Investidura frustrada

La votaci¨®n en el Congreso de la investidura de Alberto N¨²?ez Feij¨®o como aspirante a la presidencia del Gobierno no depar¨® este mi¨¦rcoles sorpresas. Lleg¨® al hemiciclo con el apoyo de Vox, UPN y CC y sali¨® con ese mismo respaldo, lo que contabiliza 172 s¨ªes frente a la mayor¨ªa absoluta de 178 que vot¨® no. El PP ha levantado un cord¨®n sanitario ante el resto de la C¨¢mara que lo deja encerrado con la ultraderecha despu¨¦s de meses de llamar o compartir fotos y gobiernos auton¨®micos con quienes llaman a sus se?or¨ªas inmorales, golpistas o filoetarras.

La adhesi¨®n a Feij¨®o de los 33 diputados de Vox impide al l¨ªder popular cualquier aproximaci¨®n a ninguna de las formaciones nacionalistas vascas o catalanas. Cuando los resultados del 23-J le obligaron a rectificar para cortejar tanto al PNV como a Junts ya era tarde. Resignado a quedarse a cuatro votos de La Moncloa y tratando de hacer de la incapacidad virtud, durante las dos jornadas del debate despleg¨® un brutal argumentario contra las fuerzas independentistas de izquierdas y de reproches a las conservadoras por estar dispuestas a apoyar a Pedro S¨¢nchez.

Se trata de grupos parlamentarios que en ocasiones parecidas tuvieron en su mano la llave de la gobernabilidad en Espa?a. Hoy vuelven a tenerla en un panorama de mucha mayor fragmentaci¨®n parlamentaria. En distintas etapas, los nacionalismos vasco y catal¨¢n facilitaron con sus votos distintos gobiernos del PP y del PSOE, que recompensaron ese apoyo con importantes cesiones de poder territorial o en relaci¨®n con la pol¨ªtica antiterrorista: tras ganar en precario las elecciones de 1996, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar recibi¨® los votos de PNV y de CiU para ser presidente. Poco despu¨¦s, se excarcel¨® a 180 etarras, 135 m¨¢s fueron acercados a Euskadi y se invit¨® a volver a 304 pr¨®fugos. Esa realidad, que ha marcado la historia reciente, ha saltado hecha a?icos. Cualquier posibilidad de acuerdo del PP con esas formaciones es hoy una quimera debido a la cohabitaci¨®n de los populares con la formaci¨®n de Santiago Abascal, que reniega incluso del Estado de las Autonom¨ªas, aunque no renuncie al poder auton¨®mico.

La principal novedad que deja la investidura es el aterrizaje del l¨ªder popular en la realidad en dos aspectos. Por un lado, los votos de Vox le son imprescindibles y ha puesto fin a sus esfuerzos anteriores al 23-J para no mencionarlos ni fotografiarse con Abascal. Por otro, Feij¨®o parece haber llegado a la conclusi¨®n de que no puede ser l¨ªder del partido contra su sector duro y su nutrido aparato medi¨¢tico.

Semanas atr¨¢s, amag¨® con afrontar la b¨²squeda de un mejor ¡°encaje territorial de Catalu?a¡±, para desdecirse luego por presiones furibundas desde sus propias filas. Pese a sus apelaciones al coraz¨®n conservador de PNV y Junts, Feij¨®o termin¨® dibujando desde la tribuna del Congreso un modelo territorial que bebe del concepto de Espa?a que despleg¨® Aznar en su mayor¨ªa absoluta. Pero han pasado 20 a?os y el mundo y Espa?a responden a realidades muy diferentes. Es dif¨ªcil construir mayor¨ªas en 2023 atrincherado en el pasado. ¡°?Es propio de un partido de Estado lanzar arengas contra la mitad del pa¨ªs?¡±, le espet¨® el peneuvista Aitor Esteban.

Este viernes se repite la votaci¨®n de investidura en el Congreso de los Diputados. Entonces ser¨¢ precisa tan solo una mayor¨ªa simple. No se esperan sorpresas. El shock popular por el inesperado resultado del 23-J da sus ¨²ltimos coletazos en el entusiasmo con el que la derecha celebra que su l¨ªder se haya consagrado como jefe de la oposici¨®n.