El secesionismo cotiza a la baja
La sociedad catalana sigue dando muestras de su desinter¨¦s por el independentismo
Si alguien esperaba una contundente se?al de cambio en la opini¨®n p¨²blica catalana respecto a la reivindicaci¨®n independentista, esta ha llegado de donde menos se la esperaba: de las elecciones a la C¨¢mara de Comercio de Barcelona. En la votaci¨®n celebrada este mi¨¦rcoles result¨® derrotada la candidatura promovida por la Assemblea Nacional Catalana, que hace cuatro a?os se hizo con el poder de la entidad con el apoyo del Govern secesionista presidido por Quim Torra.
Ahora va de empresa es el elocuente lema de la lista vencedora, que se present¨® como un proyecto integrador, transversal y representativo de todas las mentalidades, capaz de recuperar a las grandes compa?¨ªas, expulsadas en la pr¨¢ctica por el separatismo, y de regresar tambi¨¦n a la C¨¢mara de Comercio de Espa?a, en la que el peso de Barcelona debe ser el que corresponde a su actividad econ¨®mica. Josep Santacreu, el nuevo presidente, se propone contribuir al regreso de las firmas que huyeron de Catalu?a despu¨¦s del refer¨¦ndum ilegal de 2017.
El cambio en el empresariado se suma a una evidencia expresada en todas las elecciones: las auton¨®micas, que dieron la victoria en votos y esca?os al PSC sobre ERC y Junts; las municipales, en las que el socialismo recuper¨® la alcald¨ªa de Barcelona, y las generales, en las que el separatismo perdi¨® 660.000 votos y obtuvo su peor resultado desde que empez¨® el proc¨¦s. Id¨¦ntica evoluci¨®n experimenta el sentimiento separatista, en ca¨ªda libre desde 2019 seg¨²n las encuestas, y a 10 puntos de quienes no desean la secesi¨®n.
Corroboran esta tendencia la incuestionable disminuci¨®n de la participaci¨®n en las manifestaciones de la Diada, la desaparici¨®n del paisaje urbano de los lazos amarillos y de las esteladas, y la creciente fragmentaci¨®n del espectro pol¨ªtico independentista, tentado por proyectos m¨¢s radicales a¨²n que el de Carles Puigdemont, como el de la propia ANC, o sin inhibiciones ideol¨®gicas, el de la xen¨®foba Alian?a Catalana, que cuenta ya con la alcald¨ªa de Ripoll. Ambas son partidarias de la v¨ªa unilateral y rupturista. Tampoco es una formalidad sin significado pol¨ªtico la audiencia del rey Felipe VI a Jaume Collboni, un encuentro con el alcalde de Barcelona que no se produc¨ªa desde 2006, cuando fue Juan Carlos I quien recibi¨® a Jordi Hereu, y que no ha sido emulado todav¨ªa por la presidencia de la Generalitat.
Todo ello contrasta con la persistencia de la ret¨®rica procesista, espoleada ahora por la influencia parlamentaria que el resultado del 23-J otorg¨® a Junts. Pese a su inesperado protagonismo en Madrid, el sector m¨¢s inmovilista del secesionismo har¨ªa mal en actuar de espaldas a la sociedad cuyos intereses afirma defender. M¨¢s de la mitad nunca se sinti¨® ni defendida ni representada por los discursos de ruptura. Ser¨ªa un error que los nacionalistas renunciaran a hacer pol¨ªtica por el af¨¢n mesi¨¢nico de hacer historia.
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