Greta Thunberg: ¡°Algunos no quieren que los sermoneen, especialmente si lo hace una mujer joven¡±
Convertida de adolescente en icono global de la lucha contra la crisis clim¨¢tica, la activista sueca tiene hoy 19 a?os, sopesa estudiar una carrera y mantiene intacto su compromiso ambiental
Es noche cerrada en la estaci¨®n central de Estocolmo. Tambi¨¦n lo era en Berl¨ªn al inicio del viaje, cuando un tren de alta velocidad sali¨® puntual a las 6.38 de la ma?ana hacia Hamburgo. Atr¨¢s queda un trayecto de 14 horas, dos transbordos, innumerables cabeceos y m¨¢s de 1.000 kil¨®metros atravesando las fronteras de tres pa¨ªses. Era la condici¨®n indispensable para hacer esta entrevista: no viajar en avi¨®n. La cita, un s¨¢bado soleado de principios de octubre, es en la elegante sede de la editorial sueca Polaris, descubridora de la c¨¦lebre saga criminal Millennium. A la hora acordada, sin introducci¨®n ni ceremonia, una chica rubia y menuda, vestida con camiseta y sudadera grises y pantalones negros de estar por casa, aparece y saluda con un cantar¨ªn ¡°?hola!¡±. Tampoco es que hagan falta presentaciones. Es Greta Thunberg, el icono global de la lucha contra la crisis clim¨¢tica. La adolescente sueca que con 15 a?os empez¨® una sentada frente al Parlamento de su pa¨ªs para alertar sobre la amenaza del cambio clim¨¢tico, es hoy una mujer de 19 que vive en un piso compartido en Estocolmo, rumia si estudiar una carrera y mantiene su activismo 24 horas al d¨ªa.
¡ª?Por qu¨¦ nos ha pedido que vengamos en tren?
¡ªBueno, supongo que porque no quiero que la gente vuele solo para verme a m¨ª.
Thunberg es coherente. Hace a?os que se niega a viajar en avi¨®n por el enorme impacto ambiental que generan los vuelos. Es vegana, no compra ropa nueva. Se mueve en bicicleta por su ciudad. ¡°Pero eso lo hago porque me resulta c¨®modo, no solo por el clima¡±, bromea r¨¢pida con una carcajada, la primera de varias. Se la ve relajada y contenta; ni rastro de la ni?a enfurru?ada y mandona que quisieron pintar algunos en una feroz campa?a de desprestigio cuando su popularidad se dispar¨® en 2018. Supuestamente, Greta quer¨ªa que todos volvi¨¦ramos a las cavernas. ¡°Es curioso porque nunca he dicho nada de eso. Es lo que interpretaron algunos. Y solo muestra lo fr¨¢giles que son algunas personas que no quieren que las sermoneen, especialmente si lo hace una mujer joven¡±. En vez de enfadarse, le da la risa. Como cuando recuerda las reacciones a su c¨¦lebre ¡°?c¨®mo os atrev¨¦is?¡±, en una emocionada intervenci¨®n ante la ONU, en 2019. ¡°Me dirig¨ªa a los l¨ªderes mundiales. Que hubiera gente que creyera que me refer¨ªa a ellos en realidad dice m¨¢s de ellos que de m¨ª. Se ve que se consideran muy importantes¡±.
La pandemia encerr¨® a Thunberg, como a todos, en casa. Y de esas oscuras y ociosas tardes suecas surgi¨® la idea de El libro del clima, que en Espa?a publicar¨¢ la editorial Lumen. La activista ha reunido a m¨¢s de un centenar de expertos que dan una visi¨®n global, cada uno desde su campo de conocimiento, de la crisis clim¨¢tica, ¡°la mayor amenaza que jam¨¢s haya afrontado la humanidad¡±, como la define en el pr¨®logo. La climat¨®loga Friederike Otto, el economista Thomas Piketty, el meteor¨®logo Carlos Nobre o la escritora Margaret Atwood ayudan a componer un relato que por momentos parece de terror cuando describe c¨®mo ha cambiado ya el clima y lo que nos espera si no dejamos de calentar la atm¨®sfera. Se trata, explica Thunberg, de ¡°contribuir a que la gente tome conciencia¡±. De presentarles los hechos para que sean ellos los que ¡°saquen sus propias conclusiones¡±.
¡ªEs optimista. Cree que, con los datos en la mano, reaccionaremos.
¡ªEso espero. En una crisis existencial como esta es lo ¨²nico que podemos hacer. Tenemos que intentarlo todo para que se produzcan los cambios y esperar que la gente responda. Si pensara que la gente no va a cambiar, abandonar¨ªa.
