Los otros espa?oles
Ignorar las tensiones que crea la inmigraci¨®n es un error, pero son solo una parte y no la principal de lo que representan los nuevos ciudadanos

Con el cambio de siglo, el paisaje demogr¨¢fico en Espa?a empez¨® a adquirir una nueva tonalidad. Si hasta el a?o 2000 la poblaci¨®n inmigrante no representaba ni el 5%, en 2022 lleg¨® a ser del 15%. Esta transformaci¨®n ha sido tan considerable porque no se ha circunscrito a un ¨²nico ciclo econ¨®mico, los tiempos de vino y rosas del boom de la construcci¨®n y la burbuja financiera. Durante el a?o anterior a la pandemia hab¨ªa llegado tanta inmigraci¨®n a Espa?a como en el pico de la primera d¨¦cada del siglo: si en 2007 tuvimos casi un mill¨®n de nuevos habitantes procedentes del extranjero, en 2019 fueron 900.000. Esta din¨¢mica, cuyo principal acelerador es hoy la reagrupaci¨®n familiar y de origen latinoamericano, no cambiar¨¢. Las proyecciones del Instituto Nacional de Estad¨ªstica prev¨¦n que se sumar¨¢ a la poblaci¨®n espa?ola un saldo neto de medio mill¨®n de personas por a?o. A pesar del crecimiento natural negativo, dada la estructural fecundidad subterr¨¢nea, en una d¨¦cada seremos unos cinco millones m¨¢s. Nuestro pa¨ªs, cuyo tard¨ªo acceso al bienestar en parte fue posible gracias a la emigraci¨®n a pa¨ªses europeos m¨¢s desarrollados, es lo que nunca hab¨ªa sido en su historia contempor¨¢nea: un pa¨ªs de acogida de inmigrantes internacionales.
Como constata el International Migration Outlook 2023 de la OCDE, presentado a finales de octubre, el paisaje demogr¨¢fico en Espa?a ha cambiado con mayor rapidez que en otros pa¨ªses. Pero ya nos ocurre lo que a otros. ¡°En muchos pa¨ªses de la OCDE, la migraci¨®n de tipo permanente fue mayor en 2022 que en cualquiera de los 15 a?os anteriores. Este fue el caso de Canad¨¢ y Nueva Zelanda, y de muchos pa¨ªses europeos de la OCDE (por ejemplo, B¨¦lgica, Dinamarca, Espa?a, Finlandia, Francia, Irlanda, Luxemburgo, Pa¨ªses Bajos, Reino Unido y Suiza)¡±. Esa progresi¨®n continuar¨¢, y los expertos reiteran que no existe la f¨®rmula perfecta para dar respuesta a esta realidad compleja. Ignorar las tensiones que crea es un error, porque surgen las condiciones para simplificar la realidad focaliz¨¢ndola en la inmigraci¨®n irregular, la inseguridad en barrios pobres o problem¨¢ticas derivadas del reto de la integraci¨®n. As¨ª se inocula el miedo a una ciudadan¨ªa que siente que vive en una Europa en declive y que puede desear, en la falaz l¨®gica nacionalpopulista, que en la globalizaci¨®n sea posible un repliegue para blindar en el mar y las fronteras un bienestar menguante. Y no. Las tensiones existen, pero son solo una parte y no la principal de lo que representan los nuevos espa?oles. Escuchar su testimonio, tan poco presente en la conversaci¨®n p¨²blica, protege de la tentaci¨®n xen¨®foba. Tambi¨¦n entender c¨®mo evoluciona el paisaje demogr¨¢fico y cu¨¢les son las consecuencias de la incorporaci¨®n de los otros espa?oles al mercado laboral.
Se?alan las investigadoras Adsera y Valdivia en el citado informe que el comportamiento de las familias inmigrantes en la procreaci¨®n desempe?a un papel m¨¢s limitado de lo que tendemos a pensar en el contexto del envejecimiento de las sociedades occidentales. Hay diferencias, pero no tan relevantes. Aunque en 2021 el primer hijo de las mujeres nacidas en el pa¨ªs se ten¨ªa de media a los 32,1 a?os y las nacidas en el extranjero los ten¨ªan a los 29, con el tiempo la conducta reproductiva tiende a converger con el patr¨®n dominante en el pa¨ªs de acogida. Pero, como certifican diversas investigaciones, el volumen de mujeres inmigrantes supone una contribuci¨®n indirecta y significativa en la natalidad. All¨ª donde pol¨ªticas sociales y familiares est¨¢n poco desarrolladas, donde los servicios de cuidado infantil son escasos (el informe se?ala a Italia y a Espa?a), el empleo de mujeres migrantes en los servicios dom¨¦sticos y de cuidados facilita la reincorporaci¨®n al trabajo tras el parto de las madres con alto nivel educativo. Sin esas otras espa?olas, gracias a que en muchos casos compartimos idioma, la conciliaci¨®n ser¨ªa a¨²n mucho m¨¢s complicada. Y su incorporaci¨®n al mercado laboral, a la vez, reduce la brecha laboral entre mujeres y hombres. Son esos equilibrios los que posibilitan buscar la cohesi¨®n de una sociedad en transformaci¨®n.
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