Democracias
Europa necesita partidos de derechas que no confundan su ideario neoliberal con la generaci¨®n de discursos de odio
Cuando se critica la deriva de la derecha espa?ola hacia el populismo autoritario, puede entenderse que s¨®lo existe una voluntad coyuntural de apoyar a la coalici¨®n progresista en los debates de la actualidad pol¨ªtica. Pero tambi¨¦n existe un deseo de mayor alcance: el convencimiento de que la democracia europea necesita partidos de derechas que no confundan su ideario neoliberal con la generaci¨®n de discursos de odio. El desmantelamiento de los servicios p¨²blicos y la generaci¨®n de desigualdades provoca de manera inevitable din¨¢micas antisistema. Del mismo modo que la izquierda europea comprendi¨® hace a?os que no es l¨ªcito defender la igualdad social a costa de poner en peligro las libertades democr¨¢ticas, la derecha deber¨ªa asumir ahora que no se puede llevar al extremo el sometimiento a las grandes fortunas, porque el desamparo absoluto de las mayor¨ªas pone en peligro la convivencia con reacciones de fanatismo violento.
Este problema se complic¨® en Espa?a por culpa de la corrupci¨®n galopante que se extendi¨® en territorios como Madrid, Valencia o Catalu?a durante los gobiernos de la derecha. Para ocultar la basura, se desvi¨® la atenci¨®n hacia querellas populistas rabiosas, por ejemplo, los asuntos de identidades nacionalistas cerradas que desembocaron en el proceso del independentismo catal¨¢n y en la ofensiva espa?olista. Lo peor de la corrupci¨®n no fue el dinero perdido, sino el da?o colateral que provoc¨® en la democracia con el activismo del desamor, la judicializaci¨®n de la pol¨ªtica y la p¨¦rdida del pudor en numerosos medios de comunicaci¨®n, portavoces de las mentiras y las crispaciones.
Pablo Casado, en una situaci¨®n dif¨ªcil, intent¨® transformar por dentro el PP para convertirlo en un partido democr¨¢tico, alej¨¢ndolo de las amplias herencias de la corrupci¨®n. Fueron contra ¨¦l, hasta hacer fracasar su intento, los mismos que ahora pactan con Vox, m¨¢s preocupados por mezquinos intereses coyunturales que por la dignificaci¨®n de la convivencia. Una desgracia, porque Espa?a y Europa necesitan una derecha democr¨¢tica.
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