Feij¨®o ante Guillotin
A las 24 horas de validada una nueva legislatura de izquierdas ¡ªesperemos que menos ruidosa¡ª, se palpar¨¢ que su env¨¦s es el fracaso de la estrategia derechista de acoso temprano y derribo inmediato.
De aqu¨ª a la investidura queda ya poco trecho. Es dif¨ªcil que se tuerza. El hilo conductor del rechazo ¡ªa una derecha inoculada de virus ultra¡ª, es demasiado com¨²n a todos los componentes de la inminente alianza prosanchista. Y es muy denso. Categ¨®rico, no anecd¨®tico.
Adem¨¢s, el equipo negociador de Pedro S¨¢nchez se ha esforzado en sordina, tanto como perezosamente siesteaba el de Alberto N¨²?ez Feij¨®o. La poltrona para quien la trabaja, como se dec¨ªa de la tierra hace un siglo para reclamar la reforma agraria.
S¨®lo un imprevisible accidente impedir¨ªa el acuerdo en la amnist¨ªa. Y en otros asuntos de calado tendentes a prolongar la investidura como legislatura. Y si las ¨²ltimas balas contra el candidato S¨¢nchez no resultan ser de plata (no lo parecen) sino de fogueo (ruido y chispas), ?qui¨¦n pagar¨¢ el desastre?
A las 24 horas de validada una nueva legislatura de izquierdas ¡ªesperemos que menos ruidosa¡ª, se palpar¨¢ que su env¨¦s es el fracaso de la estrategia derechista de acoso temprano y derribo inmediato. Ser¨¢ con estr¨¦pito, como con estruendo se ha conducido vali¨¦ndose de instituciones, de lenguaje cerril y de vaivenes desnortados: ayer, contra el sanchismo; luego, apelando al PSOE como partido de Estado, aunque secuestrado; ma?ana, vuelta al S¨¢nchez-¡°peligro¡±-para-la-Constituci¨®n, mercanc¨ªa averiada aventada por un falangista que no la vot¨® y llam¨® a ser beligerantes contra ella, Josemari Aznar.
Pero ocurre que esa operaci¨®n de derribo era la ¨²nica fragua de la unidad pol¨ªtica, de la unidad de direcci¨®n y de la unidad de mensaje de la derecha-ultraderecha. Y el solitario sustento de su ya maltrecho l¨ªder. Al concretarse el avance de su rival, se malograr¨¢ lo que quede del atractivo del timonel Feij¨®o, pues no ha albergado ni un solo objetivo adicional al de destruir a su adversario, ese modo rampl¨®n de entender la oposici¨®n.
Si a ello se deb¨ªa, para eso fue contratado y no sirve a ese ¨²nico fin, ?para qu¨¦ mantenerlo? Abundan m¨¢s que en otros lares en el rancio conservadurismo espa?ol episodios cainitas contra l¨ªderes de expectativas desaforadas, sean Antonio Hern¨¢ndez Mancha, Albert Rivera o Pablo Casado. Cuesta imaginar que esta vez el doctor Guillotin ponga en huelga a su cuchilla.
Podr¨ªa el gallego enso?ar opciones alternativas, como que los indepes retornasen enseguida al monte y acabasen carcomiendo al enemigo desde su vecindad. Nada hay imposible, pero no parece tan probable, si tanto empe?o muestran en bajarse de ah¨ª. Su retorno a la vida pol¨ªtica gu¨ªa el foco a los ferrocarriles m¨¢s que a las odiseas. As¨ª que Guillotin Ayuso calienta motores.
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