Urgencias de fin de a?o
Los ucranios y los palestinos son los que se llevan la peor parte en muerte, destrucci¨®n e incertidumbre sobre el futuro
La victoria es improbable, quiz¨¢s inalcanzable. Si pocos creen que Ucrania pueda recuperar los territorios anexionados por Rusia, menos son todav¨ªa los que dan por vencedor a Vladimir Putin, de forma que pueda colocar un gobierno t¨ªtere en Kiev y reintegrarla en el espacio postsovi¨¦tico. Algo similar sucede en Oriente Pr¨®ximo, donde se hace dif¨ªcil imaginar que Benjamin Netanyahu liquide a Hamas y mucho m¨¢s todav¨ªa que Hamas tenga posibilidad alguna de aplicar su programa de destrucci¨®n de Israel y de expulsi¨®n de los jud¨ªos del territorio donde viven entre el Jord¨¢n y el Mediterr¨¢neo.
Las fuerzas ucranias est¨¢n exhaustas, escasas de munici¨®n y de combatientes, hay divisiones entre dirigentes militares y civiles, flaquean los aliados y es grande la resiliencia defensiva del enemigo. Las fuerzas rusas, recuperadas de sus sucesivas derrotas y atrincheradas en la guerra de desgaste, saben que se les ha escapado cualquier idea de una victoria aut¨¦ntica, puesto que Ucrania ya es candidata reconocida a ingresar en la Alianza Atl¨¢ntica y empieza ahora la negociaci¨®n de su adhesi¨®n a la Uni¨®n Europea. El s¨ªmbolo de su definitivo adi¨®s al mundo ruso es el desplazamiento de la festividad navide?a ucrania del 7 de enero del calendario ortodoxo al 25 de diciembre del calendario cristiano occidental.
En tres meses de una ofensiva devastadora sobre Gaza, Netanyahu no ha podido descabezar la c¨²pula de Hamas y ha liberado por la fuerza un solo reh¨¦n, lejos de los objetivos razonables que le permitir¨ªan declararse vencedor y terminar una operaci¨®n tan costosa en vidas, en destrucci¨®n e incluso en prestigio de su pa¨ªs. Tampoco los dirigentes de Hamas pueden estar satisfechos, a pesar del truculento ¨¦xito conseguido el 7 de octubre con su sangrienta razzia en territorio israel¨ª y del arma negociadora de los rehenes. Como suele suceder en toda guerra, a la sorpresa del ataque inadvertido de Hamas le ha sucedido la sorpresa de una reacci¨®n que ha superado en envergadura destructiva cualquier expectativa de los propios provocadores. La popularidad moment¨¢nea de Hamas entre los palestinos dif¨ªcilmente evitar¨¢ una eterna inquina por las consecuencias de su brutal y fan¨¢tica provocaci¨®n, hasta poner en peligro, este s¨ª existencial, a la propia naci¨®n ¨¢rabe que pretenden salvar.
No suele haber victorias definitivas en las guerras de hoy, sino derrotas para todos, aunque en proporciones distintas. Los ucranios y los palestinos son los que se llevan la peor parte en muerte, destrucci¨®n e incertidumbre sobre el futuro. Putin y Netanyahu se escudan en la menci¨®n a un peligro existencial para Rusia e Israel respectivamente, pero el da?o que est¨¢n sufriendo sus respectivos pa¨ªses afecta antes a su alma que a su existencia. En la pol¨ªtica de la fuerza, la inclinaci¨®n expansionista, la hostilidad hacia el multilateralismo y las instituciones internacionales, el etnonacionalismo supremacista y la limitaci¨®n de la democracia y del Estado de derecho confluyen peligrosamente el autoritarismo imperial y mafioso del Kremlin con el sionismo del gobierno m¨¢s extremista de la historia de Israel.
Estas victorias esquivas no conducen a la paz, sino que estimulan la guerra en cadena y sin fin. La guerra es una derrota toda entera, a la que se amarran quienes solo se sienten legitimados por la pol¨ªtica de la fuerza, a la que suelen reducir toda pol¨ªtica. Las escaladas, con todos sus anormes riesgos, es lo que les conviene a esos intransigentes, a los que solo les vale la rendici¨®n del enemigo. De ah¨ª que encuentren motivos para abominar de cualquier acuerdo pasado entre quienes se combaten, al que consideran causa y no remedio de la guerra. En d¨ªas de buenos deseos urge clamar por el alto el fuego definitivo y por la negociaci¨®n que devuelva algo de paz y de justicia a Ucrania y a Palestina
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