Fantasmas argentinos
Milei lanza sin pruebas acusaciones de fraude ante las elecciones de hoy
El candidato de la ultraderecha a la presidencia de Argentina, Javier Milei, agita desde el inicio de su campa?a la posibilidad de un fraude electoral en su contra. Hizo la primera denuncia al d¨ªa siguiente de ganar las elecciones primarias de agosto pasado: entonces dijo que le hab¨ªan robado al menos un mill¨®n de votos, el 5% del total. Volvi¨® a la carga despu¨¦s de la primera vuelta, en octubre, cuando qued¨® segundo con el 30% de los sufragios. Esta semana, en v¨ªsperas de la elecci¨®n definitiva, que se celebra hoy, dio un paso m¨¢s y denunci¨® ante la justicia que la Gendarmer¨ªa, la polic¨ªa militar a cargo de la custodia de urnas y papeletas, ha montado un ¡°fraude colosal¡± a favor de su rival, el peronista Sergio Massa, mediante la adulteraci¨®n de cientos de actas electorales.
Todas las denuncias tienen en com¨²n la falta de pruebas. En el texto presentado el pasado jueves por La Libertad Avanza ante los tribunales, los abogados del ultra admiten que solo cuentan con rumores que circulan en ¡°las redes sociales¡± o el relato de ¡°testigos an¨®nimos¡±. La jugada de la ultraderecha argentina no tiene precedentes en un pa¨ªs que se enorgullece de un sistema electoral que no ha mostrado fisuras desde el regreso a la democracia, hace 40 a?os.
Las denuncias ventiladas por Milei repiten peligrosamente las afirmaciones que hicieran en el pasado Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bolsonaro en Brasil. Los sondeos anticipan una ajustada paridad de votos en las elecciones de hoy, con una leve ventaja a favor del candidato ultra, pero dentro del margen de error estad¨ªstico. El resultado, en resumen, puede beneficiar a cualquiera de los dos aspirantes.
El sistema electoral argentino ha dado sobradas muestras de transparencia y seguridad. En Argentina se vota con papeletas que se introducen en urnas de cart¨®n. Las urnas quedan bajo custodia policial mientras las actas que elaboran los presidentes de mesa y fiscales, todos ellos ciudadanos comunes, se env¨ªan a las oficinas de la Justicia Electoral, un ¨®rgano independiente del Gobierno. La posibilidad de un fraude jam¨¢s estuvo en la agenda pol¨ªtica, cualquiera que haya sido el grado de polarizaci¨®n social en el pasado. Tampoco hay precedentes de un candidato derrotado que pusiese en duda los resultados de una elecci¨®n presidencial. La fortaleza del sistema est¨¢ garantizada; y si no lo estuviese, los actores deben ofrecer pruebas cre¨ªbles.
Argentina elige presidente en coincidencia con una grave crisis econ¨®mica y el descr¨¦dito de la clase pol¨ªtica. El Gobierno que tome posesi¨®n el 10 de diciembre tendr¨¢ por delante un arduo trabajo de reconstrucci¨®n de la confianza. Necesitar¨¢ para ello una alta dosis de legitimidad, solo garantizada por las urnas. Por el bien de la democracia, la ultraderecha argentina no debe caer en la tentaci¨®n de impugnar sin pruebas el resultado en caso de perder por unos pocos votos.
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