La clonaci¨®n da un paso m¨¢s

Tras la creaci¨®n de la oveja Dolly en 1996, los cient¨ªficos han clonado vacas, ratones, cabras, cerdos, conejos y perros, pero los primates se han revelado como un objetivo especialmente dificultoso. Los intentos de clonar a individuos de esta familia biol¨®gica a la que pertenecemos han sido persistentes, y sus resultados decepcionantes y extremadamente ineficaces.

La situaci¨®n ha dado un paso importante con Retro, el primer mono cl¨®nico que ha alcanzado la edad adulta, que es de dos a?os en su especie. Se trata de un macaco rhesus y est¨¢ en perfecto estado de salud. Retro acerca la perspectiva de la clonaci¨®n humana, puesto que se basa en una t¨¦cnica innovadora que puede resolver la dificultad que hace a los primates tan resistentes a esta t¨¦cnica. Pero, sobre todo, plantea la posibilidad de generar macacos cl¨®nicos en masa para estudiar los f¨¢rmacos que no se pueden investigar en otros animales: los que regulan nuestra mente y sus patolog¨ªas.

Desde Dolly, este sector ha atra¨ªdo a sectas estrafalarias como los raelianos, que quer¨ªan clonarse para viajar a otro planeta; estafadores como el ginec¨®logo italiano Severino Antinori, que ten¨ªa colas en la consulta deseosas de replicarse, y, sobre todo, al veterinario surcoreano Hwang Woo-suk, quien se invent¨® de arriba abajo los primeros embriones humanos cl¨®nicos en el mayor fraude cient¨ªfico de este siglo. En medio de todo ese fragor farsante, sin embargo, siempre ha habido proyectos cient¨ªficos serios. No para clonar personas, sino embriones de pocos d¨ªas que, al ser id¨¦nticos gen¨¦ticamente al paciente del que se obtuvo la c¨¦lula inicial, pueden ser una fuente de tejidos y ¨®rganos para trasplantarle. La invenci¨®n de una t¨¦cnica que retrasa el reloj de las c¨¦lulas de un adulto ha reducido mucho la necesidad de clonar embriones humanos con este fin, aunque no la ha eliminado.

Una segunda cuesti¨®n m¨¢s importante, al menos por el momento, es que los monos, y en particular los macacos rhesus, son esenciales para investigar el cerebro humano. Est¨¢n mucho m¨¢s pr¨®ximos a nosotros que una rata o un perro, no hablemos ya de gusanos y moscas, y son los ¨²nicos seres vivos que poseen facultades mentales comparables a las nuestras. Estudiar la depresi¨®n, el trastorno bipolar o la esquizofrenia en una rata es un enfoque limitado. La investigaci¨®n de los aspectos m¨¢s interesantes del cerebro humano depende de nuestros primos los macacos. Disponer de poblaciones cl¨®nicas ser¨ªa una gran ayuda, porque permitir¨ªa a los cient¨ªficos descartar los grandes efectos que la variabilidad gen¨¦tica natural imprime a cualquier tratamiento o candidato a serlo. La gran cuesti¨®n ¨¦tica aqu¨ª no es la clonaci¨®n, sino garantizar que se evita el maltrato animal.