A pesar de todo, los brasile?os se sienten orgullosos de serlo
A pesar de todas las crisis pol¨ªticas, de la profunda desigualdad econ¨®mica, de la violencia y del enraizado racismo, los brasile?os contin¨²an revel¨¢ndose felices con su pa¨ªs
Brasil ha seguido esta vez con gran inter¨¦s la crisis pol¨ªtica y hasta existencial vivida por sus hermanos argentinos, ya que el caso de Milei les ha hecho revivir la historia de Bolsonaro. Y, sin embargo, los brasile?os, seg¨²n los ¨²ltimos sondeos, han sorprendido al revelar que, a pesar de todos los pesares, de todas sus crisis, de sus dolorosas desigualdades, de la permanencia del racismo, del agobio de la violencia que les aqueja se sienten, en una apla...
Brasil ha seguido esta vez con gran inter¨¦s la crisis pol¨ªtica y hasta existencial vivida por sus hermanos argentinos, ya que el caso de Milei les ha hecho revivir la historia de Bolsonaro. Y, sin embargo, los brasile?os, seg¨²n los ¨²ltimos sondeos, han sorprendido al revelar que, a pesar de todos los pesares, de todas sus crisis, de sus dolorosas desigualdades, de la permanencia del racismo, del agobio de la violencia que les aqueja se sienten, en una aplastante mayor¨ªa, satisfechos y orgullosos de su pa¨ªs.
En la media de 32 estudios, el 83% de la poblaci¨®n siente orgullo de serlo y el 74% de vivir aqu¨ª. El momento de la estima m¨¢s baja, del 48% fue durante la presidencia del ultra derechista y golpista, Bolsonaro.
En la obra reciente ¡°Biograf¨ªa del abismo¡±, de Felipe Nunes y Thomas Trauman, el pa¨ªs aparece pol¨ªticamente dividido en dos, entre la izquierda y la derecha, sin espacio para una tercera v¨ªa, un centro, reducido a un 6%. Los autores concluyen que lo que acontece en este momento en Brasil, no es s¨®lo una polarizaci¨®n entre izquierdas y derechas, sino una verdadera ¡°calcificaci¨®n¡± que se advierte en todos los sondeos.
Pero lo que llama la atenci¨®n es que a pesar de todas las crisis pol¨ªticas, de la profunda desigualdad econ¨®mica y del enraizado racismo que se resiste a morir; a pesar de la preocupaci¨®n que atenaza a la poblaci¨®n con el recrudecerse de la violencia, los brasile?os contin¨²an revel¨¢ndose felices con su pa¨ªs.
Por ejemplo, seg¨²n los ¨²ltimos sondeos de Quaest, mitad de la poblaci¨®n confiesa haber sido asaltada alguna vez en su vida. Ello ha llevado al nuevo gobierno Lula a pensar en crear un ministerio dedicado exclusivamente al tema de la seguridad ciudadana, ya que el crimen organizado, con fuertes connivencias con una parte de los pol¨ªticos que lo usan para la b¨²squeda de votos, se est¨¢ convirtiendo en la mayor pesadilla de los ciudadanos.
Lo que llama la atenci¨®n en los estudios estad¨ªsticos es que a pesar de todo, los brasile?os siguen sinti¨¦ndose orgullosos de serlo. Se revela tambi¨¦n en las redes sociales en las que aparece un pa¨ªs feliz, alegre, como si ignorara los problemas graves que los aflige. Ello ha hecho escribir con iron¨ªa a la lectora, Mauriza Perlaba del diario, O Globo, que ¡°el Narciso ha dejado de mirarse al espejo¡±.
Quiz¨¢s para entender esa aparente contradicci¨®n entre la dura realidad social de este pa¨ªs y su alto ¨ªndice personal de satisfacci¨®n de sentirse brasile?o, haya que buscarlo en el calidoscopio de sus riquezas culturales, de la mezcla de identidades, de su car¨¢cter festivo a¨²n en medio de sus frustraciones e insatisfacciones con los pol¨ªticos.
Basta un bot¨®n de muestra: en la gran S?o Paulo, la mayor urbe de Am¨¦rica Latina, conviven hoy brasile?os, hijos o nietos de emigrantes llegados un d¨ªa de m¨¢s de 90 pa¨ªses diferentes. Y conviven en paz y hoy se sienten ya, y hasta con orgullo, brasile?os a todos los efectos.
Lula ha entendido muy bien el momento existencial que vive el pa¨ªs despu¨¦s del terremoto bolsonarista que dividi¨® dram¨¢ticamente al pa¨ªs, y se esfuerza en mantener viva la vocaci¨®n de los brasile?os a la felicidad. Ello le ha llevado d¨ªas atr¨¢s en Brasilia, en una reuni¨®n de su partido, el PT, a ser hasta duro, al insistir en que es necesario, a cualquier costo, reunificar al pa¨ªs, que hab¨ªa quedado dividido durante la embestida bolsonarisa. Y eso, seg¨²n ¨¦l, ¡°cueste lo que cueste al partido¡±.
Les ha dicho que deben volver a las bases, ya que seg¨²n ¨¦l, se hab¨ªan alejado de ellas. ¡°?Ser¨¢ que estamos diciendo lo que la gente quiere escuchar de nosotros?¡±, les alert¨®. Lula lleg¨® a decirles que los votos ¡°no se consiguen solo con dinero¡±. Y acab¨® tocando otro tab¨²: la izquierda tiene que ir al encuentro de los millones de evang¨¦licos que han sido captados por la derecha, la mayor¨ªa de ellos pobres.
Lula lleg¨® a decirles a los m¨¢s de dos mil militantes de su partido: ¡°?Ser¨¢ que estamos diciendo a la gente lo que quiere escuchar de nosotros? ?O tendremos que aprender con el pueblo como hablar con ellos?¡±.
Fue esa una de las mayores dificultades que yo mismo encontr¨¦ al llegar a este pa¨ªs hace 20 a?os al tener que informar para el peri¨®dico de su idiosincrasia, de sus contradicciones y de sus peculiaridades tan marcadas, sobre todo de la tozudez de la gente en mantenerse felices a pesar de todos los pesares.
Es verdad que ese orgullo de ser brasile?os que les ha hecho de alg¨²n modo alejarse de su identidad de latinoamericanos, tuvo un baj¨®n durante los cuatro a?os turbulentos del gobierno golpista de Bolsonaro. De ah¨ª los esfuerzos que est¨¢ haciendo hoy Lula con su nuevo gobierno de devolver a la gente el gusto de la vida y su intento para reunificar al pa¨ªs en lo mejor de su identidad, que es el deseo de felicidad, de convivencia pacifica, de aceptaci¨®n de las diferencias, valores que el bolsonarismo hab¨ªa echado por la borda.
De cualquier forma, sea la izquierda de Lula que ha conseguido volver al poder, que la ultraderecha bolsonarista, que sigue viva a pesar de todo y espera un traspi¨¦s de Lula para levantar la cabeza, lo cierto, y para algunos desconcertante, es que los brasile?os, con todos sus pecados, siguen luchando para no perder lo mejor de sus ancestrales: su car¨¢cter festivo, su tozudez en querer ser felices, ricos o pobres y el orgullo de no querer cambiarse por nadie. Son, parad¨®jicamente, felices hasta en medio a su infelicidad.