Tras las huellas del lobo
El miedo al animal permanece indeleble en la memoria gen¨¦tica de los europeos, aunque no se hayan tropezado jam¨¢s con uno fuera de la superstici¨®n y las leyendas
Los primeros lobos llegaron a la regi¨®n en torno al a?o 2000 procedentes de la vecina Polonia. Exceptuando Berl¨ªn, la zona (Brandeburgo y parte de Baja Sajonia) est¨¢ poco poblada. Amplios espacios de vegetaci¨®n permiten al lobo esconderse. Exterminada por estas latitudes a mediados del siglo XIX, la especie persist¨ªa en los cuentos tradicionales, donde se le reserva de costumbre un papel negativo que ha prolongado su mala fama hasta nuestros d¨ªas. El lugare?o no vive con el temor a la mamba negra o a la avispa de mar. Otra cosa ser¨ªa que las tuviera delante. En cambio, afirman los que estudian estas cosas que el miedo (?respeto?) al lobo permanece indeleble en la memoria gen¨¦tica del habitante europeo, aunque no se haya tropezado jam¨¢s con uno fuera del ¨¢mbito de la superstici¨®n y las leyendas.
Con frecuencia, la prensa local hace recuento de reba?os atacados. Hay pol¨¦mica y, por parte de algunos, ganas de salir con la escopeta. Se habla de una poblaci¨®n de medio millar de ejemplares al oeste del r¨ªo Elba, donde resido. Mayores son las cifras de animales de crianza muertos por los lobos, incluido el poni de la se?ora Von der Leyen, presidenta de la Comisi¨®n Europea. El bosque vuelve a inspirar recelo. Los granjeros preferir¨ªan sacrificar o enviar al matadero ellos mismos el ganado, y no que los lobos despachen a su manera expeditiva la tarea. Los ecologistas invocan la ley que protege al depredador y refutan la idea de que el lobo cometa masacres, actividad privativa, dicen, del g¨¦nero humano. De momento las estad¨ªsticas favorecen a la fiera. Muchos menos animales mueren por sus dentelladas que por atropellos en las carreteras. En dos d¨¦cadas no se ha dado un solo caso de persona herida por colmillos lobunos. Hans Magnus Enzensberger se estren¨® como poeta en 1957 con un libro titulado Defensa de los lobos. Para bien o para mal, uno est¨¢ con la poes¨ªa.
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