El Prado no se dispersa, pero los bulos s¨ª
En Espa?a hay un grupo de ciudadanos que ha decidido creer con furor cualquier chorrada que confirme su creencia pol¨ªtica
Uno de estos d¨ªas venideros de reuniones familiares puede que alg¨²n primo, hermano, t¨ªo o cu?ado (pobres cu?ados, convertidos en sin¨®nimo de patanes) salte con la murga de que desguazan el Prado. Como en el 36, cuando se lo llevaron a Suiza. Dir¨¢n que el nuevo ministro de Cultura planea repartir sus tesoros entre sus secuaces separatistas, y aportar¨¢n como pruebas las declaraciones del consejero de Cultura de Madrid en las que llam¨® a rebato de los patriotas, como en el 2 de mayo, para evitar el expolio, o alguna de las muchas columnas y opiniones que claman contra esta nueva afrenta a la naci¨®n.
Si tal cosa sucediera, tiene a su disposici¨®n material sobrado para refutarlo. Puede responderle que el ministro Urtasun se refer¨ªa a los fondos que ya est¨¢n prestados a museos e instituciones de toda Espa?a. Tambi¨¦n puede demostrarle que el Prado tiene piezas diseminadas desde sus or¨ªgenes mismos, que esa dispersi¨®n est¨¢ en la naturaleza misma de la colecci¨®n y que no afecta a los cuadros expuestos en el museo de Madrid. Incluso puede regalarle el estupendo libro de Mercedes Orihuela El Prado disperso, donde se estudian esos fondos (la mayor¨ªa de ellos, por cierto, en la Comunidad de Madrid: no se han dispersado muy lejos).
Puede hacer todo eso, dependiendo de su paciencia y ganas de discutir, pero yo le recomendar¨ªa dejarlo estar, pues no va a apear a su pariente del burro. En Espa?a hay un grupo de ciudadanos ¡ªno todos ellos iletrados o hooligans¡ª que ha decidido creer con furor cualquier chorrada que confirme su creencia pol¨ªtica. Bien saben los expertos en propaganda y en religi¨®n que los argumentos y los datos no pueden nada contra la fe, y los propagandistas cuentan con esa ventaja. Cuando braman que el nuevo ministro quiere desguazar el Prado, est¨¢n apelando a los mismos instintos populares que llevaron a los majos y a las majas a echar mano del trabuco contra los franceses. Saben tambi¨¦n que hay mucha gente que nunca perder¨ªa una tarde viendo Las meninas, pero matar¨ªa por ellas si las intuyera en peligro. Papa Boule, el maquinista de la resistencia francesa de la pel¨ªcula El tren, se sacrific¨® para salvar una colecci¨®n de arte que se llevaban los nazis, pese a que no sab¨ªa nada de Picasso o de Renoir.
A diferencia de los cuadros, los bulos se dispersan como rel¨¢mpagos y llegan hasta la ¨²ltima aldea. Por eso, quien los echa a volar no tiene perd¨®n, pues sabe de sobra lo mucho que emponzo?an sus mentiras.
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