Israel y Palestina: la guerra del lenguaje
Independencia o desastre, seguridad o segregaci¨®n. Los bandos en conflicto usan vocabularios opuestos para contar lo que lleva d¨¦cadas ocurriendo en el territorio m¨¢s disputado del planeta
Llegada la lecci¨®n relativa a los siglos III a V, los libros de Historia espa?oles hablaban de las invasiones germ¨¢nicas, e incluso, de las invasiones b¨¢rbaras. Libros gemelos, editados en pa¨ªses centroeuropeos, se refer¨ªan a este periodo como el de ¡°las migraciones de los pueblos¡±. Contar la propia historia con perspectiva de parte es entendible: quien narra su pasado ofrece una versi¨®n subjetiva y ventajosa de los hechos.
Todo lo que ha ocurrido durante d¨¦cadas entre Israel y Palestina en los metros cuadrados m¨¢s disputados del planeta ha sido narrado por las facciones en conflicto de...
Llegada la lecci¨®n relativa a los siglos III a V, los libros de Historia espa?oles hablaban de las invasiones germ¨¢nicas, e incluso, de las invasiones b¨¢rbaras. Libros gemelos, editados en pa¨ªses centroeuropeos, se refer¨ªan a este periodo como el de ¡°las migraciones de los pueblos¡±. Contar la propia historia con perspectiva de parte es entendible: quien narra su pasado ofrece una versi¨®n subjetiva y ventajosa de los hechos.
Todo lo que ha ocurrido durante d¨¦cadas entre Israel y Palestina en los metros cuadrados m¨¢s disputados del planeta ha sido narrado por las facciones en conflicto desde una perspectiva opuesta. Basta acudir a 1948, cuando Israel se proclama Estado independiente. Entre los palestinos, el movimiento de refugiados tras la guerra ¨¢rabe-israel¨ª fue denominado con la palabra ¨¢rabe nakba, traducible en espa?ol como desastre o cat¨¢strofe. Para los israel¨ªes, tal proceso se llama Guerra de la Independencia. A trav¨¦s de la conocida popularmente como Ley de la Nakba, aprobada en 2011, Israel conden¨® el uso de la palabra nakba en libros de texto y alocuciones p¨²blicas. Prohibir una palabra revela que la descripci¨®n de la historia ofende al adversario, muestra que etiquetar lo ocurrido es tan importante como que haya ocurrido. Hablar de la guerra supone tambi¨¦n, inevitablemente, participar en ella.
El reto para los medios que informan del conflicto es no dejarse contagiar por ese lenguaje de parte, permanecer neutrales al describir los hechos, no entrar en la guerra. Y eso resulta dificil¨ªsimo. Al informar, los medios dan voz a fuentes que describen la situaci¨®n con su terminolog¨ªa y hay que tener la espada de la cr¨ªtica discursiva muy en alto para evitar que ingresen al discurso informativo externo t¨¦rminos sesgados de un lado y otro.
En 2013, el International Press Institute difundi¨® una gu¨ªa que listaba las expresiones contaminadas en el conflicto entre Israel y Palestina, las que resultan ofensivas para un lado u otro, y propon¨ªa t¨¦rminos neutrales en cada caso. Su t¨ªtulo era Use with Care y se redact¨® tras reuniones consensuadas con expertos israel¨ªes y palestinos. Vemos en ella t¨¦rminos que resultan vejatorios para los palestinos: lo que los israel¨ªes llaman ¡°muro de seguridad¡± es para ellos ¡°el muro de la segregaci¨®n¡± y la gu¨ªa recomienda que los medios usen la expresi¨®n ¡°barrera de separaci¨®n¡±; igualmente, se exhorta a que los medios hablen del ¡°lado oeste¡± (West Bank) y no de Judea o Samaria al nombrar ¨¢reas en disputa, ya que estos top¨®nimos aparecen en la Biblia y usarlos justifica una posesi¨®n hist¨®rica israel¨ª de los territorios. Hay palabras que son ofensivas para los israel¨ªes: un ejemplo es hablar del ¡°Gobierno de Tel Aviv¡± en lugar de decir Israel, un nombre que se evita en sectores propalestinos por suponer una legitimaci¨®n del Estado creado en 1948; otra muestra es referise a las ¡°fuerzas de ocupaci¨®n israel¨ªes¡± en lugar de decir simplemente ¡°ej¨¦rcito¡±. La lista roza el centenar, pero es desalentador ver que para muchos t¨¦rminos se nos da la versi¨®n palestina y la israel¨ª, y no se ofrece posibilidad alguna de expresi¨®n neutra que las sustituya, porque no la hay: hay cosas de las que es imposible hablar sin posicionarse. La lengua tambi¨¦n revela el camino sin salida que parece ser este conflicto.
A una categor¨ªa m¨¢s particular pertenece una palabra que no est¨¢ en esa gu¨ªa y que es en mi opini¨®n muy definitoria de la respuesta verbal que desde Occidente damos a esta guerra ajena: talmud¨ªstico. El Talmud es el extenso c¨®digo que entre los siglos III y V se elabor¨® entre eruditos hebreos, un conjunto de libros que codifican las leyes civiles y can¨®nicas a partir de la interpretaci¨®n b¨ªblica. El Talmud ha sido explicado e interpretado en cientos de libros y comentarios: talmudistas son quienes se dedican a su estudio, los que acuden a la letra escrita del pasado para justificar decisiones o gu¨ªas de conducta en el presente.
En una visita a Washington en 1984, el ministro Sim¨®n Peres se?alaba que los asentamientos en el lado oeste obedec¨ªan a una pol¨ªtica compleja y termin¨® excus¨¢ndose por sus dificultades para justificar los hechos: ¡°Lo siento si sueno talmud¨ªstico¡± (en ingl¨¦s, talmudistic). Desde los a?os setenta, en diplomacia se usaba esa palabra en ingl¨¦s para aludir a aquellas soluciones pr¨¢cticas que tratan de resolver problemas actuales y que salvan la propia imagen justificando decisiones a partir de una interpretaci¨®n, digamos, creativa de los textos y hechos pasados.
Quienes han medido sus condenas a la barbarie de Ham¨¢s o al abuso de derecho del Estado de Israel para no contravenir sus simpat¨ªas hacia un lado u otro del conflicto suenan talmud¨ªsticos. Hablar de muertes m¨¢s condenables que otras es insultante para las v¨ªctimas. Todo lo que ha ocurrido en Israel y Palestina desde los esperanzadores acuerdos de Oslo ha mostrado, en mi opini¨®n, lo peor de cada casa. Y ahora, lo narremos como lo narremos, a ver c¨®mo se endereza esto.