Los zombis de Podemos
Mientras los morados deciden si colaboran o van a la confrontaci¨®n con Sumar, parece imperar la voluntad de quedarse atados para siempre a Pablo Iglesias
No quer¨ªa ser un partido, quer¨ªa parecerse al 15-M. No era la venganza de la izquierda, sino la creaci¨®n de un nuevo nosotros conjugado bajo el lema ¡°no nos representan¡±. Nac¨ªa Podemos envuelto en la ¨¦gida populista de ??igo Errej¨®n y el peculiar carisma de Pablo Iglesias: aquel fue el tiempo luminoso de la formaci¨®n morada y de una generaci¨®n entera, la del 15-M, bailando el swing de la nueva pol¨ªtica. Pero si algo hemos aprendido estos a?os es que la pol¨ªtica siempre est¨¢ empachada de poder, y quiz¨¢s por eso esta nunca podr¨¢ predicarse como nueva. Aquellos j¨®venes ven¨ªan de volar muy alto con sus consignas, su juventud y su frescura; con esa actitud desafiante que tanto enfad¨® a la entonces clase dirigente ¡ªla casta¡ª y a muchos de sus ac¨®litos medi¨¢ticos, con esos m¨ªtines tan electrizantes en los que buscaban erigirse en los enemigos del establishment. La frustraci¨®n de expectativas lleg¨® pronto. Podemos dej¨® de ser populista, o al menos dej¨® de seguir la cimbreante escuela de Laclau y Mouffe. Duraron apenas un Vistalegre: catarsis fratricida mediante, all¨ª perdieron un relato m¨¢s integrador, se metamorfosearon en una izquierda m¨¢s cl¨¢sica; se fueron deshojando. Pelearon su entrada en el Gobierno, aunque a medida que se acercaban al poder iban desluci¨¦ndose. Hablar de pol¨ªticas p¨²blicas y gestionar siempre es menos sexy que asaltar los cielos. Lograron, eso s¨ª, salir de ese confort metaf¨ªsico de la izquierda gru?ona que, empe?ada en buscar la utop¨ªa, siempre acaba en el limbo de la oposici¨®n. Pero internamente en el partido poco a poco todo se subordinaba a la posici¨®n de mando del t¨¢ndem Iglesias-Montero. Lo dem¨¢s era accesorio. La ¡°democracia real ya¡± del 15-M quedaba muy atr¨¢s. El CIS de febrero de 2015 (PSOE, 22,2%; Podemos, 23,9%), tambi¨¦n.
La sacudida de este martes es la ¨²ltima de la correlaci¨®n de debilidades que se ha ido decantando de un tiempo a esta parte. Cuando alguien se ve obligado a hacer un movimiento tan brusco es porque est¨¢ muy debilitado: la previsible salida de Podemos de Sumar es un paso m¨¢s a trav¨¦s de un camino en el que se seguir¨¢n rompiendo, zombificando, mientras se van marchando los pocos nombres y referentes que quedaban. Mientras deciden si colaboran o van a la confrontaci¨®n con Sumar, parece imperar la voluntad de quedarse atados para siempre a Galapagar. Y qui¨¦n sabe si ese ser¨¢ el ¨²ltimo paso de un proceso pol¨ªtico extraordinario que vino para cambiar la democracia hasta que la democracia empez¨® a cambiar a Podemos. La izquierda vuelve a proyectarse como una confrontaci¨®n de liderazgos. Y no sabemos si Yolanda D¨ªaz se acordar¨¢ en un futuro cercano de las ense?anzas de Maquiavelo: en pol¨ªtica a los aliados los ganamos o los perdemos, y si los perdemos, nos acabar¨¢n intentando hacer da?o. D¨ªaz los quiso d¨¦biles; Iglesias siempre habl¨® de ¡°humillaci¨®n y venganza¡±. En las tertulias de los medios afines a la formaci¨®n morada, y en la ret¨®rica de la propia secretaria general, Ione Belarra, han ido subiendo los grados de ese humill¨®metro tan de moda en nuestros tiempos. La izquierda parece condenada a acabar dividi¨¦ndose en tantas corrientes como personas hasta confirmar el chiste: mete a siete izquierdistas en una sala y obtendr¨¢s siete corrientes de escindidos. M¨¢s all¨¢ de sus perfiles, a Yolanda D¨ªaz le toca ahora poner el ¨¦nfasis en el proyecto mientras Podemos seguir¨¢ practicando eso que V¨¢zquez Montalb¨¢n denominaba ¡°la lucidez en la inutilidad del desquite¡±. La palabra clave de esa frase es ¡°inutilidad¡±, en un espacio que se ha ido quedando como un cuadro de El Bosco con resaca.
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