Los l¨ªmites de la biomedicina
La bio¨¦tica debe controlar la investigaci¨®n m¨¦dica sin paralizarla
La investigaci¨®n en biomedicina no deja de producir destellos asombrosos, casi literarios. El ¨²ltimo que hemos conocido es un paso de gigante hacia la generaci¨®n de ¨®rganos humanos en cerdos. Un equipo de cient¨ªficos chinos, en el que figura un m¨¦dico espa?ol, ha retrasado el reloj de c¨¦lulas de la piel para convertirlas en c¨¦lulas madre, las ha introducido en embriones de cerdo incapaces de formar sus propios ri?ones y ha visto que las c¨¦lulas forman un ri?¨®n humano rudimentario. El experimento est¨¢ a¨²n muy lejos del sue?o ¡ªpesadilla para algunos¡ª de fabricar ri?ones humanos para trasplantes, pero es evidente que supone un avance hacia ese objetivo. La investigaci¨®n, por este y otros laboratorios, lleva m¨¢s de seis a?os en marcha. Y va cumpliendo su calendario. Es hora de que la opini¨®n p¨²blica empiece a debatir esa perspectiva.
Los cient¨ªficos no se han vuelto locos. Los 150.000 trasplantes de ¨®rganos que se hacen en el mundo cada a?o son insuficientes. Solo en Estados Unidos hay 100.000 pacientes en lista de espera para un trasplante. Cada d¨ªa mueren 17 de ellos. Si la ciencia logra cultivar ¨®rganos humanos en cerdos u otros animales podr¨¢ ofrecer una vida a muchas personas que ahora est¨¢n condenadas a morir. Los objetivos de la investigaci¨®n est¨¢n bien claros.
Hay, sin embargo, objeciones ¨¦ticas incluso dentro de la comunidad cient¨ªfica. Los cr¨ªticos con estas investigaciones est¨¢n preocupados por dos cosas. La primera es la posibilidad de que las c¨¦lulas humanas migren del ri?¨®n a otros ¨®rganos del cerdo. Si esa migraci¨®n fuera masiva y, sobre todo, si afectara al cerebro del animal, habr¨ªa que definir qu¨¦ proporci¨®n de c¨¦lulas humanas convertir¨ªa al cerdo en sujeto de un tratamiento ¨¦tico y jur¨ªdico especial. La segunda es que las c¨¦lulas humanas colonicen las g¨®nadas y, por tanto, puedan generar una estirpe de h¨ªbridos entre cerdo y humano o algo similar. Son cr¨ªticas leg¨ªtimas porque esbozan una lista de peligros que convendr¨¢ evitar mientras la investigaci¨®n avanza. Pero no constituyen un argumento para detenerla.
El principio de precauci¨®n ¡ªante la duda, no hacer nada¡ª es un arma de doble filo. Suele parecer una postura sensata a corto plazo, pero su aplicaci¨®n sistem¨¢tica habr¨ªa impedido cualquier avance cient¨ªfico de los ¨²ltimos tiempos. El genoma humano no se habr¨ªa secuenciado, las c¨¦lulas madre no habr¨ªan revolucionado la biomedicina y la edici¨®n gen¨¦tica que subyace a nuevos tratamientos contra el c¨¢ncer no habr¨ªa visto la luz. La intervenci¨®n de la bio¨¦tica es necesaria en ¨¢reas de exploraci¨®n que est¨¢n llamadas a afectar a la vida y a la salud de las personas, pero no puede consistir en oponerse a todo apelando a escenarios imaginarios de pel¨ªcula de terror. Si la ciencia puede usarse para generar da?o, detener su avance puede ser m¨¢s da?ino a¨²n.
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