De las opiniones de los famosos al peligro del populismo
Algo falla cuando en pleno siglo XXI son los ¡®influencers¡¯ y personajes populares quienes establecen qu¨¦ est¨¢ bien y qu¨¦ est¨¢ mal
Hace un tiempo, coincidiendo con la pandemia, un periodista en una rueda de prensa le pregunt¨® a J¨¹rgen Klopp, entrenador del Liverpool, qu¨¦ opinaba de las medidas que se hab¨ªan tomado en el f¨²tbol por el coronavirus. El entrenador no dud¨®: ¡°Mi opini¨®n sobre el coronavirus no es importante¡±. ?l no era qui¨¦n para cuestionar las decisiones m¨¦dicas.
Record¨¦ esta respuesta y la prudencia del alem¨¢n cuando el otro d¨ªa le¨ª un tuit de la exministra Irene Montero. Lo escribi¨® a prop¨®sito de una respuesta de la Ministra de Igualdad, Ana Redondo, sobre el juicio de Dani Alves, en el que ¨¦sta ped¨ªa respeto a las decisiones judiciales. Irene no tard¨® en tuitear: ¡°Pido al Gobierno que no d¨¦ pasos atr¨¢s en la lucha contra las violencias machistas. Decir, ante un caso de violencia sexual, que se valorar¨¢ cuando haya sentencia es hacer depender la credibilidad de la v¨ªctima del resultado del proceso judicial¡±. Ni que decir tiene que en un conflicto legal, es el proceso judicial, el que decide qui¨¦n dice la verdad y qui¨¦n no. En definitiva, qui¨¦n tiene credibilidad. Si la credibilidad no dependiese de ese proceso judicial, como sugiere la exministra, y ya parti¨¦semos de que es patrimonio de una de las dos partes, dejar¨ªa de tener sentido no solo el proceso judicial, tambi¨¦n nuestro sistema judicial. Am¨¦n de lo que supone la desaparici¨®n de la presunci¨®n de inocencia. Es verdad que, a d¨ªa de hoy, Irene Montero es solo la candidata de Podemos a las elecciones europeas, pero no podemos negar que todav¨ªa goza de cierta proyecci¨®n popular, o sea que sus declaraciones son le¨ªdas ¡ªincluso cre¨ªdas¡ª por muchas personas.
En esta misma l¨ªnea, la de cuestionar a los profesionales, se situaba Pen¨¦lope Cruz en la ¨²ltima gala de los Goya. A la pregunta de un periodista acerca de las v¨ªctimas de violencia machista, la conocida actriz, primero se?ala que ¡°El periodismo no puede coger el rol de la justicia¡±, en clara referencia a las investigaciones de EL PA?S, y a?ade: ¡°lo que m¨¢s nos est¨¢ fallando es el sistema judicial¡±, cuestionando la ayuda a las v¨ªctimas. Aqu¨ª tenemos a una actriz explic¨¢ndonos, con su an¨¢lisis de experta, el grado de funcionamiento y eficacia de nuestro sistema judicial.
Son solo tres ejemplos, lo s¨¦, pero podr¨ªa poner muchos m¨¢s, sobre todo de los que, desde gremios que se caracterizan b¨¢sicamente por la fama, ponen en duda la autoridad. No se trata de limitar el derecho de opini¨®n de nadie, sino de se?alar el peligro de que la opini¨®n del famoso tenga m¨¢s repercusi¨®n que la del experto.
Est¨¢ claro que la autoridad ha cambiado de manos y algo falla cuando, en pleno siglo XXI son famosos, influencers, populares ¡ªllam¨¦mosles como queramos¡ª quienes establecen qu¨¦ est¨¢ bien o qu¨¦ est¨¢ mal. Eso y que una dir¨ªa que todo el mundo sabe de todo, sobre todo de jurisprudencia, no los he visto opinar de cirug¨ªas a coraz¨®n abierto, ni de planos de edificios. No me refiero a que eviten emitir un juicio, todos podemos hacerlo, me refiero a tener un poco sentido de la responsabilidad y ser conscientes de que se agradecer¨ªa humildad para hablar de ciertos temas.
El problema se agrava porque, a d¨ªa de hoy, el descr¨¦dito de los poderes p¨²blicos es tan enorme que, con seg¨²n qu¨¦ informaciones, solo se consigue una desafecci¨®n que obtiene el efecto contrario: que nada cambie. Porque esa desafecci¨®n, a la larga, se acaba reflejando en las urnas y acabamos consiguiendo resultados como, por ejemplo, el que hemos visto hace unas semanas en Argentina. El ataque sistem¨¢tico a las instituciones del Estado, en lugar del intento de que estas mismas modifiquen y mejoren sus formas de actuar, con nuestro voto en las urnas, solo consigue un desgaste del propio sistema democr¨¢tico.
Pero no se crean que esto es cosa solo de ¡°famosillos¡±, a veces incluso personalidades pertenecientes a partidos tradicionales (no s¨¦ ni c¨®mo llamarlos, pero creo que se entiende la idea), acaban por caer en la trampa del cuestionamiento de nuestras instituciones, y contribuyen a¨²n m¨¢s descr¨¦dito de las mismas instituciones que lideran o aspiran a liderar.
Redes sociales, famosos, opin¨®logos¡ la sociedad de la ¡°desinformaci¨®n¡±, en definitiva, acaba consiguiendo que tengan credibilidad quienes m¨¢s seguidores tienen o quien dice las cosas en horario de m¨¢xima audiencia, y el que los escucha no se detiene a comprobar lo dicho, a buscar datos de lo criticado, ni a cuestionar si tiene o no los conocimientos. Incluso en ocasiones, sabiendo que el que nos lo dice carece del conocimiento para emitir un juicio racional, damos por buena su opini¨®n sin m¨¢s. Parece como si el famoso siempre tuviera raz¨®n, incluso de los temas m¨¢s especializados. No me entend¨¢is mal, el activismo pol¨ªtico es estupendo, pero la opini¨®n deber¨ªa estar basada en un conocimiento.
?C¨®mo llegamos aqu¨ª? F¨¢cil, el descr¨¦dito de muchos de nuestros representantes ha creado un descontento generalizado. Un descontento que, en lugar de hacernos prestar atenci¨®n a los expertos, nos lleva a tener como referentes a los que nos despiertan las emociones m¨¢s negativas, m¨¢s apasionadas, m¨¢s simplistas. Es decir, los populismos m¨¢s peligrosos. Dadle una vuelta, se avecinan elecciones.
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