Si eres creativa, ded¨ªcate a la ciencia
El avance del conocimiento se basa en la imaginaci¨®n. Las matem¨¢ticas suelen venir despu¨¦s
La ciencia es el territorio de la precisi¨®n y el arte es el de la creatividad, ?no es cierto? Al menos eso es lo que parece pensar casi todo el mundo. ¡°Haz t¨² la cuenta, que eres de ciencias¡±, se oye en los restaurantes con tediosa insistencia. ¡°Cient¨ªficamente testado¡±, dicen los vendedores de cosm¨¦ticos en los anuncios. La caricatura del investigador con que Hollywood nos lleva un siglo machacando ¡ªese sabio bondadoso y despistado que sabe la f¨®rmula del furano, pero no c¨®mo cruzar una calle¡ª ha engendrado un monstruo en la opini¨®n p¨²blica que no resulta nada f¨¢cil disipar. Todo eso es un error garrafal, y adem¨¢s disuade a los j¨®venes de estudiar ciencias, por si necesit¨¢ramos un desincentivo m¨¢s.
Los avances en la comprensi¨®n cient¨ªfica del mundo se encuentran entre las mayores muestras de la creatividad humana. El progreso del conocimiento depende en primer lugar de la imaginaci¨®n, puesto que implica renunciar a los principios sagrados que se han incrustado en tu pensamiento y sustituirlos por un modelo tan rompedor que no se le hab¨ªa ocurrido a nadie en los mil a?os anteriores. Si quieres entender la creatividad, no te pongas a hacer cola en el Louvre para (no) ver la Gioconda. Lo mejor es que repases la gravitaci¨®n de Newton con una nueva mirada.
Por incre¨ªble que parezca, la c¨¦lebre an¨¦cdota de la manzana de Newton es probablemente cierta, y adem¨¢s tiene todo el sentido si lo piensas. Una manzana y la Luna tienen un tama?o similar a nuestros ojos. Si la manzana cae al suelo, ?por qu¨¦ no cae la Luna? En un rasgo de genio creativo, Newton imagin¨® la respuesta: la Luna tambi¨¦n cae al suelo. Y lo ilustr¨® con un experimento mental memorable. Si disparas un ca?¨®n, la bala acaba cayendo al suelo. Si pones m¨¢s p¨®lvora, la bala llegar¨¢ m¨¢s lejos, pero acabar¨¢ cayendo al suelo tambi¨¦n. Si sigues a?adiendo p¨®lvora, sin embargo, llegar¨¢ un momento en que la bala quiere caer el suelo, pero no puede porque el suelo se est¨¢ hundiendo debajo de ella. Es lo que tiene la curvatura de la Tierra. En ese momento, en vez de caer al suelo, la bala se pondr¨¢ en ¨®rbita (hoy llamamos a esto velocidad de escape). As¨ª que ya lo vemos: la Luna tambi¨¦n est¨¢ cayendo, porque orbitar alrededor de la Tierra no es m¨¢s que una forma de caer sobre ella. Ni con toda la p¨®lvora de Inglaterra habr¨ªa podido Newton poner en ¨®rbita una bala de ca?¨®n. Tuvo que limitarse a imaginarlo, en un alarde de creatividad que para s¨ª quisiera Da Vinci.
Como dice el f¨ªsico te¨®rico Carlo Rovelli, Anaximandro se tuvo que imaginar a s¨ª mismo volando a gran altura para concluir que la Tierra era redonda. Cop¨¦rnico tuvo que viajar al Sol con la mente para proponer su modelo helioc¨¦ntrico. Kepler vol¨® imaginariamente a la Luna, y hasta escribi¨® una novela de viajes para narrarlo, y Einstein se imagin¨® volando junto a un rayo de luz para desarrollar su teor¨ªa de la relatividad. Rovelli est¨¢ a punto de publicar en ingl¨¦s White Holes (¡±Agujeros blancos¡±), donde desarrollar¨¢ estas ideas. Muchacha, si eres creativa, ded¨ªcate a la ciencia.
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