Es urgente reconducir la estrategia tecnol¨®gica europea
Bruselas est¨¢ intentando convertirse en un modelo de reglamentaci¨®n de nuevas realidades como la inteligencia artificial que luego otros pa¨ªses imitan. Pero no es suficiente para convertirse en una potencia a nivel mundial
El cese y retorno de Sam Altman ha vuelto a poner de relieve la divisi¨®n entre los apocal¨ªpticos de la inteligencia artificial, que solo ven en ella peligros, y los ut¨®picos que solo ven oportunidades. A nivel geopol¨ªtico hay una divisi¨®n creciente entre el catastrofismo tecnol¨®gico de las clases medias y altas occidentales y el entusiasmo de Asia, Am¨¦rica Latina y Oriente Pr¨®ximo. Pero hay una diferencia que destaca por encima de todas las dem¨¢s: la que existe entre los que quieren dominar el mundo de la inteligencia artificial y la tecnolog¨ªa, como Estados Unidos, y los que se contentan con simplemente regularlas, como ocurre en Europa.
Para Estados Unidos, la tecnolog¨ªa es un imperativo estrat¨¦gico: est¨¢n luchando a trav¨¦s de sus grandes empresas por ser la primera potencia tecnol¨®gica, para poder as¨ª seguir siendo la primera potencia mundial. En Europa, por el contrario, la tecnolog¨ªa es una cuesti¨®n de control pol¨ªtico, intentamos controlar algo que no tenemos, que es por lo que nos centramos en el d¨¦ficit democr¨¢tico. Con Estados Unidos y China a la cabeza, es ya imposible que Europa sea potencia n¨²mero uno o dos de tecnolog¨ªa. Pero si no reconducimos la estrategia europea, es probable que en 15 a?os nos haya adelantado la India y quiz¨¢s tambi¨¦n otros.
La Uni¨®n Europea est¨¢ intentando convertirse en un modelo de reglamentaci¨®n de tecnolog¨ªa utilizando el llamado efecto Bruselas: la UE lidera la reglamentaci¨®n y los dem¨¢s luego la imitan. Ese efecto funcion¨® con ¨¦xito en el pasado con la regulaci¨®n europea de privacidad de datos que fue copiada por muchos pa¨ªses. Pero el efecto Bruselas no se est¨¢ produciendo con la reciente legislaci¨®n europea de mercados y servicios digitales. La raz¨®n es simple: un modelo que est¨¢ basado en reglamentar tecnolog¨ªa que no creamos, o inteligencia artificial que no tenemos, no es algo atractivo. La reciente orden ejecutiva de Biden sobre inteligencia artificial no deja lugar a dudas: los americanos van a liderar la gobernanza de la inteligencia artificial porque son los que la entienden y los que la tienen. Y lo van a hacer centr¨¢ndose no en los procesos, sino en los inputs y outputs, dejando espacio a sus empresas para seguir innovando y liderando.
Para que en Europa podamos engancharnos a la carrera de la tecnolog¨ªa y la inteligencia artificial, hay que empezar a aceptar que la innovaci¨®n no es cuesti¨®n solo de ayudas financieras, sino tambi¨¦n de crear las condiciones reglamentarias apropiadas. Ello no quiere decir que haya que renunciar a imponer obligaciones a las empresas tecnol¨®gicas. Pero s¨ª requiere no lanzarse a reglamentar simplemente para tener el honor de ser los primeros que reglamentan. Y hay que conseguir reglamentar de manera efectiva pero proporcionada, sin crear obst¨¢culos innecesarios que luego limiten la innovaci¨®n. Una de las claves es la interacci¨®n continua entre la Uni¨®n, los gobiernos y las empresas europeas para poder utilizar mecanismos m¨¢s flexibles y ¨¢giles de toma de decisiones. Para ello hay que dejar de ver a las empresas como el enemigo y empezar a verlas como parte esencial de nuestro objetivo de liderazgo europeo.
Para reconducir la estrategia europea tenemos que crear un mercado digital que no sea solo formal y reglamentario. El reto es que cualquier persona o empresa que decida lanzar una nueva idea tecnol¨®gica lo pueda hacer sin barreras nacionales y sin fricciones en todo el mercado europeo, desde Finlandia hasta Algeciras. Eso ahora mismo no existe. Crearlo no es solo cuesti¨®n de publicar nuevas directivas y reglamentos. Hay que hacer una identificaci¨®n detallada de las barreras nacionales que encuentran nuestros emprendedores tecnol¨®gicos y desmantelarlas una por una a trav¨¦s de procedimientos de infracci¨®n o conjuntamente a trav¨¦s de reglamentaci¨®n espec¨ªfica. La Uni¨®n tiene medios suficientes para hacer esta poco glamurosa pero crucial tarea, es solo cuesti¨®n de darle prioridad pol¨ªtica.
En Europa no podemos resignarnos a no ser ni creadores ni exportadores de tecnolog¨ªa e inteligencia artificial. No hay que ser irrealistas pensando que podremos competir con Estados Unidos y China. Pero Europa puede y debe aspirar a ser una de las grandes potencias tecnol¨®gicas. Especialmente porque ello permitir¨ªa meter un aceler¨®n de productividad a la econom¨ªa europea que hasta ahora era simplemente impensable. Para pa¨ªses como Espa?a, que tienen la productividad estancada desde hace d¨¦cadas, esta es una oportunidad que no podemos dejar pasar.
Miles de europeos se han ido a otras partes del mundo a crear y exportar tecnolog¨ªa y lo hacen con enorme ¨¦xito. Hay que poner las condiciones reglamentarias y de financiaci¨®n apropiadas para que ellos y muchos otros lo hagan no fuera sino en Europa. La Uni¨®n Europea ha logrado hitos que antes parec¨ªan imposibles: el mercado interior, la moneda ¨²nica, la reintegraci¨®n pac¨ªfica de los pa¨ªses del Este. Nuestro nuevo logro ha de ser convertirnos en la tercera potencia de inteligencia artificial y tecnolog¨ªa. Nos sobra el talento para conseguirlo. La Uni¨®n Europea debe crear las condiciones adecuadas para ello.
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