Pese a que los datos est¨¢n ah¨ª para quien quiera consultarlos, todav¨ªa hay negacionistas, aunque no son esos los que preocupan a Thunberg. ¡°Creo que hoy el mayor peligro son los retardistas del clima [en ingl¨¦s, climate delayers]. Los que dicen: ¡®S¨ª, el cambio clim¨¢tico es real, pero no podemos actuar ahora, vamos a esperar y no ser tan negativos¡¯. Esos son los peligrosos porque son los que est¨¢n anestesiando a la gente, distray¨¦ndola para que se pierda el foco. Los negacionistas¡ ?En serio se puede ser negacionista hoy d¨ªa?¡±.
Cuando Thunberg empez¨® su huelga escolar en 2018 era una adolescente retra¨ªda que asist¨ªa horrorizada a la destrucci¨®n del planeta y a la indolencia de los adultos. Se propuso hacer algo. Ella sola. Un d¨ªa se sent¨® frente al Parlamento sueco con una pancarta hecha a mano donde se le¨ªa: ¡°Huelga escolar por el clima¡±. Su padre, Svante, la vigilaba de lejos. Pronto se sumaron otros estudiantes y sus padres, profesores, gente que pasaba por all¨ª. Los medios empezaron a interesarse. De aquella acci¨®n naci¨® Fridays for Future, al principio una huelga escolar todos los viernes que creci¨®, en poco m¨¢s de un a?o, hasta reunir a cuatro millones de personas en la mayor protesta clim¨¢tica de la historia, el 20 de septiembre de 2019.
Diagnosticada con asperger y trastorno obsesivo-compulsivo cuando ten¨ªa 11 a?os, hubo una ¨¦poca en la que una depresi¨®n provoc¨® que pr¨¢cticamente dejara de comer y de hablar. Sus padres, Malena Ernman y Svante Thunberg, ella, una conocida cantante de ¨®pera y ¨¦l, actor y productor, describen el infierno que pas¨® la familia ¡ªGreta tiene una hermana tres a?os menor llamada Beata¡ª en un libro titulado Escenas desde el coraz¨®n. Hoy Thunberg es casi tan conocida por su activismo ambiental como por su compromiso por normalizar el autismo. ¡°Es tan importante hablar de ello¡¡±, asegura. ¡°Para m¨ª fue muy natural hacerlo, pero entonces la gente empez¨® a darme las gracias por ser tan abierta. Y yo pensaba: ¡®?Por qu¨¦ no voy a serlo?¡¯. No es algo de lo que deba avergonzarme. Me habr¨ªa gustado que cuando era peque?a la gente fuera m¨¢s abierta porque me habr¨ªa ayudado¡±.
Aquella chiquilla con trenzas que miraba decidida a la c¨¢mara y acusaba a los adultos de permitir la aniquilaci¨®n del planeta es hoy, ella misma, adulta. ¡°Podr¨ªa haber hecho mejor muchas cosas, pero en general estoy contenta de haber actuado¡±, reflexiona cuatro a?os despu¨¦s. ¡°Era necesario de muchas formas. Para m¨ª, en lo personal, pero tambi¨¦n porque de ah¨ª sali¨® un movimiento del que podemos estar muy orgullosos¡±. Lo personal va mucho m¨¢s all¨¢ de convertirse en una de las personas m¨¢s famosas del mundo, de ser escuchada por los l¨ªderes mundiales o ser propuesta para el Premio Nobel. El activismo le cambi¨® la vida. Cuando se le pregunta c¨®mo, se queda unos segundos pensando y suspira. ¡°En tantas cosas¡ me dio algo por lo que luchar, me dio¡ s¨ª, me dio un prop¨®sito que llen¨® mi vida de significado. Algo por lo que levantarme por las ma?anas, sentir que lo que haces es importante¡±.
El activismo de Thunberg es omnicomprensivo y de dedicaci¨®n plena. Cuando acaba la entrevista, dice aliviada que tiene que ir al ba?o y que, adem¨¢s, en un rato la esperan sus compa?eros de Fridays for Future para participar en una concentraci¨®n en el centro de la ciudad. Ni siquiera es una protesta por el clima propiamente dicha, sino que se juntan el movimiento antirracista, el antifascista, el feminista y el de la justicia clim¨¢tica en Medborgarplatsen ¡ªlo escribe en un papel al sospechar, con buen criterio, que la periodista no se ha quedado con el nombre¡ª para escuchar el testimonio de varios migrantes. La encontramos despu¨¦s en la plaza, gritando consignas como una m¨¢s junto a sus compa?eros, chicos y chicas que rondan los 18 a?os. Nadie la aborda. En Suecia, un pa¨ªs poco interesado en los famosos, Thunberg pasa completamente desapercibida.
Es un alivio. Greta Thunberg est¨¢ de vuelta, pero esta vez no quiere que todo el protagonismo recaiga en ella sino en el movimiento por el clima y, especialmente, en las personas directamente afectadas por la crisis clim¨¢tica. Est¨¢ haciendo promoci¨®n del libro, con contadas entrevistas presenciales, pero no viajar¨¢ a la pr¨®xima cumbre del clima de la ONU, la COP 27, que se celebra en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij a principios de noviembre. ¡°Va a haber otros muchos activistas all¨ª. No hace falta que yo est¨¦¡±, asegura.
