Contra los pisos tur¨ªsticos
Cada d¨ªa son m¨¢s las ciudades que combaten un modelo de negocio que dispara los alquileres y masifica los centros hist¨®ricos
Florencia es la ¨²ltima de las grandes ciudades en imponer restricciones al alquiler tur¨ªstico por su enorme impacto sobre el mercado de la vivienda. La capital toscana, uno de los destinos m¨¢s populares de Italia, ha prohibido nuevos alquileres residenciales de corta duraci¨®n en plataformas como Airbnb en su centro hist¨®rico, donde el 30% de la vivienda ya est¨¢ destinada a uso tur¨ªstico y el preci...
Florencia es la ¨²ltima de las grandes ciudades en imponer restricciones al alquiler tur¨ªstico por su enorme impacto sobre el mercado de la vivienda. La capital toscana, uno de los destinos m¨¢s populares de Italia, ha prohibido nuevos alquileres residenciales de corta duraci¨®n en plataformas como Airbnb en su centro hist¨®rico, donde el 30% de la vivienda ya est¨¢ destinada a uso tur¨ªstico y el precio de los alquileres de largo plazo ha aumentado un 42% desde 2016 por la escasez de oferta. Hace unos meses, fue Nueva York la que adopt¨® medidas para limitar este tipo de actividades, al introducir una normativa que proh¨ªbe el alquiler de apartamentos por un periodo inferior a los 30 d¨ªas, lo que en la pr¨¢ctica supone un veto para la actividad de la plataforma.
Cada d¨ªa aumenta la lista de ciudades, e incluso pa¨ªses, que se plantan contra este modelo de negocio al que muchos acusan de convertir los centros hist¨®ricos en apartahoteles, encarecer la vivienda para los residentes y agudizar la gentrificaci¨®n de los barrios. En Europa, sin embargo, algunos de los intentos por limitar esta actividad a nivel estatal se han dado de bruces con una laxa normativa comunitaria. As¨ª sucedi¨® con Irlanda, pa¨ªs al que la Comisi¨®n Europea oblig¨® a rectificar algunas de las limitaciones impuestas al alquiler vacacional en su proyecto de ley, o Portugal, donde Bruselas ha hecho valer algunos aspectos de la Directiva de Servicios frente a la norma que proh¨ªbe nuevas licencias de pisos tur¨ªsticos en todo el pa¨ªs, salvo en zonas rurales.
En el caso de Espa?a, las grandes ciudades tienen regulada la actividad desde hace a?os, aunque su limitaci¨®n haya resultado insuficiente para hacer frente al creciente problema de vivienda en sus entornos. A ellas se han sumado en los ¨²ltimos tiempos n¨²cleos de tama?o mediano, que se encuentran con dificultades para contratar a profesores o m¨¦dicos precisamente por la falta de vivienda disponible. Seg¨²n los ¨²ltimos datos del INE, de febrero pasado, en todo el territorio nacional hay 305.136 viviendas tur¨ªsticas, el 1,21% del total del parque de viviendas.
La aparici¨®n de estas plataformas ofreci¨® a los viajeros alternativas m¨¢s econ¨®micas y condiciones m¨¢s flexibles que un hotel, al tiempo que ayudaba a los propietarios a rentabilizar sus propiedades. Con estos mimbres, Airbnb ha construido un modelo de ¨¦xito, con ingresos declarados en todo el mundo en 2022 de 8.400 millones de d¨®lares y 1.890 millones de beneficios. Pero lo que en principio surgi¨® como una forma de econom¨ªa colaborativa ha acabado por inflar los precios de la vivienda, expulsar a la poblaci¨®n local del centro de las ciudades, sobrecargar los recursos y fomentar la masificaci¨®n tur¨ªstica. Urge que las autoridades de todos los niveles de la Administraci¨®n coordinen sus pol¨ªticas para evitar que el deterioro de las ciudades se vuelva irreversible y se convierta en una bomba social.