Juegos de guerra
Los asaltantes al Capitolio no pensaban que hab¨ªan venido a destruir la democracia. Hab¨ªan venido a salvarla en un juego de realidad mixta llamado ¡®Make America Great Again¡¯
Un aspecto del asalto al Capitolio que siempre me ha interesado es el hecho de que fue documentado por los propios asaltantes en las redes sociales en tiempo real. No es exactamente habitual que los propios criminales faciliten la documentaci¨®n. El ecosistema de tecnolog¨ªas que utilizaron para prepararse, movilizarse, y comunicarse durante los d¨ªas que siguieron a las elecciones habr¨ªa ofrecido un retrato tridimensional del movimiento antes y durante el asalto sin requerir su consentimiento o colaboraci¨®n. Sus mensajes en foros, sus datos de geoposicionamiento, tarjetas de puntos en tiendas y gasolineras. Sus fotos compartidas y sus cameos bajo c¨¢maras de vigilancia conectadas a sistemas de reconocimiento facial. Operando involuntariamente en la intersecci¨®n entre una industria tecnol¨®gica fundamentalmente extractiva y un contexto sensible a la seguridad nacional, dejaron un enorme rastro de miguitas que facilit¨® enormemente la r¨¢pida identificaci¨®n de los asaltantes. Pero los actos verdaderamente criminales son los que quedan recogidos en su propia documentaci¨®n.
La multitud armada que entr¨® en el Capitolio hace tres a?os con la intenci¨®n de revertir por la violencia un resultado electoral dedic¨® buena parte del asalto a grabar v¨ªdeos, im¨¢genes y mensajes y subirlos a la red social. Muchos transmitieron en vivo o se grabaron a s¨ª mismos participando en actos de vandalismo, allanamiento y violencia. Lo hicieron, no porque pensaban que el asalto tendr¨ªa tanto ¨¦xito que nunca ser¨ªan condenados por su actuaci¨®n. Se aseguraron de dejar la prueba irrefutable de su participaci¨®n en la gresca porque, en su cabeza, no eran parte de una conspiraci¨®n sediciosa para derrocar al Gobierno. Horas antes el entonces todav¨ªa presidente les hab¨ªa dicho ¡°si no luch¨¢is como el demonio, ya no tendr¨¦is un pa¨ªs¡±. Despu¨¦s les dijo: ¡°Os queremos. Sois muy especiales¡±. Cuando, d¨ªas m¨¢s tardes, vinieron a buscarlos a la puerta de su casa, se quedaron tan sorprendidos como el que ven¨ªa a putodefender Espa?a. En su cabeza no hab¨ªan venido a destruir la democracia. Hab¨ªan venido a salvarla en un juego de realidad mixta llamado Make America Great Again. Hasta entonces, nada parec¨ªa del todo real.
¡°Las personas adoptan estas identidades digitales porque son una versi¨®n m¨¢s perfeccionada de s¨ª mismas y pueden hacer cosas que no pueden hacer en el mundo real¡±, le dice Steve Bannon a Errol Morris en su documental American Dharma, estrenado en 2018. Es algo que hab¨ªa aprendido especulando en el mercado negro virtual de la industria de los videojuegos masivos online. Despu¨¦s habla de Pasi¨®n de los fuertes, la pel¨ªcula de John Ford sobre el duelo de O.K. Corral y le dice ¡°es una versi¨®n idealizada del Oeste estadounidense. Eso es lo que ofrecen estas comunidades digitales¡±. Por comunidades quiere decir el sistema de comentarios de su p¨¢gina Breitbart y la red social de la ultraderecha americana donde tres a?os m¨¢s tarde se gest¨® la insurrecci¨®n. Y la versi¨®n idealizada del salvaje Oeste es el juego de realidad mixta donde el racismo es patriotismo, el asesinato es justicia y la insurrecci¨®n es una batalla heroica por proteger la Constituci¨®n y la libertad. Como dec¨ªa J. G. Ballard, antes o despu¨¦s todos los juegos se vuelven serios. La pregunta es durante cuanto tiempo vamos a seguir participando en su juego, respondiendo con la misma desesperante falta de imaginaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.