Tel¨®n Delon
Ahora que se exige el m¨®vil a los ancianos para tener acceso a su cuenta bancaria de ahorros, alguien deber¨ªa detenerse a denunciar la violencia contra ellos
Ahora que hay jueces emperrados en buscar delitos de terrorismo all¨¢ donde toca para interferir en la agenda pol¨ªtica, supongo que a nadie le habr¨¢ pasado desapercibida la noticia de que un hombre muri¨® en las urgencias de un centro sanitario de Madrid que funcionaba sin m¨¦dicos asignados. La desvalorizaci¨®n de la sanidad p¨²blica es una acci¨®n que algunos podr¨ªan considerar terrorista si se trata de contar muertos y no de contar cuentos. Ya durante la pandemia y el confinamiento vimos la violencia terrible que se ceba con los ancianos. En un mundo en el que hay plan de futuro para todo, progreso tecnol¨®gico y un enriquecimiento sin l¨ªmite de cuatro empresas feudales de comunicaci¨®n, resulta que nadie sabe qu¨¦ hacer con los ancianos. Una forma sutil de terrorismo es el apartamiento indecente que padecen. El negocio levantado para proceder a su arrinconamiento nos descorazona. En un sector en el que el Estado tendr¨ªa que responsabilizarse de quienes trabajaron para la riqueza nacional, resulta que se ha permitido un lucro incesante que en demasiadas ocasiones optimiza los ingresos gracias a contratar profesionales en precario sin m¨ªnima preparaci¨®n, comidas de rancho infecto y desd¨¦n administrativo.
Ahora que se exige el m¨®vil a los ancianos para tener acceso a su cuenta bancaria de ahorros, alguien deber¨ªa detenerse a denunciar la violencia contra ellos. Una violencia, me temo, que comienza por el orden social que nos hemos fabricado, en el que no hay tiempo ni espacio familiar para la acogida, para hacer c¨¢lida la ¨²ltima fase de la vida de quien m¨¢s queremos. No hay biograf¨ªa que no termine por unos a?os de profunda decadencia. Es un designio natural y, sin embargo, como hemos dise?ado la agenda humana sin tener en cuenta la biolog¨ªa nos damos de bruces contra nosotros mismos. Sucede a cada paso, en la escolarizaci¨®n temprana, en el embarazo tard¨ªo, en la fertilizaci¨®n incierta, en la vejez. Todo el calendario forzado por nosotros parte de un desprecio absoluto a nuestra propia naturaleza.
Ahora que Alain Delon ha llegado a la vejez despu¨¦s de representar el esplendor de la belleza durante sus mejores a?os ha lanzado un grito resonante para pedir una muerte digna. Lo ha hecho tambi¨¦n la cantante Fran?oise Hardy. Siempre me interes¨® mucho la peripecia vital de los guapos. Tanto es as¨ª que titul¨¦ mi primera obra de teatro de ese modo, Los guapos, porque todo es una cuesti¨®n de tiempo, incluso la belleza, y es dulce, de alg¨²n modo, verificar con mano melanc¨®lica su paso perceptible por un cuerpo. Delon vive sus ¨²ltimos instantes enfangado en disputas familiares, como sucede alrededor de tantos ancianos adinerados. Qu¨¦ asco el concepto de la herencia monetaria, de verdad. El bello protagonista de Rocco y sus hermanos, El gatopardo, A pleno sol y La piscina, esta ¨²ltima junto a Romy Schneider, unos de sus grandes amores, y otra de esas bellezas tr¨¢gicas, no merece un tel¨®n grotesco y doloroso. Pero habr¨¢ que agradecerle que igual que nos ense?¨® a suspirar al verle en pantalla y pensar, dios santo, qu¨¦ hermosa puede llegar a ser la naturaleza humana, ahora, cuando leemos de sus ¨²ltimos d¨ªas, nos ayuda a entender y mirar lo que hay por delante y pensar, dios santo, qu¨¦ espantoso mundo hemos dise?ado para cuando llega la hora de decir adi¨®s. La despedida es muy importante en todo. Trabajemos por mejorarla.
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