Ciencia de riesgo
Nos estamos viendo arrastrados a otra trifulca sobre el clich¨¦ de los sabios locos y los l¨ªmites del conocimiento, pero prohibir cualquier investigaci¨®n no es una opci¨®n
Quiz¨¢ sea el efecto Oppenheimer causado por la pel¨ªcula de Christopher Nolan, que nos ha recordado a millones de espectadores los efectos devastadores que puede tener una investigaci¨®n cient¨ªfica. O quiz¨¢ todo venga de mucho m¨¢s atr¨¢s, de la historia machacona de la criatura que se escapa de las manos de su creador, que podemos rastrear hasta el Frankenstein de Mary Shelley y que Hollywood ha orde?ado hasta la n¨¢usea. Quiz¨¢ no sea m¨¢s que el miedo at¨¢vico a lo desconocido que nos viene puesto de serie desde la noche de los tiempos, cuando ¨¦ramos ratas huyendo de las fauces de los tiranosaurios.
Sea como fuere, el caso es que nos estamos viendo arrastrados a una nueva trifulca sobre el clich¨¦ de los sabios locos y los l¨ªmites del conocimiento. Unos cient¨ªficos cultivan un ri?¨®n humano rudimentario en embriones de cerdo, lo que suscita el temor de que algunas c¨¦lulas humanas migren al cerebro del animal y generen un monstruo quim¨¦rico. Otros investigadores crean un rat¨®n que lleva en su cerebro 100.000 neuronas humanas, lo que casi convierte el temor anterior en una frusler¨ªa. La inteligencia artificial inventa un Fary que habla en ingl¨¦s y un nuevo g¨¦nero de porno infantil en Almendralejo. Todo esto produce la impresi¨®n de que la ciencia y la tecnolog¨ªa son un peligro gratuito, y suscita de inmediato el tic favorito de amplias capas de la poblaci¨®n, que es prohibirlo todo. Ser¨ªa un error garrafal.
Los bi¨®logos no est¨¢n construyendo quimeras de cerdo y humano para manufacturar monstruos, sino para generar ¨®rganos que alg¨²n d¨ªa sirvan para trasplantes. Las 100.000 neuronas humanas insertadas en un rat¨®n quieren servirnos para entender el alzh¨¦imer, y sabe Dios que lo necesitamos desesperadamente. El softman (hombre blandengue) del Fary suena igual de rid¨ªculo en ingl¨¦s que en el espa?ol original. Y quienes utilizan la IA para desnudar a sus compa?eras de clase son larvas de delincuentes a las que solo una educaci¨®n l¨²cida podr¨¢ salvar de la c¨¢rcel cuando sean mayores de edad.
Hay, sin embargo, una cuesti¨®n mucho m¨¢s peliaguda a la que rara vez prestamos atenci¨®n. Se trata de manipular los virus naturales para que adquieran nuevas propiedades, como una letalidad incrementada o una mayor capacidad para transmitirse entre mam¨ªferos, o entre humanos. Su nombre en la literatura t¨¦cnica es GOF, por gain of function, o ganancia de funci¨®n. Por ejemplo, un agente como el virus de la gripe aviar H5N1, que es muy letal pero se transmite muy mal entre personas, gana la funci¨®n de transmitirse bien. Eso s¨ª es un verdadero monstruo, y llevamos 10 a?os bregando con ¨¦l sin lograr domesticarlo.
Un informe reci¨¦n presentado por la Universidad de Georgetown, en Washington, ha estimado por primera vez cu¨¢ntas investigaciones GOF se est¨¢n haciendo en el mundo, y en qu¨¦ consisten. Entre 2000 y 2022, se han publicado unos 7.000 trabajos de ese tipo en las revistas profesionales. Hay unas pocas que preocupan a los halcones de Washington por su posible uso b¨¦lico, pero la inmensa mayor¨ªa son esenciales para el desarrollo de vacunas y terapias g¨¦nicas. Prohibirlo todo no es una opci¨®n, porque causar¨ªa m¨¢s da?o del que se pretende evitar. Necesitamos un an¨¢lisis inteligente que aparque en casa los calentones emocionales.
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