliarse con la Iglesia¡±.
Era marzo de 1983. Karol Wojtyla estuvo sentado en la silla de Pedro otros 22 a?os, hasta 2005. Y, tras su muerte, lo sucedi¨® Joseph Ratzinger, quien hab¨ªa sido hasta entonces el prefecto de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio. De tal forma que hasta que en 2013 Benedicto XVI renunci¨® al papado, Cardenal no pudo albergar ninguna esperanza de que el Vaticano le volviese a abrir las puertas. Ni a ¨¦l ni a los dem¨¢s referentes de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Durante m¨¢s de tres d¨¦cadas, el Vaticano pretendi¨® que Cardenal eligiera entre su fe en Dios y sus ideales revolucionarios. Incapaz de traicionarse a s¨ª mismo, el te¨®logo del pelo blanco, nacido en Granada (Nicaragua) en 1925, sigui¨® sinti¨¦ndose sacerdote de puertas para adentro, mientras que de puertas afuera escrib¨ªa libros de poemas m¨ªsticos, tallaba p¨¢jaros en vuelo, sufr¨ªa por la deriva de la Iglesia y se sent¨ªa cada vez m¨¢s triste por la degeneraci¨®n de los Gobiernos de Ortega.
Pero la situaci¨®n cambi¨® tras la elecci¨®n inesperada de Jorge Mario Bergoglio. El sentido de sus primeros mensajes reavivaron en el interior del poeta nicarag¨¹ense una llama que a¨²n no se hab¨ªa extinguido. Porque, como recuerda desde Managua su asistente, Luz Marina Acosta, ¡°el poeta siempre llev¨® una vida de oraci¨®n y contemplaci¨®n¡±. A principios de 2016, y despu¨¦s de algunos intentos sin ¨¦xito de tender alg¨²n puente con Francisco, Zingonia Zingone, una poeta italiana amiga de Cardenal, le hizo llegar a este periodista ¨Cque entonces era corresponsal en Roma¡ª un libro del sacerdote nicarag¨¹ense con una dedicatoria para el Papa. La idea era hac¨¦rselo llegar directamente a Bergoglio, para evitar que los m¨¢s papistas que el Papa que abundan en el Vaticano interceptaran el mensaje. La ocasi¨®n se present¨® el 12 de febrero, a bordo del vuelo de Alitalia que llevaba al Papa desde Roma a M¨¦xico.
¡ªSantidad, en este sobre hay un libro dedicado y una carta que Ernesto Cardenal quiere hacerle llegar.
?¡ª?Qu¨¦ cardenal?, contesta el Papa con gesto de no haber o¨ªdo.
?¡ªNo, de Ernesto Cardenal.
"Me siento identificado con este papa"
?Al Papa, como se aprecia en una secuencia de fotos del periodista Alan Holdren, se le iluminan los ojos y, con una gran sonrisa, dice: ¡°Gracias, gracias¡±. Media hora despu¨¦s, y tras saludar al resto del pasaje, Bergoglio regresa y dice: ¡°Muchas gracias por el mensaje, voy a leerlo ahora mismo¡±. Dentro del libro tambi¨¦n iba una entrevista reciente a Ernesto Cardenal en la que reconoc¨ªa: ¡°Me siento identificado con este nuevo Papa. Es mejor de como podr¨ªamos haberlo so?ado¡±.
El s¨¢bado 2 de febrero, el nuncio Stanislaw Waldemar visit¨® a Ernesto Cardenal en su casa de Managua, le traslad¨® un mensaje del papa Francisco, conversaron a solas durante media hora y, tras despedirse, el sacerdote nicarag¨¹ense dict¨® a su secretaria un mensaje de contestaci¨®n dirigido al Vaticano. Ya solo quedaba esperar el desenlace de un desencuentro de casi 36 a?os. Pero el estado de salud de Cardenal empeor¨® y tuvo que ser ingresado. Se lleg¨® a temer por su vida. El jueves 14, por fin, el nuncio apost¨®lico recibi¨® la respuesta del Papa y se la comunic¨® al poeta, que la recibi¨® consciente, relajado y con una sonrisa.
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