Y Aznar mand¨® a Greta a la escuela
La lecci¨®n que nos ha dado Thunberg es que sus protestas no eran el resultado de una indignaci¨®n fugaz, porque ah¨ª sigue, pragm¨¢tica y sincera
No subestimemos jam¨¢s lo que pueda hacer o decir un ni?o. Una ni?a. Aunque sea por esa vieja creencia que reza que en sus labios siempre est¨¢ la verdad, aunque ocurra que no poseen el lenguaje necesario para expresarla. Sucedi¨® con la Greta Thunberg de 15 a?os, que nadie pod¨ªa creer que una adolescente tuviera un discurso suficientemente articulado como denunciar la emergencia clim¨¢tica. Aquella c¨¦lebre frase (que popularizo Chirac en 2002) pronunciada por ella, ¡°nuestra casa est¨¢ en llamas¡±, fue tan singular, tan verdadera y dram¨¢tica que provoc¨® un formidable impacto en el universo juvenil que a¨²n no hab¨ªa encontrado cu¨¢l era la causa a la que entregar su descontento. La otra noche, en una magn¨ªfica entrevista televisiva realizada por Gonzo, pudimos conocer la voz sosegada de Greta, m¨¢s all¨¢ del gesto serio que suele adoptar cuando se encuentra tras la pancarta ante una cumbre del clima o cuando se colocaba de ni?a frente a la puerta del colegio. Greta ya es mayor de edad y gracias a ella hemos aprendido algunas lecciones que no debemos olvidar: se suele criticar a los adolescentes por esa entrega inagotable a su ego, pero cuando observamos a una chavala salir a la calle para luchar por un futuro habitable, optamos por se?alarla y hacer mofa de ella; sabemos que aquellos que tan jocosamente se burlan de la ni?a Greta son o bien negacionistas del cambio clim¨¢tico o bien ese tipo de individuos que jam¨¢s mover¨ªa un dedo por una causa colectiva; estamos seguros de que los que dicen sentir pena por una criatura que padece un trastorno y culpan a los padres de permitir que se exponga de esa manera, ni tan siquiera se plantean que el asperger sea un s¨ªndrome que no anula la leg¨ªtima voluntad de quien lo posee; leemos a individuos afirmando que alguien susurra al o¨ªdo de Greta lo que ha de decir en p¨²blico, dado que consideran imposible que una ni?a, ahora joven, haga tal acopio de inteligencia y valent¨ªa como para sostener un discurso radical, sin olvidar tampoco a aquellos que pretenden anularla como l¨ªder del movimiento ecologista difundiendo que cobra de empresas verdes, que es la hija secreta de Georges Soros, que los padres est¨¢n haciendo una fortuna con ella o que recibe dinero de productores alimenticios que la usan en su publicidad como gancho para vender.
En toda la respuesta mundial que ha recibido la joven activista se contienen grandes ense?anzas: los mismos que compadecen a Greta por estar perdiendo su juventud con asuntos de mayores, a un tiempo la temen por decir verdades inc¨®modas y procuran anularla ridiculizando su manera de estar en el mundo. La lecci¨®n que nos ha dado Thunberg es que sus protestas no eran el resultado de una indignaci¨®n fugaz, porque ah¨ª sigue, pragm¨¢tica y sincera, trufando su discurso con toques de un peculiar sentido del humor, que procede precisamente de su incapacidad para mentir. Cuando la activista sueca nos confiesa que el asperger ha jugado a su favor, nos est¨¢ se?alando la honestidad visceral de su discurso, que no admite atajos, dobles sentidos ni medias verdades. Con sus palabras literales, Thunberg ha inspirado a j¨®venes de este planeta en estado de emergencia, y se ha granjeado el respeto de activistas que llevan toda una vida entregados a la causa. Es muy dif¨ªcil ser Greta porque su personalidad rechaza la mentira y se arriesga hasta el punto de ser cuestionada, v¨ªctima de mofa, amenazada o detenida.
Esta joven admirable puede colgarse adem¨¢s una gran medalla, la de haber sido objeto de desprecio de los tipos m¨¢s chulescos y peligrosos del universo mundo: para la historia quedan las burlas crueles de Trump y de Bolsonaro, y aquellas palabrillas de Aznar, siempre tan humor¨ªstico, que la mand¨® a la escuela. ?A la escuela! Tan autosatisfecho est¨¢ nuestro ex que no percibe que nuestra ya insustituible Greta lleva toda la vida aprendiendo a detectar a un embustero. Esa es su arma, y no de destrucci¨®n masiva.
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