Amnistiados
Mi sucursal bancaria est¨¢ lejos, cerraron la que estaba junto a casa. Hago una transferencia con mi ordenador y la pantalla me anuncia una comisi¨®n. ?Cu¨¢ndo nos libraremos de las ganancias inmisericordes de los bancos?
Hace unos d¨ªas pude hacer planes afectivos. Unos encargos en las tiendas del barrio y luego unas horas libres para completar una colaboraci¨®n en un libro de homenaje a un amigo con el que tengo muchas deudas sentimentales. Una alegr¨ªa poder pagarlas en parte. Mientras desayunaba o¨ª en la radio noticias sobre los beneficios de la banca en lo que va de a?o. Van r¨¢pido, est¨¢n pisando el acelerador. Como hay que casarlo todo, me acord¨¦ de la multa recibida por ir con mi coche m¨¢s r¨¢pido de la cuenta en un t¨²nel de la M-30. Bueno, entre las gestiones, pasar¨ªa por la sucursal del banco para beneficiarme de la reducci¨®n por pronto pago.
Mi sucursal est¨¢ lejos. Cerraron la que estaba junto a casa, cerraron la otra que estaba en el barrio, tengo que darme una larga caminata. Los empleados reducidos y la cola de usuarios me hacen perder los nervios en la espera. Me voy sin acordarme de que quer¨ªa ponerle tambi¨¦n una transferencia a mi hija. Le debo el dinero de un pantal¨®n, dos camisas y un libro raro que me ha enviado desde Italia. En la puerta, un anciano sufre intentando comprender los laberintos del cajero autom¨¢tico. Es mayor y m¨¢s torpe que yo. ?Puedo ayudarle?
Al llegar a casa, antes de sentarme a escribir, entro con mi ordenador en el servicio del banco para clientes particulares. Por el dinero de mi cuenta no me pagan intereses, aunque la hipoteca va subiendo. Seg¨²n dicen, el dinero est¨¢ hoy m¨¢s caro que ayer, pero menos que ma?ana. Hago la transferencia en mi ordenador, con mi dinero, en mi pantalla, y el banco me anuncia la comisi¨®n que va a cobrarme por las gestiones. En la radio discuten una vez m¨¢s sobre la amnist¨ªa y yo me pregunto cu¨¢ndo nos van a amnistiar a todos de las ganancias inmisericordes de los bancos.
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