Todo dispuesto para lo peor
Si se produce la invasi¨®n terrestre a gran escala, adem¨¢s del balance de muertes civiles de un bando y militares del otro, dejar¨¢ un interrogante inquietante: ?qui¨¦n se har¨¢ cargo del nuevo territorio ocupado?
Antonio Guterres, el secretario general de Naciones Unidas, acaba de comprobarlo en propia carne. Sus declaraciones han ofendido a quien solo tolera el respaldo incondicional y recibe de u?as cualquier observaci¨®n cr¨ªtica como si fuera un aval a la maldad del enemigo. Cuando se produce el ascenso a los extremos propio de la guerra cl¨¢sica, nada vivo queda entre las dos trincheras.
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Antonio Guterres, el secretario general de Naciones Unidas, acaba de comprobarlo en propia carne. Sus declaraciones han ofendido a quien solo tolera el respaldo incondicional y recibe de u?as cualquier observaci¨®n cr¨ªtica como si fuera un aval a la maldad del enemigo. Cuando se produce el ascenso a los extremos propio de la guerra cl¨¢sica, nada vivo queda entre las dos trincheras.
Guterres no ha dicho nada original. Ham¨¢s, justamente condenada por la inhumanidad de sus ataques terroristas, no es la pura maldad que surge de la nada, sino de la larga y terrible historia del conflicto territorial entre jud¨ªos y palestinos. La respuesta de Israel es un castigo colectivo sobre una poblaci¨®n civil tan inocente como los habitantes de los kibutz diezmados salvajemente por los sicarios islamistas. Se hace imprescindible la tregua que permita reabastecer a la poblaci¨®n de Gaza, atender a los enfermos, heridos y reci¨¦n nacidos y seguir recuperando a los rehenes de manos de Ham¨¢s.
Lo han dicho p¨²blicamente numerosos amigos de Israel y a la cara directamente a Netanyahu en el desfile solidario de mandatarios que pasan por Jerusal¨¦n. En privado han sido incluso m¨¢s duros con el Gobierno de Israel para que cambie su jerarqu¨ªa de tareas bajo el criterio de la raz¨®n y no de la venganza: primero abastecer de agua, electricidad y alimentos a la poblaci¨®n; luego conseguir la liberaci¨®n de los rehenes de Ham¨¢s; y finalmente, acabar con Ham¨¢s como factor militar y pol¨ªtico.
La tregua es imprescindible para conseguirlo, pero se ha convertido en una palabra tab¨² que Estados Unidos y la Uni¨®n Europea evitan, pero Guterres prefiri¨® hollar. Es m¨¢s suave la idea de una pausa humanitaria para que entren la ayuda y los suministros, pero Israel tampoco la atiende porque sabe que es otro nombre para la tregua. Guterres atiende a toda la comunidad internacional, horrorizada por los cr¨ªmenes de Ham¨¢s, pero m¨¢s horrorizada todav¨ªa por la dimensi¨®n de la respuesta israel¨ª y sus efectos desestabilizadores en Oriente Pr¨®ximo.
La extensi¨®n del conflicto depende ante todo de que prosigan los bombardeos y la matanza de civiles, pero siempre hay un escenario todav¨ªa peor que acecha detr¨¢s de lo que ya parece el peor de los escenarios. Si se produce la invasi¨®n terrestre a gran escala, adem¨¢s del balance de muertes civiles de un bando y militares del otro, dejar¨¢ un interrogante inquietante. ?Qui¨¦n se har¨¢ cargo del nuevo territorio ocupado? Si se impusieran las ideas anexionistas de los extremistas partidarios del Gran Israel, entonces entrar¨ªamos en una nueva dimensi¨®n, ciertamente perturbadora. Aparentemente, Netanyahu se ha refrenado hasta ahora a la hora de invadir Gaza, pero est¨¢ escalando en Cisjordania y no se limita a responder a los misiles de Hezbol¨¢ en la frontera con L¨ªbano, sino que ha bombardeado sus bases log¨ªsticas en Alepo y Damasco.
La regi¨®n est¨¢ acerc¨¢ndose a toda velocidad al punto de incandescencia. Lo indica la llegada de una potente fuerza naval y a¨¦rea de Estados Unidos al Mediterr¨¢neo y al Golfo. Hay centenares de miles de ciudadanos estadounidenses en Israel y L¨ªbano a los que Washington quiere facilitar la salida si las cosas se ponen m¨¢s feas. La instituci¨®n encargada de evitar las guerras y especialmente su m¨¢ximo organismo, el Consejo de Seguridad, se hallan paralizados desde que Putin invadi¨® Ucrania. Solo queda la voz de Guterres, que muchos quisieran acallar, sobre todo en Jerusal¨¦n.
Israel naci¨® en 1948 de una resoluci¨®n de la Asamblea General de Naciones Unidas, pero su Gobierno ya lo ha olvidado. En la memoria del siglo XX hay un momento tr¨¢gico y premonitorio, cuando se extingui¨® la voz de la Sociedad de Naciones y solo se oy¨® a partir de entonces el retumbar de los ca?ones.