Yo, ¡®boomer¡¯
El sueldo de entrada a los trabajos de entonces es ahora el de la clase media alta y eso desata una guerra generacional absurda
Nunca fui becaria, porque jam¨¢s cobr¨¦ una beca, ni de estudios ni de pr¨¢cticas. Pero s¨ª fui precaria antes de que se acu?ara el t¨¦rmino, porque durante a?os trabaj¨¦ como la que m¨¢s sin m¨¢s convenio que el de ¡°tanto haces, tanto cobras¡±, ni m¨¢s colch¨®n que el de mi camita de 90 en casa de mis padres. Lo normal en la ¨¦poca, vamos. As¨ª hasta que, a los 25 a?os, ya calada y catada como los melones, firm¨¦ mi primer contrato en una categor¨ªa entonces conocida como ¡°puta base¡±, y pude empezar a vivir por mi cuenta y riesgo. Ya est¨¢ otra vez la boomer con sus batallitas de privilegiada, su buen trabajo, sus buenos trienios cotizados, su adosado en la periferia y su SUV etiqueta eco con el que comerse los 60 kil¨®metros de casa al curro y viceversa, dir¨¢n los j¨®venes. Estoy de acuerdo, pero el problema es otro. El problema es que el sueldo que entonces correspond¨ªa a los puestos de entrada a los trabajos es ahora el de la clase media alta de los oficios, y eso, a veces, desata una guerra generacional absurda entre los veteranos del oficio que pudimos comprarnos una casa hipotec¨¢ndonos 30 a?os al 17%, y los colegas con quienes trabajamos codo con codo, podr¨ªan ser nuestros hijos, y no pueden ni pensar en ello.
La periodista Ainhoa P¨¦rez escribi¨® esta semana una carta a la directora de este peri¨®dico en la que se lamentaba amargamente por seguir siendo becaria a los 26 a?os, seguir teniendo que vivir con sus padres e ir ya ¡°tarde¡± para lograr el trabajo de sus sue?os, comprar un piso y ser madre. Comprendiendo su desesperanza, no comparto el tremendismo de dar por finiquitada una vida antes de empezarla. No se trata de competir por qui¨¦n es m¨¢s pobre, qui¨¦n pic¨® m¨¢s piedra de joven, a quien putearon m¨¢s los patrones o qui¨¦n tiene el futuro m¨¢s negro, sino de luchar, juntos, por nuestros derechos. S¨¦ de qu¨¦ hablo. El otro d¨ªa, pas¨¦ con mis herederas por una residencia de ancianos llamada A?os Dorados y se me ocurri¨® bromear con ir reservando plaza. No pillaron la gracia. As¨ª que, antes de liquidarla, ya estoy pensando en pedir una hipoteca inversa del adosado para poder pag¨¢rmela. Estamos todos jodidos, Ainhoa, aunque hagamos como que no va con nosotros. Al tiempo.
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