Volando
El vuelo democr¨¢tico est¨¢ retrasado. Quiz¨¢ tenga la culpa una tremenda sobrecarga provocada por las mercanc¨ªas de quienes desacreditan la pol¨ªtica y los equipajes de quienes ridiculizan las ideas de libertad, igualdad y fraternidad
Los altavoces del aeropuerto avisan: debemos estar atentos a las pantallas porque los vuelos pueden sufrir cambios. Me acerco, compruebo que mi embarque sigue en hora, pero advierto que el vuelo democr¨¢tico est¨¢ retrasado. Pienso que quiz¨¢ tenga la culpa una tremenda sobrecarga. En la bodega de ese vuelo, hay demasiado peso. Las mercanc¨ªas de los que trabajan para desacreditar la pol¨ªtica se juntan con los equipajes de los que ridiculizan y deterioran con sus 30 mondas las ideas de libertad, igualdad y fraternidad. Adem¨¢s de las mentiras calculadas, se amontonan profundas din¨¢micas de rencores. A estas alturas, las propias de 2.023 pies sobre la tierra, es posible que la gente afectada por el desamparo sienta simpat¨ªa por la abstenci¨®n, los circos populistas o las consignas antisistema. Tiempo de vuelos resabiados.
Por eso, en las sillas de las redes se sientan unos pasajeros vueltos del rev¨¦s a conciencia. El que sue?a con la justicia social ilustrada tiene aspecto de guerrillero bolivariano. Quien defiende los valores del feminismo parece una cotorra hist¨¦rica dispuesta a sacarle los ojos a los hombres, una c¨®mplice de las razas inferiores que, a causa del respeto a la diversidad, pretenden atentar contra la jerarqu¨ªa del var¨®n blanco. Y quien llora un genocidio y un hospital transformado en c¨¢mara de gas adquiere la silueta altiva de un nazi sin remedio.
Era de esperar. Los altavoces anuncian que el embarque de mi vuelo cambia de puerta. Por problemas de espacio, se bajar¨¢n a la bodega todos los equipajes de cierto tama?o. No caben las maletas con declaraciones de derechos humanos, ni la fe en las organizaciones internacionales, ni la confianza en los Estados nacidos para defender los viajes espaciales de la democracia. ?Houston, tenemos un problema! Un problema contigo, con nosotros mismos. Pero no culpo a nuestros deseos de volar, sino al estado de los aeropuertos, los controladores y las aerol¨ªneas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.