¡ª?Son ¨²tiles las cumbres del clima? ?Consiguen algo?
¡ª Pueden conseguir cosas, pero ahora mismo no lo hacen. Las cosas solo cambian si nosotros, desde fuera, estamos dispuestos a cambiarlas. Y ahora mismo carecemos totalmente de la rendici¨®n de cuentas necesaria para que los que tienen el poder empiecen a hacer cambios de verdad.
En la COP26, celebrada en Glasgow, los lobbistas de los combustibles f¨®siles eran m¨¢s numerosos que cualquiera de las delegaciones nacionales, asegura Thunberg. ¡°No est¨¢ dise?ada para hacer cambios relevantes¡±, lamenta. Solo ejerciendo una gran presi¨®n sobre los que tienen el poder pol¨ªtico se podr¨¢ evitar que ¡°se salgan con la suya¡±, como ocurre ahora. ¡°Es frustrante ver a los pol¨ªticos mentir sin ambages sobre lo que est¨¢ sucediendo¡±, dice la activista, que acusa a los gobiernos de aparentar que act¨²an y de escudarse en sus votantes para no hacerlo.
Thunberg reconoce que el ¨ªmpetu que alcanz¨® el movimiento por el clima en 2019 ha perdido fuelle. ¡°Tenemos que hacer todo lo que est¨¦ en nuestra mano para volver a ponerlo en la agenda¡±, asegura. La COP27, con la enorme cobertura medi¨¢tica que genera, es un buen momento, pese al escepticismo que le generan sus resultados pr¨¢cticos. Porque tras la pandemia, cuando parec¨ªa que el mundo estaba dispuesto a tomarse en serio la amenaza clim¨¢tica, lleg¨® la invasi¨®n rusa de Ucrania. ¡°Parece que somos f¨ªsicamente incapaces de centrarnos en m¨¢s de una cosa a la vez. Y eso tiene que cambiar, porque siempre va a haber muchos asuntos urgentes que merezcan nuestra atenci¨®n¡±.
El activismo tambi¨¦n sac¨® a Thunberg de su aislamiento social. Conoci¨® a otros j¨®venes activistas de todo el mundo que ahora son sus amigos. Algunos viven en pa¨ªses que no respetan los derechos humanos ni la libertad de expresi¨®n y asegura estar muy preocupada por ellos. Hace unos meses se independiz¨® y ahora vive con amigos en un piso del centro de Estocolmo.
¡ªAh, ?es un piso grande?
¡ªPeque?o, de una habitaci¨®n. Yo duermo en el vest¨ªbulo.
¡ª?C¨®mo?
¡ªEl mercado inmobiliario aqu¨ª es una locura [risas].
¡ªY sus padres, ?qu¨¦ opinan?
¡ªMientras yo sea feliz, supongo que ellos tambi¨¦n lo est¨¢n.
Pese a los contratiempos, el optimismo es una constante en el discurso de Thunberg. Aunque en el libro varios expertos reconocen que el objetivo de permanecer por debajo de un aumento de la temperatura global de 1,5 grados (el objetivo m¨¢s ambicioso del Acuerdo de Par¨ªs, firmado en 2015) es poco realista, ella prefiere evitar el catastrofismo y centrarse en lo positivo. ¡°Si seguimos como hasta ahora, no lo conseguiremos. Algunos expertos dicen que todav¨ªa es f¨ªsicamente posible, pero pol¨ªticamente no. Pero eso es esperanzador, porque nosotros somos los que decidimos lo que es pol¨ªticamente posible. Podemos redefinirlo y cambiar nuestras normas y comportamientos. Cada d¨¦cima importa, cada tonelada de CO? importa y siempre importar¨¢. Nunca ser¨¢ demasiado tarde para salvar lo que podamos salvar¡±.
Mientras decide si se matricula en la universidad, y qu¨¦ le gustar¨ªa estudiar ¡ªser¨¢ algo que tenga que ver con el activismo, adelanta¡ª, Thunberg sigue centrada en organizar protestas y acciones con Fridays for Future, una organizaci¨®n perfectamente engrasada y profesionalizada presente en todos los continentes y que tiene otras cabezas visibles, como Luisa Neubauer en Alemania. Cuando se le pregunta si su dedicaci¨®n a la causa le ha hecho perderse cosas propias de una persona de su edad, contesta rauda: ¡°Lo que gano compensa con creces lo que pierdo. Nunca he salido de fiesta ni nada de eso, pero no tengo la necesidad de hacerlo. Preferir¨ªa volver a sentarme a la puerta del Parlamento¡±. ?Nunca ha salido a bailar? ¡°No, solo en casa¡±. Lo dice completamente en serio y no, no parece arrepentirse de nada. ?Es feliz con su vida actual? ¡°A veces puede ser estresante, pero s¨ª, creo que ha merecido la pena¡±.
Puedes seguir a CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook y Twitter, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.