Podemos, el Cid de la pol¨ªtica espa?ola
De la formaci¨®n morada se podr¨¢ decir de todo, pero nadie puede afirmar que no muri¨® con las botas puestas. Si es que ha fallecido
La escena del traslado de la cartera ministerial de Igualdad a su nueva titular fue algo m¨¢s que el seguimiento del rito. La presencia de las dos ministras de Podemos y el propio discurso de una Irene Montero al borde de las l¨¢grimas apuntaban a algo m¨¢s profundo. Hab¨ªa ganado la izquierda, pero en esa victoria perd¨ªa tambi¨¦n Podemos. Su ministerio tot¨¦mico, el m¨¢s hiperpolitizado y ruidoso, daba paso a otro que seguramente estar¨¢ marcado por una gesti¨®n m¨¢s burocr¨¢tica y convencional. De Podemos se podr¨¢ decir de todo, pero nadie puede afirmar que no muri¨® con las botas puestas. Si es que ha fallecido, porque en pol¨ªtica ya se sabe que nunca se puede decir nunca jam¨¢s. En todo caso, lo que ahora me interesa no es el posible futuro de esta formaci¨®n, sino hacer un balance de su legado. Eso s¨ª, dando por hecho que se ha convertido en casi marginal. Mi tesis aqu¨ª va a ser que Podemos ha vencido despu¨¦s de (casi) muerto, como El Cid. Bien es cierto que con la ayuda inestimable de su compa?ero de la entonces llamada ¡°nueva pol¨ªtica¡±, Ciudadanos. Si llegado el momento propicio, Rivera hubiera pactado un Gobierno con S¨¢nchez ¡ªy si este hubiera aceptado¡ª en estos momentos estar¨ªamos en una situaci¨®n bien distinta.
Podemos ha ganado porque la pol¨ªtica espa?ola est¨¢ ahora mismo justo en el lugar so?ado por sus fundadores. En buena aplicaci¨®n del catecismo de Laclau/Mouffe, el tablero pol¨ªtico ¡ªeste t¨¦rmino tambi¨¦n es suyo¡ª escindido en dos, con una clara divisi¨®n nosotros/ellos, fortificada con el muro erigido dial¨¦cticamente por S¨¢nchez en su discurso de investidura; sujeto adem¨¢s con la argamasa de la moralizaci¨®n, nosotros somos los buenos, ellos los malos. No hay posibilidad de transacci¨®n alguna con quien representa el mal. Fueron los arquitectos del bibloquismo antes de que alguien empezara a utilizar ese nombre. Y el bloque de izquierdas ha hecho suya adem¨¢s la predicci¨®n de Iglesias de que la derecha nunca llegar¨¢ al poder mientras aquel tenga la posibilidad de pactar con los nacionalismos vasco y catal¨¢n. Hasta ahora todo se cumple.
Si fueron tan astutos, ?qu¨¦ es lo que fall¨®? ?Por qu¨¦ no han podido ser ellos quienes recojan los frutos de esta estrategia que ha resultado tan exitosa, algo parecido a lo que le pas¨® al UKIP en el Reino Unido al triunfar el Brexit? Los j¨®venes idealistas que en su d¨ªa participaron de ese movimiento dir¨ªan que fueron las purgas internas y el hiperliderazgo de Iglesias. Yo sugerir¨ªa otra raz¨®n: nunca fueron un partido propiamente dicho. Toda esa mir¨ªada de grup¨²sculos, c¨ªrculos y confluencias regionales se correspond¨ªan bien con la pluralidad de sensibilidades que hicieron acto de presencia en Espa?a despu¨¦s del 15-M, pero carec¨ªan de un sustrato unificador s¨®lido. Por eso result¨® imposible el famoso sorpasso. Flor de un d¨ªa, al final se imponen las inercias. Hasta el mismo 23-J, y sin negar la audacia de su l¨ªder, la fortaleza del PSOE se sustenta sobre una organizaci¨®n bien vertebrada territorialmente y enraizada en la identidad de una multiplicidad de votantes que siguen leales al partido, no necesariamente a quien lo lidera. Cuando se dice que en aquella agon¨ªa con Podemos, S¨¢nchez salv¨® al PSOE, yo opino que fue al rev¨¦s, fue este partido m¨¢s que centenario el que salv¨® a S¨¢nchez de la embestida podemita.
Lo que vino despu¨¦s con el acceso al poder de la coalici¨®n de izquierdas no hizo m¨¢s que corroborar el contraste entre un partido c¨®modo con la gesti¨®n por su larga experiencia de gobierno, y otro dise?ado para combatir al poder, no para ejercerlo. La dimisi¨®n de Iglesias como vicepresidente fue el comienzo del fin. Pero, ojo, ahora est¨¢n en el lugar donde nadan mejor que nadie. Adem¨¢s, ya no tienen nada que perder.
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